2022 estaba marcado como el año de la recuperación turística para Sri Lanka, un destino emergente cuyo crecimiento se vio truncado en 2019 por los atentados que golpearon al país y que se vio agravada en los dos años posteriores con la pandemia. Ahora, tras un inicio en el que los operadores turísticos se mostraban optimistas, todo parece derrumbarse de nuevo con la dimisión del primer ministro, las revueltas en las calles y la escasez de todo tipo de suministros.
El país asiático se encuentra inmerso en una crisis política, social y, sobre todo, económica. Una debacle de la que uno de los principales causantes ha sido la falta de turistas por tres años consecutivos. Y es que la escasa entrada de divisas extranjeras, sumada a una mala gestión por parte del Ejecutivo, ha llevado al país al colapso económico.
Sin un litro de combustible
La agitación antigubernamental se llevaba gestando desde principios de año, con manifestaciones y protestas pacíficas; sin embargo, la escasez de combustible, alimentos y medicamentos provocó el estallido del descontento, que se volcó con violencia sobre el primer ministro Mahinda Rajapaksa quien, con tal de aplacar los enfrentamientos en las calles, dimitió el pasado 9 de mayo.
No obstante, la dimisión está lejos de pacificar o arreglar la situación de este país de 22 millones de habitantes. La agitación sigue y puede ir a peor si se tienen en cuenta las previsiones del que es el nuevo primer ministro desde el pasado 12 de mayo, Ranil Wickremesinghe. En su primera declaración institucional, ha admitido que el lunes era “el último día de gasolina en el país”. De hecho, ha aseverado que necesitan reunir urgentemente 75 millones de dólares en divisas extranjeras para pagar las importaciones esenciales de petróleo, gas y queroseno.
Si bien esperan la llegada de algunos cargamentos facilitados con las líneas de crédito de la India, la situación difícilmente mejorará. “Los próximos dos meses serán los más difíciles de nuestras vidas. Debemos prepararnos para hacer algunos sacrificios y enfrentar desafíos en este período”, comentó el dirigente.
La crisis turística en cifras
Wickremesinghe aseguró que, en noviembre de 2019, sus reservas de divisa extranjera se situaban en los 7.500 millones de dólares, hoy tienen problemas para reunir un millón de dólares.
Este descenso se debe, en gran medida, a la caída del turismo extranjero. Según datos del Banco Mundial, Sri Lanka alcanzó su pico récord de ingresos por turismo en 2018, con 5.610 millones de dólares estadounidenses. En 2019, año en el que el país sufrió atentados con centenares de víctimas, los ingresos cayeron a los 4.660 millones. En 2020 y 2021, la cifra se redujo a los 1.080 y 633 millones, respectivamente.
De enero a marzo de 2022, el Banco Central de Sri Lanka ya estimaba unos ingresos de 513 millones de dólares, algo que refrendaba que la nación asiática se encontraba en plena recuperación turística, con India, Reino Unido, Alemania, Rusia y Francia como principales mercados emisores. Ahora, con el clima político hostil sumado a la escasez de combustible, todo cambia: países como Reino Unido, Irlanda o Alemania están recomendando evitar todos los viajes no esenciales a Sri Lanka.
Ante esto, touroperadores como TUI UK & Ireland, filial británica del gigante turístico, ya han anunciado que cancelan sus programas, al menos, hasta el 31 de mayo. Recalcan que la decisión no afecta a los clientes cuyo vuelo haga escala en el Aeropuerto Internacional de Sri Lanka ni a los que actualmente se encuentran en el destino disfrutando de sus vacaciones. No obstante, habrá que seguir de cerca cómo evoluciona la situación, especialmente en lo que respecta al combustible y a las protestas, y qué decisiones toman el resto de compañías turísticas.