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“El océano ya no es un lugar idílico para los animales”

Javier Almunia, doctor en Ciencias Marinas y presidente de la EAAM, destaca que entre el 15 y el 20% de los varamientos de animales muertos está producido por el efecto de los humanos en el mar

“Hay una serie de conflictos que hace que el océano ya no sea ese lugar idílico para los animales”, asegura Javier Almunia, doctor en Ciencias Marinas y presidente de la Asociación Europea de Mamíferos Acuáticos (EAAM), en una entrevista en exclusiva para Tourinews. Almunia también es presidente de la Asociación Ibérica de Zoológicos y Acuarios (AIZA) y director del Loro Parque Fundación.

La mayor parte de estos conflictos están producidos por el efecto de los humanos en el mar y van desde la contaminación –de todo tipo, incluyendo la acústica– hasta la matanza de los grandes cetáceos que suponen una amenaza para la pesca. Además, explica que tampoco está comprobado científicamente que los santuarios para cetáceos sean realmente efectivos, sino “todo lo contrario” y que la devolución de estos ejemplares al mar es “absolutamente imposible” en la mayoría de los casos.

Pregunta (P): ¿Cuál es la salud de los océanos? ¿Siguen siendo ese lugar fantástico que todo el mundo piensa que es?

Respuesta (R): No, realmente el océano ya no ese lugar idílico. A pesar de que es enorme y muchos pensaban que nunca podría acabarse la pesca, por ejemplo, y que nunca podríamos llegar a impactarlo de forma global, eso ya no es cierto. Ahora mismo, la contaminación de todo tipo –química, disuelta, en forma de microplásticos, etc.– se encuentra en absolutamente todos los océanos. Otro problema grave es la contaminación acústica de los océanos, la captura directa de algunos cetáceos para la alimentación o la matanza de otros animales porque suponen una amenaza para el pescado de los pescadores… Hay una serie de conflictos que hace que el océano ya no sea ese lugar idílico para los animales. El Instituto Universitario de Sanidad Animal de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria tiene una de las mejores redes de varamientos de Europa y hace 15 años informó que prácticamente un tercio de los varamientos de animales muertos en las costas estaba producido por el efecto de los humanos en el mar. Afortunadamente, gracias a su trabajo y a que Canarias está a la vanguardia de la protección de cetáceos con el sónar militar, se consiguió reducir este impacto antropogénico. Ahora mismo, creo que está en un 15 o 20%. Nuestro impacto en el mar es muy severo.
 

Almunia Javier

 

"En la mayoría de los casos es absolutamente imposible devolver los cetáceos al mar"


P: También se habla de santuarios marinos, ¿son viables como alternativa a los zoológicos para preservar las especies?

R: No hay evidencia científica de que lo sean y lo poco que conocemos de ellos, dice todo lo contrario. En este momento solo hay dos en todo el mundo: uno con belugas en Islandia y otro con delfines en Indonesia. El de Islandia es el que conocemos un poco mejor. Allí trasladaron a dos animales desde China para mantenerlos, aparentemente, en muchas mejores condiciones en una gran zona de 30.000 metros cuadrados. El hecho es que solo estuvieron unos cuatro o cinco meses allí, después los volvieron a colocar en una pequeña piscina convencional, diciendo que no podían pasar el invierno en aguas tan frías –lo cual es un poco ridículo porque las belugas viven en zonas mucho más al norte de este santuario–. Ha pasado el invierno y el verano y los animales siguen allí. Lo que sabemos ahora es que quizá vuelvan el año que viene en verano, pero no a todo el santuario, sino a una zona restringida. Entonces, ¿qué ventaja te aporta tener ese gran espacio? Hay algún problema ahí que no mencionan, no hay transparencia en el bienestar de esos animales. Para nosotros sería muy importante saber cuáles son los grandes beneficios de esos lugares porque estas organizaciones los venden como si fueran la panacea y lo que realmente parece es lo contrario.

P: ¿Es posible devolver a todos los cetáceos que están en cautividad al mar?

R: No, en la mayoría de los casos es absolutamente imposible. Por ejemplo, en el caso de las orcas, tenemos animales que son descendientes de orcas del Atlántico y del Pacífico. Las orcas del Atlántico y del Pacífico hace decenas de miles de años que no intercambian sus genes, por lo que, si los soltamos, estaríamos introduciendo una genética exótica en la naturaleza y eso está completamente desaconsejado por la Organización Internacional de Conservación. En el caso de muchos delfines que son nacidos de segunda y tercera generación bajo cuidado humano en delfinarios, habría que readaptarlos al océano y, en este caso, no tenemos el conocimiento científico para hacerlo. Además, los recursos en el océano son tan escasos que, si en un lugar donde ya hay delfines ahora reintroducimos otros 20 procedentes de un delfinario, van a competir por los recursos y van a sufrir.
 

Veterinarios de Loro Parque en los cuidados de una orca

P: En los últimos meses, se ha hablado de los ataques de las orcas a algunos veleros en el Estrecho de Gibraltar y en Galicia, ¿han consultado el motivo de este comportamiento a Loro Parque, por ejemplo?

R: Sí, hemos recibido bastantes consultas sobre personas que iban a navegar por la zona y querían saber qué podían hacer ante estos comportamientos. Ante todo, les hemos dicho que intentaran respetar a los animales porque ya se han dado casos en los que les han echado gasoil a las orcas o las han golpeado para ahuyentarlas. Loro Parque Fundación financia desde hace más de 15 años un proyecto en Gibraltar con una ONG local que conoce muy bien a esos ejemplares. Ellos piensan que son dos ejemplares muy concretos los que están presentando este comportamiento. También estamos en contacto con el Ministerio de Transición Ecológica, que nos ha planteado que en algún punto podrían necesitar de nuestra ayuda para intentar resolverlo.

P: ¿Cómo se gestiona esto?

R: Es muy complicado. Lo primero es conocer exactamente qué está sucediendo. Hay una teoría que dice que pueden estar buscando el chorro que produce la hélice del velero porque les gusta jugar con él. La experiencia con nuestros animales en el Parque nos muestra que les encanta jugar con chorros de agua, por lo que esa teoría parece tener sentido. Si las orcas hubieran interpretado que estos barcos producen chorros y es divertido, se acercarían a conseguirlos. Cuando no funciona la hélice, lo que hacen es tocar a ver qué es lo que hay que hacer para encenderla. Esa necesidad de que algo ocurra podría estar disparando estos comportamientos y habría que planificar una intervención para evitar que siguiera sucediendo.

 

*Este artículo forma parte de una entrevista dividida en cuatro fragmentos.

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