Desde que comenzó la era turística en las Islas Canarias, nunca se había parado la locomotora económica de este archipiélago, hasta el pasado mes de marzo. Es cierto que Canarias había sufrido y sobrevivido diversas crisis como la del Golfo en los años 90, la de las Torres Gemelas en 2004, la crisis financiera del 2008 (crisis de las hipotecas subprime) o la del Volcán Eyjafjallajökull en 2010. Sin embargo nunca se había enfrentado a una debacle como la del Covid 19 pues, a diferencia de las demás, esta crisis sanitaria obligó a parar en seco las calderas del turismo.
Otros territorios turísticos españoles, como es el caso de las Islas Baleares, han estado habituados desde sus primeros pasos turísticos, a activar los hoteles y demás infraestructuras y servicios turísticos en mayo y a apagarlos en octubre. La estacionalidad de estos destinos vacacionales les ha enseñado lo que significa no contar con turistas en invierno y también a "almacenar la cosecha y las conservas" para sobrevivir hasta la primavera siguiente. Para Canarias esto es algo totalmente nuevo.
Se reactiva el turismo
Tras la primera gran ola del tsunami Coronavirus, tras meses sin la llegada de la materia prima de nuestra industria vacacional, finalmente comienzan a aterrizar en España aviones con turistas. Primero en Baleares con la prueba piloto de Alemania, posteriormente en el resto del país, tras conseguir ser admitidos en la lista de países seguros de Reino Unido y de otros mercados emisores.
Viva la fiesta y los rebrotes de COVID
Sin embargo la maravillosa noticia de reactivación de los mercados no ha sido suficiente para consolidar lo que se había conseguido tras dos meses de confinamiento y sufrimiento. Haber logrado controlar la pandemia dio paso precisamente a pensar que todo estaba solucionado, que el virus había sido erradicado y que nada debía amargarnos el verano, a los españoles. Nos olvidamos de qué vivimos, de qué sectores nos dan de comer y, de esta manera gran parte de la población, muchas fuentes señalan a la falta de precaución de los jóvenes, se ha confiado y ha retomado su vida anterior, sobre todo la social, sin tomar precauciones y haciendo caso omiso de protocolos anti COVID. Y el virus, que nunca se había marchado, vuelve a campar a sus anchas entre nosotros con rebrotes descontrolados. Esto ha hecho saltar, lógicamente, las alarmas en los mercados de origen como Reino Unido, Bélgica o Noruega y España abandona de manera abrupta, pero con avisos previos, la lista de "países seguros" del Reino Unido, nuestro principal mercado. ¿Toda España? No, los dos archipiélagos turísticos, Baleares y Canarias, se baten aún entre ser o no repudiados con el resto de España por el Gobierno Británico. Pero ¿no había manera de asegurar desde un principio esa plaza entre los destinos más seguros de COVID y diferenciarse del resto de regiones turísticas?
Realicemos un análisis de lo sucedido:
La importación turística del COVID
A lo largo de estos meses de preparación para el "día después del COVID" se han barajado diversas posibilidades para evitar introducir el virus a través de turistas infectados.
- La más deseada siempre ha sido la de la realización de la prueba PCR en el aeropuerto de origen. Sin embargo para ello hace falta coordinar y acordar con aerolíneas, touroperadores, aeropuertos y gobiernos la implantación de esta medida. No se trata de una quimera, pues es posiblemente lo que finalmente se normalice, pero es cierto que no es una solución inmediata por la cantidad de empresas, actores y organismos involucrados en esta medida, además en una situación aun de desconcierto y desconocimiento del virus. Por otro lado ¿estamos realmente en posición de exigir a nuestros visitantes que lleguen a su destino vacacional con un test en la mano? El turismo es un "servicio de lujo" un premio que muchos se regalan durante su período vacacional, pero ni es necesario para vivir, ni es una experiencia que tenga que llevarse a cabo forzosamente a varias horas de avión. De hecho, el turismo terrestre está experimentando un incremento en el centro de Europa desde antes de la pandemia. Por lo tanto, no estamos en posición de exigir nada y sí de ofrecer soluciones. Ni siquiera en la temporada de invierno, en la que Canarias, por su clima, no tiene competidor en Europa podremos exigir nada a nuestros visitantes, tan solo pedirles y seducirles para que sigan visitando las islas.
- Otra opción por la que han optado algunos destinos vacacionales, como Islandia o Madeira, es la realización de PCRs en el aeropuerto de destino, a la llegada. Esto supone crear una puerta de control y entrada al destino turístico que diferenciaría entre turistas sanos y turistas contagiados. Muchos son los detractores de esta medida porque implica, buscar una solución para los visitantes contagiados. ¿Se les devuelve a casa en el mismo avión que llegaron? En su prueba piloto, Baleares incluyó 11 aparthoteles para poder acoger a los turistas que mostrasen síntomas de contagio. Por lo tanto, es evidente que las soluciones pasan, primero, por querer encontrarlas y por último, por ser creativos. Es obvio que no es una fórmula agradable, pero debemos acostumbrarnos a que ya muchas comodidades han desaparecido en la era del COVID, sin ir más lejos la experiencia en aeropuertos y en los aviones.
Las cuarentenas a los turistas que regresan a sus casas
Desde que un país exige como medida de prevención, que todo residente que regrese de sus vacaciones, pase un período de cuarentena, desde ese mismo momento, el turismo queda paralizado. Es sencillo, pues nadie en su sano juicio desea pasar 14 días confinado en casa tras una semana de vacaciones. ¿Cómo se podría eliminar este encierro y por tanto mantener la maquinaria turística en marcha? Probablemente los gobiernos extranjeros aceptarían eliminar esta medida si previo al embarque en el avión de retorno al origen, se realizara a cada pasajero un test PCR.
No cabe duda que, se realicen los test en origen o en destino, la gran pregunta que se ha hecho todo profesional y empresario deseoso de la reactivación de este sector es ¿quién ha de asumir el coste de estos tests?
¿Quién debe pagar los tests de COVID?
¿Realmente es relevante quien los debe pagar? ¿Realmente es importante si se va a pagar a precio de oro la solución a un enorme problema? ¿Qué valor tiene para Canarias la industria turística?
- Ecotasa sí, imunotasa no
Durante años se ha hablado de implantar una ecotasa en Canarias. A ese respecto, muchos políticos han encontrado rápidamente la utilidad y uso de estos ingresos que vendrían, obviamente del turista o del empresario hotelero. No nos ha temblado el pulso en muchas zonas de España, como Baleares, a la hora de implantar ecotasas, y su utilización para la construcción de viviendas de protección oficial o para la conservación del patrimonio artístico y cultural. Sin embargo, cuando se trata de inmunotasas para financiar a las empresas que realizarían los PCRs, ya no lo vemos tan claro. En una situación de "posguerra" aún no tenemos claro quien ha de financiar la reconstrucción.
- La caja pública para asegurar la economía
Realmente la solución sencilla e inmediata es que el Gobierno de Canarias sufrague la realización de los tests, por lo pronto en destino, en los aeropuertos canarios. Siempre será más sensato haber intentado buscar una solución, que no haber hecho nada y seguir esperando que la solución llegue de fuera en forma de vacuna o de test en origen. Pero el hecho es que según declaraciones del 21 de mayo de Diego Fernández, Ingeniero y Doctor en Telecomunicaciones y fundador de Arquimea Group, "el 4 de mayo propuse al Gobierno de Canarias hacer las islas ‘Covid Free’ y les planteé hacer los test a la entrada en Canarias bajo la idea de que si el resto del mundo no decide hacer ‘Covid free los vuelos’, hagamos Covid-Free las islas; también me contestaron que les parecía muy interesante, pero no ha habido un movimiento real de implantar esto". El hecho es que, desde que esta empresa (y seguramente otras), instalada en Tenerife, en la Zona Especial de Canarias, planteó esta posibilidad, hasta hoy, han pasado casi tres meses.
Sacrificar el verano para salvar el invierno
El objetivo del Gobierno de Canarias no es otro que intentar defender las reservas existentes de la temporada de invierno y evitar que se produzcan cancelaciones. Esta estrategia se basa en la fortaleza de Canarias como destino turístico preferido en el invierno europeo. Una estrategia inteligente si se tiene en cuenta que toda Europa estará deseando olvidar la pandemia y alejarse del frío (Turismo de Venganza). Un plan sin embargo, que deja en manos de la temporada alta turística, nada más y nada menos que el futuro de la economía de todo el archipiélago. Todo a una carta que no depende solo de Canarias. Y es que las islas se pueden preparar para ser un "territorio de bajo nivel de covid" (COVID Free no existe), pero ¿y si los que sufren la pandemia y los confinamientos a partir de otoño son Alemania, Reino Unido, Escandinavia, etc.? A partir de esa reflexión ¿Tiene sentido haber renunciado a un verano turístico por una temporada de invierno que no sabemos si existirá?
Fortaleza de Canarias, no sin PCR
Canarias debe aprovechar justamente su insularidad para ser imbatibles en verano frente a los destinos estrella del Mediterráneo y en invierno frente al COVID. El crear y consolidar en verano corredores sanitarios entre la Europa continental y un destino conocido como Canarias, hubiera sido la pista de despegue y de ensayo para un invierno turístico del que Canarias no puede prescindir. Y es que Europa puede vivir uno o dos años sin visitar Canarias, en cambio Canarias se convertiría en zona catastrófica si en los próximos meses no llegaran turistas, ya sea por razones endógenas o exógenas.
Si todo pasa por los tests PCR ¿a qué estamos esperando?