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Montenegro, una joya escondida a orillas del Adriático
Este país balcánico tiene algunos de los paisajes costeros más hermosos de Europa
Nadie se atrevería a negar el encanto y la belleza que se esconden en los países balcánicos. Tal vez algún país esté de moda más que otro, pero casi todos los que formaron parte de la extinta República de Yugoslavia, atraen a miles de turístas cada año.
Montenegro es un claro ejemplo de ello. Situado a orillas del mar Adriático, este país tiene algunos de los paisajes costeros más hermosos de Europa. Las montañas albergan parques nacionales como los de Durmitor y Prokletije, y las antiguas ciudades amuralladas adornan las rocas y casi rozan el mar.
Algunos llegan buscando playa y sol, pero otros prefieren perderse en el bosque de Biogradska Gora, sitio ideal para hacer senderismo, ir en bicicleta o hacer kayak. Los más atrevidos podrían llegar hasta sitios recónditos, esperando ver lobos y osos.
El vasto legado cultural del país se traduce en villas romanas con suelo de mosaico, monasterios ortodoxos profusamente pintados, iglesias católicas, mezquitas de elegantes alminares y sólidas fortalezas erigidas por las numerosas potencias que se disputaron estas tierras. A esto le podemos añadir los 50 años como Estado comunista no alineado.
Montenegro es como un viaje en la máquina del tiempo. Prueba de ello es Kotor, ciudad amurallada y laberinto medieval de museos, iglesias, picotas y palacios venecianos. Durante la noche se transforma en metrópoli moderna y se escuchan el bullicio de los bares, la música en directo y los locales nocturnos.
Otros atractivos de este país balcánico son: la morada del héroe, un sitio de cuentos de hadas donde yace un príncipe recostado contra un águila gigantesca. Es la última morada del ‘vladika’ (príncipe-obispo) Petar II Petrović Njegoš. El mausoleo está en lo alto de la segunda cumbre más elevada del país, y es la atracción estelar del Parque Nacional Lovcen, un lugar muy especial para los montenegrinos, muy cerca de Kotor.
El pueblo-isla de Sveti Stefan es un hermoso enclave fortificado, unido a tierra firme por una estrecha calzada y sus encantadoras de villas de piedra del siglo XV, bañadas por una playa de arena color rosa y un mar turquesa.
El parque nacional de Durmitor es una de las joyas de Montenegro. Parece un cuadro pintado por glaciares y arroyos subterráneos, y marcado por cañones vertiginosos, como el del Tara, uno de los más profundos del mundo (1.000 metros).
Monasterios, románticas villas marineras, palacios barrocos, mezquitas, capillas rupestres, montes exuberantes, con paisajes surrealistas y sobrecogedores, bosques vírgenes, lagos glaciares, plazas e iglesias con siglos de antigüedad, templos católicos y ortodoxos, todo se une en un puzle perfecto para hacer de Montenegro uno de los países más bellos y seductores, bañados por el mar Adriático.
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