Los que me han leído saben de mi preocupación por rentabilizar la llegada de turistas a las islas. Son muchos los inconvenientes que ocasiona la actividad turística en un territorio, pero también puede ser el motor de desarrollo económico si conseguimos que dejen mayores rentas en el destino. Los parques de ocio pueden (y así ha sido hasta ahora en el caso canario) contribuir a desarrollar un modelo de turismo más beneficioso.
Un parque de ocio, en su definición más amplia, es un producto o servicio con elementos que pueden atraer el interés de viajeros y residentes para realizar un gasto. Incluso puede convertirse en un factor de atracción con mayor fuerza e impacto que la motivación histórica y principal del destino turístico, como es el sol y playa en nuestro caso.
En este sector también importa el tamaño. Los parques pueden ser medianos o pequeños (máximo de 120 millones de euros de inversión y dos millones de visitantes al año), grandes (hasta 600 millones de euros y 5 millones de visitantes), y megaparques o parques destino (más de 900 millones de inversión y más de 5 millones de visitantes al año). Sirva como referencia que el nuevo Siam Park de la familia Kiesling en Maspalomas tiene un presupuesto de 60 millones de euros y estiman 600.000 visitas/año.
No obstante, vivimos un parón a nuevos parques de ocio. De hecho, los inversores huyen de este sector. Las iniciativas realizadas en los ochenta y noventa (Port Aventura, Warner, Terra Mítica, y otros) han sido deficitarios mucho tiempo o han cerrado. Y eso a pesar del impulso dado en su momento por el ministro Javier Gómez Navarro (Comercio y Turismo 1993-1996). Port Aventura primero (1995), Isla Mágica (mucho dinero público perdido) y otros proyectos pretendían dotar al país de atracciones para superar el problema de estacionalización del turismo: el Time Warner Movie World Madrid, Parque Biológico de Madrid, Ciudad del Cine de Alicante, El reino de Don Quijote, la Ciudad de las Artes y las Ciencias. En aquellos tiempos se estimaba para los parques una tasa de crecimiento superior al 35%, pero las previsiones fueron un fiasco.
La realidad es otra: sólo figuran 33 parques en el portal del Ministerio de Turismo, de los que en Canarias sólo identifican 4: Pueblo Chico, Loro Parque y Siam Park (en Tenerife) y Oasis Park (Fuerteventura). Extraña que no se citen los espacios de César Manrique en Lanzarote o en Gran Canaria el Aqualand, Lago Taurito, Sioux City, Cocodrilos Park, Palmitos Park, Cactualdea, Angry birds, Mundo Aborigen, Holiday World, Gran Carting...
Además de la ?alergia? del empresariado si no hay subvenciones, España no es considerada atractiva por las multinacionales del ocio turístico que eligen otros lugares para establecerse: Eurodisney, el Circo del Sol, Ferrary o, más reciente, el ?oscuro? Eurovegas.
No quiere decir esto que tengamos que franquiciar el ocio y repetir lo existente. De hecho, el turista busca originalidad y siendo España una potencia turística ¿por qué no se apuesta por nuevas referencias para sus destinos más importantes? Para competir, además, hay que innovar, pero aquí casi todos pican y no hay ciudad provinciana que vaya más allá de su noria, su acuario, su museo de ciencias, el McDonalds o Zara…
Los expertos insisten además en la necesidad de cambio constante en el sector de tiempo libre y turismo. Para ello no hace falta apostar por ?obras faraónicas?, ni gastar más de lo que cuesta un kilómetro de AVE. Por el contrario, son iniciativas que producen un cambio profundo de la marca y generan muchísima más riqueza ¿o alguien duda del impacto económico de los Centros de Arte, Cultura y Turismo de Lanzarote? Son la oferta más valorada por turistas al tener emociones y originales escenarios de ocio. Claro que, para alcanzar ese desarrollo, se necesitan mejoras de calidad, planes de dinamización, proyectos de cooperación y líneas de financiación. Ahí está la función de las administraciones públicas.
La historia arranca ?oficialmente? en los años 50 del siglo pasado, casi al tiempo, en EEUU con el Disney World y el De Efteling en Holanda. En España, Afonso Seoane señala las siguientes etapas: la sensibilización del sector para el desarrollo estratégico (entre 1970 y Fitur, 1980). Seguidamente se abordó la calidad de la oferta (1981-96), para impulsar a continuación el desarrollo de tematización y diversificación de la oferta (entre 1995 y hacia 2020). No cita los antecedentes que supusieron el Pueblo Español (Barcelona), el Pueblo Canario (iniciado en 1939 e inaugurado en 1956) o Sioux City (1971).
A finales del siglo XX, se calculaba que en el mundo habría unos 140 parques temáticos. Muchos proyectos se frenaron por los resultados dispares y, sobre todo, por la crisis. De hecho, tan sólo en España se anunciaron más de cincuenta proyectos en 1996, la mayoría de los cuales no se ejecutaron o han cerrado.
Aún así, sigue siendo una oferta que intenta sustituir el viaje real y amenaza algunos destinos turísticos si éstos no mejoran o elevan su oferta de ocio, diversión y patrimonio, además de incorporar fantasía, festividad y el uso de las tecnologías de ocio para ofrecer un mundo real pero distinto, creando utopías, un mundo más libre e innovador tras sus puertas, cargado de sensaciones, aprendizaje y emociones.
En Gran Canaria el primer servicio que se ofertó fue una red de balnearios para atender a los ?invalids? que llegaron a finales del XIX a la isla, en los inicios de la actividad turística como destino de salud, lo que transformó la economía isleña en una sociedad de servicios. Unos comienzos como destino turístico que serían encauzados por dos artistas, Néstor y César, que hicieron del paisaje canario ?único y extraordinario- un elemento central de satisfacción para el turismo.
El conjunto Pueblo Canario (posiblemente inspirado en el Pueblo Español de la Exposición Internacional de Barcelona de 1929) fue una experiencia pionera de éxito de un producto de ocio en Canarias. Otra pieza temática de Néstor Martín-Fernández de la Torre en nuestra isla es el Parador de Tejeda. Pero Néstor también dejó anunciadas otras propuestas que su muerte, la guerra civil y la posterior dictadura hicieron caer en el olvido. Su discípulo, César Manrique, hizo lo propio en Lanzarote y otros lugares, incluido Madrid. Pero…, tras la muerte de ambos, poco se ha hecho en la línea de convertir en arte las experiencias sobre el paisaje y la naturaleza.
No quiere esto decir que no haya propuestas interesantes para el ocio con otros contenidos. Por ejemplo, tenemos en Arucas un ?brand park? gracias a la iniciativa de Destilerías Arehucas, además de parques zoológicos, acuáticos, botánicos, etnográficos…, el Museo Elder de la ciencia, hoteles temáticos, gastromercados, paisajes culturales, museos… Si bien es una oferta a escala reducida con recursos poco innovadores y apenas pensados para el turismo.
Al final, se mantienen los parques de atracciones, acuáticos, los brandparks, los parques naturales (nacionales u otros), los zoológicos, los parques o museos científicos, los pueblos temáticos, los pueblos artificiales temáticos, los centros urbanos, los hoteles temáticos... Sin embargo, este es un mercado que evoluciona constantemente y España no debe quedar fuera. Para ello, hemos de superar la etapa de copiar y profundizar en las claves del éxito de los pioneros del turismo en Canarias y, como dijo Néstor Martín-Fernández de la Torre: "Evitemos que se haga nada que pueda convertirse en obstáculo para que las generaciones que nos sucedan lleven a cabo los proyectos que en un futuro más inmediato les aconsejen las realidades del momento. No concibamos las cosas en pequeño sino en grande, con la vista en el porvenir, aunque los espíritus materialistas pudieran asustarse y calificarnos de irrealistas".