Hace ocho años, allá por el 2010, los economistas y emprendedores Lisa Gansky, Rachel Bootsman y Roo Rogers acuñaron el término 'economía colaborativa'. Una denominación que hacía referencia a una nueva modalidad de trabajo y de consumo que era posible gracias a la revolución digital. Para sus promotores, se trataba de una nueva forma de obtener productos y servicios basados en el intercambio entre iguales, donde no existían intermediarios y donde la tecnología era, y sigue siendo, aquel aliado indispensable que aportaba transparencia a todo el proceso.

Como en todo cambio social y económico la industria turística no ha permanecido al margen. Plataformas como Airbnb, OurShare, Blablacar, Sharing Spain o Minube School han sido algunas de las muchas empresas que han modificado el sector. La mayoría de estas start ups que han basado su negocio en el alquiler. Y no nos referimos a alquilar todo un inmueble para destinarlo a fines turísticos, sino que se ha popularizado el alquiler de determinadas áreas o espacios dentro de una misma casa. Se alquilan, por ejemplo habitaciones, azoteas, jardines y hasta salas de estar para celebrar conciertos.

Uno de los principales exponentes de este fenómeno podría ser el 'gamping', una modalidad alojativa por la que se alquilan jardines dentro de las casas para que otras personas puedan acampar en ellos. Pero, como veremos a continuación, no es la única.

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En el programa de actualidad turística de Capital Radio, Bungalow103, llamado ‘Economía Colaborativa: ¿es todo alquilable?’, Hilaire Besse, cofundador de Atiko.co explica que “la plataforma surge a raíz de querer alquilar una terraza por unas horas y no encontrar donde hacerlo”. Según su fundador, en las ciudades “las únicas terrazas y azoteas disponibles son las que están en los hoteles y no todo el mundo puede acceder a ellas”. De ese modo, a través de su web, entran en contacto las personas que quieren alquilar su terraza con aquellos que buscan una.

En palabras de Besse, el perfil de cliente suele tener “entre 30 y 35 años, tiene trabajo y busca organizar una fiesta o un evento especial”. En cuanto al precio de la azotea, afirma que en Atiko.co han creado “un algoritmo que determina qué precio justo debe valer ese espacio” que se basa en variables como “por ejemplo, si tiene barbacoa o no; o de si la azotea está ubicada en el centro o en la periferia de la ciudad”. Esta fórmula busca evitar que se produzcan “burbujas del alquiler como han ocasionado plataformas como Airbnb”.

Otro de los ejemplos de lo disruptiva y novedosa que puede llegar a ser la economía colaborativa es la iniciativa Sofar Sounds. Se trata de conciertos íntimos que se suelen celebrar en los salones de casas de particulares; los usuarios desconocen, hasta horas antes, a qué músico o banda verán tocar. Para ello, se valen de una plataforma digital que pone en contacto a lo que quieren celebrar conciertos en sus casas, los músicos dispuestos a tocar y los usuarios que buscan vivir una experiencia diferente. En palabras de Almudena Pedreño, responsable de Sofar Sounds Madrid, iniciativas así suponen para los amantes de la música “un nivel de expectación máximo” y son un gran escaparate para “descubrir a creadores nuevos”.

Para asistir a los conciertos organizados por Sofar Sounds es imprescindible realizar una solicitud de asistencia a través de su página web. A partir de ahí, se entra en un sorteo en el que, si eres elegido, tienes posibilidad de reservar hasta seis entradas. Según explica Pedreño, "aproximadamente unas 24 horas antes del evento el usuario conocerá al músico que verá tocar y el lugar donde se celebrará el concierto, que será íntimo, para unas 30 o 40 personas dependiendo del lugar". La iniciativa, que ha sido todo un éxito en la industria musical, nació en Londres en 2009 y a día de hoy se encuentra en 403 ciudades, entre ellas Nueva York, San Francisco, París, Tokio, Madrid o Barcelona. Tal y como afirma Pedreño, se engloba dentro de la economía colaborativa porque es una pequeña empresa "con poca gente involucrada, donde la colaboración entre los diferentes actores es clave”. Según cuenta, en los eventos de Sofar Sounds “unos ponen la casa, los artistas ponen la música y el público aporta las ganas de querer escuchar y el entusiasmo, a cambio de únicamente 10 euros por entrada”.

En definitiva, la economía colaborativa es un universo en el que todo es susceptible de ser alquilado y donde, con la ayuda de la tecnología, se busca crear riqueza desde ideas novedosas, rompedoras y, en muchas ocasiones, sorprendentes. Sin embargo, otras preguntas quedan en el tintero y son, a día de hoy, imposibles de responder. Por ejemplo, cómo catalogar tributariamente algunos negocios digitales, cómo garantizar un salario mínimo para los implicados o cuáles son las normas a seguir y los requisitos mínimos que deben cumplir.