Destinos
Venezuela, lo que pudo ser y no es
Otros países sudamericanos se suben al tren del crecimiento turístico propiciado por la crisis del terrorismo
En pleno siglo XXI resulta cada vez más complejo sorprender a los viajeros con nuevos destinos que ofrezcan tanto ‘sol y playa’ como el disfrute de nuevas experiencias. Los grandes flujos del turismo mundial se concentran especialmente en el Sudeste Asiático, el Mediterráneo, el Caribe y, más recientemente, Oriente Medio.
Los recientes atentados terroristas y las tensiones geopolíticas han llevado a que algunos de estos destinos hayan desaparecido de los mapas de las empresas vacacionales, mientras que otros se han visto afectados por la masificación. Ante esta perspectiva se asoma un futuro muy positivo para la mayoría de países latinoamericanos, pero quizás no tanto para Venezuela.
La crisis política del país y la deteriorada imagen percibida a nivel internacional en cuanto a la situación de conflicto, desabastecimiento e inseguridad disuaden a los potenciales visitantes y eclipsan cualquier intento de emprender una campaña de promoción turística potente en los grandes mercados emisores mundiales. Su otro gran talón de Aquiles es la seguridad, puesto que es el segundo país con mayor índice de criminalidad (con 53,7 homicidios por cada 100.000 habitantes) según el Estudio mundial sobre el homicidio elaborado por Naciones Unidas. A su vez, es considerado un país de alto riesgo por International SOS and Control Risk.
Un país lleno de riqueza
No obstante, sus características geográficas le otorgan los ingredientes perfectos para erigirse con éxito. Se trata de país rico en recursos naturales que van mucho más allá de sus reservas de petróleo y minerales, las más grandes de América Latina y el Caribe. La nación latinoamericana cuenta con una combinación de costa, zonas desérticas, sierras, selva e islas paradisíacas.
El Parque Nacional de Canaima, Roraima (el famoso paisaje que inspiró la película ‘Up’), el Salto del Ángel (Patrimonio de la Humanidad) y un 0,7% de la Amazonía son algunos de los atractivos con los que cuenta. Sin embargo, al igual que otros países vecinos como Aruba, Curazao y Bonaire, el mayor potencial se encuentra en sus costas y en sus islas. Territorios inexplotados que suponen un atractivo muy suculento para touroperadores que buscan la nueva perla que haga las delicias de unos turistas que buscan playas paradisíacas. Isla Margarita (principal destino turístico del país) y el Archipiélago de los Roques se encuentran entre sus mejores credenciales.
Todas estas posibilidades se diluyen si se tiene en cuenta que en 2014 Venezuela recibió a 857.000 personas procedentes del extranjero que realizaron un gasto aproximado de 643 millones de dólares, según la Organización Mundial del Turismo (OMT) unas cifras bastante exiguas comparadas con los principales líderes de la región.
Lo que podría ser y no es
Los datos son reveladores, pero en un ejercicio de análisis e identificación de posibilidades de mejora, es especialmente interesante comparar los datos turísticos de Venezuela con el resto de naciones de la región. En la siguiente gráfica se constatan tres puntos primordialmente: México, Brasil, Argentina y República Dominicana son destinos consolidados; Costa Rica, Uruguay y Jamaica obtienen unas cifras receptivas muy elevadas en relación a su población total; y entre las más pobladas sólo Venezuela, Bolivia y Haití no llegan al millón de visitantes.
Y no sólo es una cuestión de números, sino de tendencias. Mientras que el resto de localizaciones mantienen un crecimiento constante, Venezuela muestra signos dubitativos según como se puede comprobar en el siguiente cuadro.
México, Brasil, Argentina, República Dominicana…parece que las playas de infarto lo son todo hasta que se analiza el caso de Perú. El país de Los Andes logra unos resultados meteóricos gracias a su riqueza cultural (legado de los incas) y una fuerte apuesta por la promoción del destino mediante su gastronomía. Con la misma población que Venezuela y con unas condiciones geográficas menos favorables –la orografía dificulta la construcción de infraestructura y los puertos venezolanos cuentan con una posición más accesible– casi le cuadriplica en términos de turismo receptivo.
Inversión en infraestructuras
Venezuela cuenta con una red compuesta por 24 aeropuertos de los cuales 13 son internacionales. Según datos del Instituto Nacional de Estadística de Venezuela, el Aeropuerto Internacional de Maiquetía Simón Bolívar (Caracas) concentra el 90% de las llegadas de visitantes extranjeros al país, sumando aproximadamente 130.000 operaciones y el tránsito de cerca de 12.000 millones de pasajeros.
Algo similar ocurre con las terminales marítimas de pasajeros. Pese a ser puerta de entrada al Mar Caribe, de los 7 puertos del país sudamericano, sólo dos destacan por la recepción de cruceros: Puerto la Guaira (en Caracas) y el Guamache (en Isla Margarita). Una gran oportunidad desechada ya que algunas de las ciudades más importantes de la nación venezolana tienen un gran potencial como puertos de partida y escala de las grandes navieras internacionales como Puerto de la Cruz, Caracas, Maracaibo, Punto Fijo o la propia Isla Margarita.
En este punto hay que valorar si la baja demanda es la causa o la consecuencia del poco movimiento en estas instalaciones o la poca inversión en la mejora de infraestructuras que den respuesta a incrementos de los flujos de viajeros. Conociendo los rendimientos de los países colindantes parece más bien una causa.
En definitiva, no basta con contar con los recursos y la belleza natural para llamar la atención de los visitantes si el destino turístico no garantiza estabilidad, solvencia y seguridad. Además, la economía turística exige inversión y reinversión en infraestructuras y en mejora de la planta hotelera, así como la elaboración y ejecución de planes estratégico turísticos que, acompañados de programas y campañas de promoción en los mercados de origen den a conocer y recuerden sus atractivos y sus posibilidades.