Baleares lleva, desde la década de los años 50, siendo un destino vacacional por excelencia dentro de Europa. Una realidad que ha convertido al sector turístico en la principal fuente económica de las islas y que ha propiciado, en muchos casos, que estas sean una especie de tubos de ensayo en donde testar nuevas fórmulas para continuar manteniendo y conquistando a visitantes de todo el mundo. Un ejemplo de esta búsqueda de nuevas recetas para lograr y mantener el éxito es, sin duda, Palma Beach.
El proyecto Palma Beach fue creado en 2016 por un grupo de empresarios de Playa de Palma, una de las áreas costeras más maduras y económicamente relevantes de la isla de Mallorca (según el 'Estudio de Impacto Económico de la Playa de Palma', la zona generó en 2017 un total de 1.437 millones de euros, lo que equivale al 3,16% de todo el PIB balear).
Bajo este paraguas se engloban las principales empresas turísticas del lugar, entre las que destacan hoteles relativos a cadenas como Iberostar o RIU Hotels & Resorts, clubes de golf, marítimos o espacios de hostelería de primer nivel.
En definitiva, Palma Beach busca reposicionar y reconvertir un destino como Playa de Palma y para conocer de primera mano cómo está siendo este viraje, Tourinews se ha dado cita en exclusiva con su principal ideólogo y CEO, Juan Miguel Ferrer.
Pregunta (P): ¿Cómo definiría el concepto de Palma Beach en dos frases?
Respuesta (R): Lo que pretendemos con Palma Beach es demostrar que con valores de calidad, de diseño, de servicio, de excelencia y poniendo en valor la sostenibilidad, la tecnología y todos nuestros esfuerzos podemos crear un destino maravilloso. Queremos regenerar y reposicionar un destino turístico maduro como Playa de Palma, queremos hacer un ejercicio de presente para generar futuro.
P: ¿Ha evolucionado el concepto de Palma Beach desde sus inicios?
R: Ha evolucionado mucho porque no esperábamos haber conseguido tantos éxitos. No esperábamos que todo el mundo participara de tal manera e hiciera el proyecto tan suyo. La consigna de que cada uno hacía su camino en solitario estaba muy enquistada en la sociedad empresarial mallorquina y había un recelo general enorme. Había tanto recelo al vecino como a la colaboración, y yo creo que eso se ha conseguido derribar con Palma Beach, porque es un ejemplo de economía colaborativa importante. Es un ejemplo de como podemos ser todos más competitivos, más eficientes, más efectivos y más rentable colaborando juntos.
P: ¿Cuál es el secreto para poner de acuerdo a tantos empresarios y conseguir cambiar un concepto como ha sucedido en Playa de Palma?
R: De algún modo, se produjo una tormenta perfecta. Por un lado, tuvimos una legislación que nos dejaba en ese momento poder modernizar los hoteles subiéndoles la categoría y añadiéndoles metros cuadrados, de tal forma que la inversión se convertía en más rentable. Además, esos hoteles no querían quedarse solos haciendo una inversión millonaria en un entorno que no era de tal categoría, por lo que hubo una sincronía general. También hay que señalar el gran momento de mercado para Baleares y el cambio generacional que se produjo en la dirección de los negocios. Y, por otro lado, nosotros no solo legitimamos la idea, sino que formamos parte de ese cambio haciendo también las mismas inversiones en nuestros negocios de restauración. No es que predicas y lo hablas, sino que lo haces, y una imagen vale más que mil palabras. Fue entonces cuando notamos en mayor medida una disposición a querer cambiar. De algún modo sacrificamos lo que en ese momento eran nuestras "gallinas de oro".
P: ¿Nos podría dar un ejemplo de esas "gallinas de oro"?
R: Pues mismamente la conocida 'Bierstrasse', la avenida de la cerveza de la Playa de Palma, la inhabilitamos una temporada y dijimos la frase mítica de que “la cerveza nos iba a arruinar”.
P: ¿Y no hubo resistencias? ¿Cómo se salvaron esas trabas?
R: Sí, hubo muchas resistencias, en primer lugar familiar y también del clientelismo. Todo el sector era muy escéptico porque ya había algo que daba, que era rentable. Nosotros decíamos que daba para hoy, pero no daba para mañana. Entonces hicimos un ejercicio de regeneración y reinvención con nuestra propia cuenta de resultados. Esto es algo que muchos empresarios hacen en el mundo en diversos sectores, pero sí que es cierto que llama la atención que se hiciera en un lugar tan maduro. Nosotros dijimos que no nos bastaba, que queríamos un turismo a futuros, no solo para nuestra generación sino para las siguientes.
Playa de Palma ha sido durante 25 años un polígono industrial del turismo, faltaba el alma. Y nosotros, con Palma Beach, le estamos poniendo alma a la zona, le estamos dando nombres y apellidos y estamos llevando a cabo proyectos de sostenibilidad importantes. Seguimos el ejemplo de grandes cadenas que han marcado la pauta, por ejemplo de Iberostar, con su ola de cambio, o RIU, con su obra social. Hay varios ejemplos muy buenos que son mentores del proyecto Palma Beach y nos inspiramos en ellos, ya que juntos somos más fuertes.
P: ¿Se necesita esfuerzo institucional para llevar a cabo un proyecto como Palma Beach?
R: No necesita apoyos, aunque si ayudan a la causa, mejor. Para los políticos es como si nos hubiéramos cambiado los zapatos. Primero han mirado si funciona y cuando ven que la causa es noble, que beneficia a todos, entonces es cuando deciden apoyarlo. Sin embargo, tengo la percepción de que en materia de turismo, los políticos son miopes y necesitan más confianza en los expertos turísticos. Y digo la palabra confianza porque, a veces, creen que vas por una razón partidista y desde ese prisma no pueden llevar a cabo las microlegislaciones necesarias para que la zona sea más competitiva, para que el cliente viva mejor, para que los vecinos estén más cómodos, para que haya menos delincuencia, etc. Hay varias cosas en las que el político está siendo lento y nosotros hemos abierto un poco los ojos a políticas dando ejemplo y no pidiendo nada a nadie, haciéndolo nosotros. Se han dado cuenta que se puede cambiar la zona, algo que se pensaba que era imposible.
R: Sí, yo creo que la idea es exportable, no solo en Mallorca sino en cualquier destinación del mundo madura que quiera reposicionarse y regenerarse. Yo lo entiendo como un orquesta, que necesita de una dirección y de una partitura. Tenemos que ser conscientes de que las zonas turísticas se crearon por algún bien natural que nosotros hemos heredado. Hay que hacer un ejercicio de comprensión, entender por qué en un momento dado una zona tuvo éxito y cómo se puede volver a recrear ese éxito y desde qué prisma. Por eso creo que es repetible en cualquier parte del mundo.
P: ¿El concepto Palma Beach lo relacionan únicamente con la tematizacion de la zona de ocio o también pretenden a futuro atraer a turismo de más poder adquisitivo? ¿Se podría decir que va primero el concepto y luego otro perfil de turista?
R: Es una buena pregunta porque te contesto que las dos cosas a la vez y ninguna de las dos, o quizás la respuesta sea las dos combinadas. Con Palma Beach intentamos un cambio en el modelo turístico, no se trata tanto de cambiar los clientes que vienen por otros, sino cambiar la forma en la que vienen a experimentar nuestra playa. Es probable que el cliente que viene por primera vez lo haga con sus amigos, porque hay sitios de ocio que están pensados para la diversión. Sin embargo, pretendemos que cuando esté aquí vea la fantástica oferta hotelera de 5 estrellas, los establecimientos de restauración de primer nivel, la oferta deportiva, etc. Lo que pretendemos es que quiera disfrutar Playa de Palma de otro modo y vuelva con su pareja, con sus amigos para practicar deporte o con su familia. Queremos que un mismo turista venga varias veces y lo pueda disfrutar de diversas maneras, dependiendo de la compañía o del ánimo con el que venga. La Playa tiene que ser integral, tiene que admitir a diferentes targets y a diferentes modelos de turistas. Tiene que ser un cambio transversal y debemos aspirar a subir la media experimental, la satisfacción del cliente.
P: ¿Existe algún modelo que le haya inspirado en la creación del concepto Palma Beach?
R: El modelo que a mi me inspiró fue el de Las Vegas. Las Vegas comienza a tener éxito por el juego, y se convierte en sincity, ‘la ciudad del pecado’, pero al mismo tiempo se sabe regenerar de una forma increíble, pero sigue habiendo juego, sigue siendo el motor. Yo he ido a las Las Vegas hasta en 6 o 7 ocasiones y solo jugué la primera vez que fui. He vuelto porque hay unos enormes restaurantes, unos centros comerciales únicos en el mundo, unos campos de golf brillantes, unas actividades de ocio fabulosas como musicales, teatros o lo último en tendencias. Es decir, he vuelto por mil razones y ninguna de ellas es el juego. Y esto es un ejemplo a seguir para Playa de Palma. No se trata de prohibir la fiesta, sino cambiar la manera de vivir la fiesta, cambiar la fiesta desde dentro.
P: ¿Cómo convive el concepto Palma Beach, de oferta diferenciada y renovada, con los botellones en el paseo delante de los locales y restaurantes?
R: Lo que demuestran estos hechos es la miopía política, vuelven a hacer trampas con las reglas porque no las aplican, vuelven a contarnos historias que no son reales, no existen mecanismos eficientes a la hora de regularlo ni de ejecutarlo o sancionarlo. No saben qué hacer, aunque hay que decir que los últimos 4 años los políticos se han aproximado a Playa de Palma como nunca. Para mí, eso es importante porque si te acercas hay más posibilidad de cambiar las cosas porque las conoces mejor. Sin embargo, aún hay que creerse que con la microlegislación podemos cambiar muchas más cosas aquí.
P: Según el último estudio de Impacto Económico de la Playa de Palma, la zona generó el 3,16% del PIB de Baleares en 2017, ¿cómo ha sido la respuesta de la touroperación con 'Palma Beach'? ¿Se ha notado una mejora en la venta de paquetes turísticos?
R: Playa de Palma aporta a Baleares lo que sería la mitad del PIB de Menorca. Y eso son datos del 2017, porque mi percepción es que en 2018 se habrá incrementado. Hablamos de la zona que más desestacionaliza al cliente de toda Baleares porque resiste a las tendencias. Hay muchos factores para su éxito, por ejemplo, la cercanía a Palma o al aeropuerto, pero también la oferta complementaria y especializada. Por todo ello, sí ha mejorado el negocio turístico, hemos observado que la gente responde bien al cambio. El primer y el segundo año vi más resistencias, pero ahora veo un mejor posicionamiento, creo que la gente está preparada para degustar una nueva experiencia y tenemos que volcarnos con eso.
P: ¿Cuáles son los desafíos actuales a los que se enfrenta Palma Beach?
R: El primero de ellos es la sostenibilidad, el segundo es la convivencia entre el turistas, vecinos y empresas. También tenemos que promover tres cosas básicas en cualquier zona turística: seguridad, limpieza y el mantenimiento de las infraestructuras. Por otro lado, queremos promover aún más la tecnología y las redes sociales. Hoy por hoy, cada cliente que te visita es un juez y tiene una voz. Pero en ese sentido creo que cada vez estamos mejor preparados y nos hemos puesto las pilas para ir encajando estos desafíos y en algunos de ellos incluso despuntar.
P: Usted participó en una campaña contra el incivismo, pero cada año se repiten las instantáneas en la isla de Mallorca de jóvenes de borrachera, ¿cómo considera que eso afecta a la imagen de Mallorca?
R: Con la campaña que citas lo que queríamos era concienciar al turista de que si iba muy borracho a cierta hora del día, posiblemente, por la noche no iba a ligar o no iba a poder salir, no iba a disfrutar. La campaña se llamaba ‘Esto puede acabar mal’ y buscábamos transmitir la idea de que otra manera de diversión es posible. Por mi experiencia, dentro de cada grupo de turistas alemanes suele existir un líder o cabecilla y entendíamos que si este recibía el mensaje, teníamos más posibilidad de éxito. Y menciono al cliente alemán porque actualmente tenemos un 70% de público alemán y creemos que así seguirá. También hemos observado un aumento en la llegada de norteamericanos, algo que parecía imposible hace 3 años.
P: ¿Cómo considera que afecta a la destino de Mallorca las instantáneas de jóvenes de borrachera?
R: De esta Playa y de esta isla podemos decir 100 cosas bonitas cada día, pero cogerán la mala y la convertirán en noticia.
P: ¿Considera que en todo destino turístico hace falta tener una zona para los botellones y las juergas? ¿Cual sería desde su punto de vista esa zona en el caso de Mallorca?
R: Creo que Playa de Palma no debería ser esa zona de borrachera. Hay una cultura y una tendencia de la borrachera, pero realmente aquí se ha venido a hacer siempre lo mismo, a descansar y a pasarlo bien. Sin embargo, hace años no se llegaba a la borrachera del coma etílico. Podríamos hablar de que es una crisis de valores y de que es muy difícil de regular. Yo no puedo prohibir nada a nadie y creo en la tesis de Adam Smith de que el mercado se regula solo. Lo que sí pienso es que debería existir varias zonas de ocio, tanto en Playa de Palma como en Mallorca, porque considero que el ocio es fundamental.
P: En Tourinews publicamos que en los siete primeros meses del año Baleares ha perdido a más de 220.000 turistas de sus principales mercados: Alemania y Reino Unido. Con estas cifras ¿hay que alarmarse?
R: Es pronto para hacer juicios, aún faltan 48.000 plazas de avión en julio y 80.000 en agosto. Considero que lo deberíamos valorar en el mes de octubre, aunque yo creo que nunca son buenas noticias que un cliente deje de venir. Pero ¿qué es un buen cliente o un mal cliente? ¿Lo define un ticket medio? ¿Lo define lo que ensucia y lo que no? ¿Lo que aporta en redes o lo que no aporta en redes? Es difícil de determinar, pero cuando acabe la temporada prefiero juzgarlo, ahora mismo considero precipitado hacerlo.