Los parques de atracciones siempre han sido tradicionales enclaves de diversión y asueto. Espacios que, en el imaginario colectivo, son recreados como entornos felices, complacientes y amables. Quizás es por ello que cuando se convierten en tétricas y abandonadas moles, en donde ya ni se observan luces intermitentes ni se escuchan carcajadas infantiles, adquieren un halo fantasmagórico, casi aterrador. Y más sobrecogen cuando la desolación es la protagonista principal del lugar y lo que se pensó que fuera un mundo de fantasía y diversión ahora es, únicamente, acero oxidado, bisagras que chirrían y ruinas devastadas.
A continuación les mostramos una recopilación de algunos de estos emblemas de la diversión que se convirtieron en mastodontes olvidados.
Abróchense los cinturones, que comienza el trayecto.
Parque de Atracciones de Vizcaya
Conocido como el parque de atracciones de Artxanda, fue impulsado por la Diputación Foral de Vizcaya y se inauguró en el año 1974. Desde la institución vasca pretendían crear un espacio de recreo y encuentro para toda la familia; sin embargo, el parque nunca tuvo la aceptación esperada. En el año 1990 cerró sus puertas y desde entonces ha sido un gigante espacio abandonado (su superficie ocupa unas diez hectáreas y está ubicado en la ladera del monte Ganguren, en Galdakao) en el que entraban intrusos. Para su demolición y derribo se han destinado 1,5 millones de euros.
Parque de atracciones Tívoli de Las Palmas de Gran Canaria.
Estaba situado en la capitalina playa de La Laja, en la isla de Gran Canaria. Su construcción comenzó en los años 70, pero debido a problemas económicos nunca se concluyó y, por ende, nunca estuvo en funcionamiento. El derribo del parque fantasma se llevó a cabo en 2013.
Parque de atracciones Takakonuma Greenland, en Japón. Inaugurado en 1973, el recinto siempre ha estado rodeado de una cierta leyenda negra. Y es que a pesar de que en la década de los 80 funcionó a pleno rendimiento, e incluso fue sede de una de las atracciones más famosas de Japón, el Dragón Blanco, su historia siempre ha estado ligada a una fábula sobre su ideólogo y constructor, el empresario Makoto. Cuenta la leyenda que el único deseo de Makoto era construir el parque de atracciones pero no tenía dinero para hacerlo. Para lograr llevarlo a cabo, pidió ayuda a un oni, figura mitológica de la tradición folclórica japonesa que podría equipararse con los demonios occidentales. Según el relato, Makoto consiguió crear su ansiado parque pero el día de la inauguración, su hija desapareció. A este mito se suman diversos sucesos acontecidos dentro del recinto que no ayudaron a mejorar su reputación. Mientras estuvo en funcionamiento fallecieron 6 personas y muchas resultaron heridas por fallos en la seguridad, por lo que el recinto finalmente cerró sus puertas en 1999.
Wonderland Amusement Park de Pekín. La idea inicial era crear, a las afueras de Pekín, un parque que fuera el más grande de toda Asia y que compitiera con el mismísimo Disneyland París. Su construcción se paralizó en 1998 debido a las confrontaciones con las autoridades, dando paso así a un descuidado y decrépito lugar a las afueras de la capital del Gigante Asiático
Parque de atracciones de Pripyat, en Chernobyl. Probablemente, uno de los parques de atracciones abandonados más fotografiados del mundo. Su icónica noria oxidada es símbolo del desastre que vivió la ciudad el 26 de abril de 1986, cuando se produjo el accidente nuclear más grave de la historia. El parque, cuya inauguración estaba prevista para el 1 de mayo de ese mismo año, es decir, para tan solo unos días después del accidente, nunca se produjo.