Durante estos días, se celebra en Acapulco (Guerrero, México) el Abierto Mexicano de Tenis (19-26 de febrero), el bastión de este deporte en Latinoamérica. Para la ocasión, las autoridades mexicanas, entre las que se encuentra el secretario de Turismo de México, Miguel Torruco, han inaugurado una nueva sede para acoger el evento deportivo.

Con una capacidad para más de 10.000 espectadores y promovido especialmente por las Secretarías de Turismo de México y de Acapulco, con el estadio Arena GNP Seguros las autoridades pretenden atraer el máximo número de visitantes. Esta y otras infraestructuras y eventos anunciados —como Expo Mundo Imperial, el Tianguis Turístico 2022 o el club de playa Scala Ocean Club— pretenden que Acapulco vuelva a convertirse en la joya turística del Pacífico mexicano, tal y como lo era hace unas décadas.
 


No obstante, la ilusión de los aficionados al tenis —un mercado muy atractivo, además, por su alto nivel adquisitivo, así como por la presencia de celebrities entre sus filas— se ha visto empañada por la violencia que azota al estado de Guerrero, un punto clave para el narcotráfico, desde los noventa.

El pasado viernes, cuando ya comenzaban a llegar los asistentes de la competición deportiva, el mercado central de Acapulco fue incendiado intencionalmente. Las autoridades municipales han contado más de 50 puestos afectados con toda su mercancía.



 

Asimismo, el domingo —el día en el que comenzaron a disputarse los primeros partidos del Abierto Mexicano— y el lunes también se produjeron algunos actos que podrían poner en jaque la seguridad en las calles de Acapulco.
 


El primero de ellos, la detención de José Miguel N., alias ‘El Ardilla’, presunto homicida y líder del Cártel Independiente de Acapulco, un hecho que no se sabe qué consecuencias podría traer en una población controlada por los narcotraficantes. Después de esto —en una acción no relacionada con el arresto de ‘El Ardilla’—, se produjo un motín en el centro penitenciario de la ciudad, que se saldó con 17 heridos.