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"El único cafetal arábico de Europa está en Agaete (Gran Canaria)"
"Además de vender sol y playa —que ya está bien vendido— podríamos vender una parte más exótica y salvaje", señala el gerente de la finca de La Laja, Víctor Lugo Jorge
En el valle de Agaete (noroeste de Gran Canaria), a los pies de los riscos de Tamadaba y en las laderas de un volcán, existe una finca donde los cafetales crecen a la sombra de aguacates, mangos, papayas, naranjas, pomelos y otras frutas tropicales, que aportan a la planta la sombra que necesita para poder crecer y dar sus granos de café. En medio de este idílico paraje, Tourinews entrevista a Víctor Lugo Jorge, gerente de la Bodega Los Berrazales y la finca de La Laja, lugar donde se ubica el único cafetal de la variedad arábica que existe en Europa.
Lugo ofrece visitas en su finca, para que los turistas puedan "contemplar la singularidad de cada cosecha", el valor de su variedad, la procedencia y el tipo de tueste, en definitiva, "la cultura que lo rodea". Y es que "los nórdico-europeos, grandes consumidores de café, no han visto nunca una planta cafetera", clama el gerente.
Lo cierto es que las condiciones climatológicas favorables, con temperaturas que no bajan de los 17 grados y escasas precipitaciones, hacen del municipio de Agaete un lugar idóneo para el cultivo de un café de calidad que, además, se elabora sin utilizar elementos químicos y con las semillas de una de las mejores variedades del mundo. "Nuestro café no conoce plagas ni enfermedades, por lo que se da perfectamente de manera casi exclusiva", puntualizó Lugo.
Pregunta (P): ¿Cómo surge una finca de plantación de café en la isla de Gran Canaria?
Respuesta (R): El café es un cultivo que siempre ha estado muy arraigado al valle de Agaete. Su plantación se remonta a finales del siglo XIX, cuando la familia de Armas de Agaete era propietaria del huerto de las flores y traían plantas de todas partes del mundo. Aquí hay viñedos, frutales tropicales y subtropicales hasta que se comenzó cultivando café y se vio que se adaptó perfectamente. En cuanto a mi familia, lleva toda la vida trabajando el cultivo del café, yo soy la quinta generación, y ha sido en los últimos doce o quince años que empezamos a hacer las rutas de degustación de café.
P: ¿Qué café plantan?
R: La variedad arábica y, dentro de la arábica, la typica, una de las más antiguas del mundo, originaria de Etiopía, y más apreciada por su calidad muy suave y aromática. Se diferencia por el color claro y el bronceado de sus hojas jóvenes. Su cultivo casi es un milagro. No es muy productiva, pero es de mucha calidad. Algunos expertos lo han encuadrado en el grupo de los cafés exóticos, aquellos que se producen en islas, en cantidades escasas. La fortuna del valle es que nuestro café no conoce plagas ni enfermedades, por lo que se da perfectamente de manera casi exclusiva.
P: ¿Llega a ustedes la finca por vía materna o paterna?
R: Por lado materno, pero por los Manrique de Lara. Mi familia (desde los tatarabuelos) trabajaba como mayordomos, empleados y, hace 25 años, mis padres compraron los terrenos. Mi madre y mi tía cuentan historias maravillosas.
P: La finca La Laja tiene además un hito televisivo, salió en MasterChef. ¿Cómo llegó el programa hasta la finca?
R: La productora decidió hacer un homenaje a los diez municipios damnificados por los incendios en 2019, aunque los más afectados fueron Agaete, Gáldar, Artenara y Tejeda, enclaves situados dentro de las Montañas Sagradas de Gran Canaria, Patrimonio Mundial de la Unesco, que además debían estar representados con su gastronomía y sus exquisitos productos. Esa era la parte simbólica. Se decidieron por los cafetales de La Laja por la ideal ubicación para la producción del programa.
P: ¿Se valora el café como producto turístico?
R: Pienso que no hemos sabido, sinceramente. Le doy solamente un detalle, los mayores consumidores de café del mundo son los nórdico-europeos (finlandeses, noruegos, suecos, alemanes e ingleses), consumen una media de diez kilos por persona, tienen mucha más cultura del café, como nosotros la podemos tener en vino y los asiáticos en té, y casi ninguno ha visto una planta de café en su vida. Además de vender sol y playa —que ya está bien vendido— podríamos vender una parte más exótica y salvaje, que tiene una economía circular muy potente. Piensa que el 90% de los turistas que nos visitan se va casi sin probar un queso, un vino canario o su café. En nuestra finca pueden ver todo el proceso desde la planta hasta la taza del café.
P: ¿Qué es lo que más valora el turista que llega a una finca de café?
R: La belleza del paisaje. El microclima del valle de Agaete es ideal para el cultivo de frutales tropicales. Las cepas del café se encuentran rodeadas de todo un paraíso tropical entre naranjos, plataneros, guayabos, aguacateros, nísperos y una gran diversidad de árboles tropicales, todo bajo grandes pinares centenarios autóctonos, de gran frondosidad. Y luego se encuentra con la calidad de los productos de la isla. El turista consume el producto, se enamora y lo compra antes de marcharse. Es una forma de fidelizar al cliente, diferenciar el destino y ofrecerle calidad al turista.
P: ¿Adaptan la actividad de la plantación al turista?
R: Intentamos que la filosofía sea respetar el ciclo diario. El cultivo requiere de un proceso muy laborioso, pues demanda un cuidado minucioso, especialmente en la recogida. Si tenemos que meter un tractor en mitad de la finca estando los turistas, estamos vendimiando o recogiendo el café, lo hacemos, que sea parte de la visita, que sea auténtico, algo vivo y dinámico. Contemplar la singularidad de cada cosecha, el valor de nuestra variedad, la procedencia y el tipo de tueste, en definitiva, la cultura que lo rodea.
P: ¿Cuál es el momento estrella de la visita?
R: La cata del café. Esas 80.000 personas que nos visitan al año gastan dinero en Agaete, comen en Agaete, cogen el transporte para subir a la finca, crean ingresos en el municipio. Si yo vendiera mi vino y mi café a Japón y a Alemania, lo tendría todo posicionado, pero no estoy creando riqueza en mi municipio. Nuestra idea es la revalorización del café de Agaete, relacionar la finca y el cultivo con el territorio.
P: ¿Qué sería de las plantaciones del café sin el turismo?
R: El visitante de la finca se convierte en un embajador. Intentamos que nuestro café se reconozca como producto gourmet. Algo estaremos haciendo bien cuando nuestros clientes aumentan. Eso es beneficioso para el municipio de Agaete, que se sepa que estamos en Gran Canaria. No imagina la gente de la península que nos ha pedido café durante el confinamiento. Somos un reclamo para que el turista visite la isla.
P: ¿Qué productos de la tierra se podrían incluir como producto turístico?
R: Los quesos de Gran Canaria triunfan siempre en los World Cheese Awards, el concurso más importante del mundo, consigue numerosas medallas de oro que ratifican la excelente calidad de los productos que elaboran las queserías de la isla. A poco que hagamos, nos quitarían el queso de las manos. También las cualidades de una viticultura y unos vinos de fama mundial como son los vinos de Canarias. Cuando se visita un nuevo país o un pueblo desconocido, se quiere conocer sus costumbres, visitar sus maravillosos lugares y disfrutar de su gastronomía local, experiencias que un turista que visita nuestras islas quiere vivir. Tenemos unos productos maravillosos para sorprender a nuestros visitantes y para maridar una gastronomía llena de sabores únicos. Vivimos en un territorio privilegiado.
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