Es bien sabido que cada crisis genera una oportunidad. Esta que tanto ha afectado a los lugares que viven del público como por ejemplo los museos, nos ofrece la oportunidad de acercarnos a dos de los grandes museos madrileños El Prado y el Thyssen para admirar, sin la habitual aglomeración, la mayoría de las obras maestras del primero —agrupadas de forma sencilla— y una interesante exposición sobre el gran pintor holandés del XVII en su versión de retratista, por primera vez en España, en el segundo.
Prácticamente desde su fundación en el Museo del Prado, que tiene su origen en las colecciones reales, colgaban en la Galería Central 415 cuadros que cubrían enteramente las paredes, agrupados por escuelas y por temas. En el centro, las joyas sublimes de Velázquez y Tiziano. El montaje actual, como el nombre indica, quiere recordar aquella función de la Galería Central.
En total son 249 cuadros, todas obras maestras a disposición de un público que no puede superar un tercio del aforo en cada una de las salas.
Todo lo que es Imperio, Reyes, Nobles y Dioses en el Prado, se transforma en serios burgueses, jefes de los gremios, familias holandesas como es debido en la exposición del Thyssen, que por primera vez nos ofrece en España una colección amplia de retratos del pintor de Leiden a cargo del conservador del Museo de Ámsterdam, Robert E. Middelkoop. En total 80 pinturas y 16 grabados de los cuales 39 son del propio Rembrandt.
Sus dos etapas de retratista están bien representadas, la primera en los años treinta cuando se desplaza a vivir a Ámsterdam para aprovechar el mercado creciente del retrato del que ya vivían algunos como Frans Hals —representado en la exposición— época en la que se realizan numerosos retratos de grupo, no solo de familias, sino sobre todo de dirigentes de los gremios, o de modernos científicos como las lecciones de anatomía.
En la segunda etapa, en los cincuenta, el estilo había cambiado y los personajes parecían más alegres pero Rembrandt siguió fiel a su estilo “tosco", como si pintara a brochazos para lograr que la inmovilidad del retratado no pueda ocultar la vida que lleva en los ojos donde se junta todo el movimiento. Cuando en una sala hay obras de varios autores, entre ellas de Rembrandt la mirada se escapa inevitablemente hacia estas por el carácter singular y reconocible de sus pinturas. Está claro que el Comisario ha hecho un buen trabajo sumando piezas de bastantes museos y no solo del Thyssen, del de Ámsterdam y del Mauritzhuis, que están muy bien representados. Sin la presión del público habitual el visitante se puede permitir el lujo de mirar de frente al tiempo que haga falta a esos personajes ya convertidos en eternos.
Tanto en El Prado como en el Thyssen los turistas extranjeros suelen suponer entre el 60% y el 75% de los visitantes. Este verano se han quedado en casa. Hay que aprovechar la oportunidad.
- Retratos de Rembrandt hasta el 30 de agosto.
- Reencuentro hasta el 13 de septiembre.
Las entradas se adquieren por internet con asignación de hora. El Prado ofrece entrada gratuita en ciertos días y horarios.