Cualquier tipo de intervención sobre el patrimonio histórico nunca está exenta de polémica, porque supone alterar el estado original de estos bienes de valor incalculable. “Es mejor consolidar los monumentos antiguos que repararlos, mejor repararlos que restaurarlos y mejor restaurarlos que rehacerlos”, aseveraba ya en el siglo XIX el historiador francés Adolphe Napoléon Didron, uno de los principales defensores en contra de la reconstrucción de monumentos.
Muchos expertos llegan a considerar que cualquier cambio más allá de las labores de mantenimiento que se realice sobre bienes con siglos de antigüedad puede convertir el patrimonio en algo similar a las construcciones cartón piedra propias de los parques temáticos. Entonces, ¿cómo dar una idea a los visitantes sobre cuál era el estado original de los monumentos que visitan?
Uno de los recursos más clásicos son las maquetas, que a pequeña escala muestran cómo era un monumento o una ciudad en tiempos antiguos. En este sentido, la tecnología se ha sumado y es posible ver reconstrucciones mediante piezas audiovisuales, aunque estas soluciones no son tan útiles al aire libre. Pero para esta tesitura también hay respuesta.
En el Parque Arqueológico de Carnuntum, al este de Viena, en el estado de Baja Austria. Este complejo cuenta con vestigios romanos, incluyendo unas termas y dos anfiteatros, y se ha convertido en todo un reclamo turístico, ya que en él se ofrecen visitas teatralizadas e incluso duelos de gladiadores. Además de en el importante esfuerzo que se ha hecho en la recreación, donde hay que poner el foco es en la propuesta para la pieza que es considerada la joya del asentamiento, el conocido como Heidentor. Mirando a través de una lámina de metacrilato, los turistas pueden hacerse una idea de la forma del arco del triunfo original, gracias a un diagrama superpuesto.
Sin duda, una forma muy inteligente de mostrar a los visitantes cómo se veían los monumentos antes de convertirse en ruinas.
Esta forma de exposición museística en el exterior también ha sido llevada a cabo en otros destinos como la fortaleza Donžon Kula, en Kruševac (Serbia). El proyecto, bajo el nombre "Ventana al pasado", fue fruto de un concurso de ideas y se instaló en 2019.