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“El Certificado Covid Digital es una medida excepcional, no es algo que venga para quedarse”

Federico de Montalvo, presidente del Comité de Bioética de España, considera que el 'pasaporte' es una medida correcta, no discriminatoria y que se justifica solo en el contexto actual

El próximo 1 de julio entra en vigor en la Unión Europea el Certificado Covid Digital, que permitirá restaurar la libertad de circulación en el espacio Schengen a los ciudadanos que lo porten. Esta medida es una cuestión sanitaria que afecta a la vida de las personas, por lo que Tourinews ha tenido la voluntad de consultar sus implicaciones éticas en una entrevista en exclusiva a Federico de Montalvo Jaaskelainen, presidente del Comité de Bioética de España.

Tal y como asegura el presidente, el ‘pasaporte Covid’ inicialmente presentaba un “problema ético de calado”, que era la discriminación hacia aquellas personas que no han sido inmunizadas porque no pertenecen a un grupo prioritario. “Yo creo que la Unión Europea lo ha hecho bien porque ha salvado esa objeción, permitiendo acceder al certificado por tres vías: vacuna, anticuerpos o prueba diagnóstica”, destaca Jaaskelainen. Por otra parte, también asegura que se han establecido varias cláusulas que protegen los datos sanitarios del portador y que, por tanto, el país destinatario “no va a saber el motivo” por el cual obtuvo el certificado.

De cualquier manera, Federico de Montalvo cree que esta medida es excepcional y “no es algo que venga para quedarse”. “Al margen del contexto actual, esta herramienta no tendría justificación”, concluye.
 

Certificado de vacunación que permita la movilidad

Pregunta (P): ¿Cuál es la misión del Comité de Bioética de España?

Respuesta (R): Nuestra misión es doble. Por una parte, consiste en pronunciarnos a petición del Gobierno, incluso de los gobiernos autonómicos, sobre propuestas o proyectos de ley que tengan impacto bioético; y, por otra parte, emitir informes a decisión propia sobre temas que creamos que son de actualidad en el ámbito de la bioética. Por tanto, actuamos a demanda de la autoridad pública o por iniciativa propia.

P: ¿Y qué es la bioética?

R: Es aquella parte de la ética que estudia los problemas y dilemas que se plantean en el ámbito de la salud. Es decir, estudia cuál es la toma de decisiones más correcta. Por ejemplo, el miércoles pasado estuve en la reunión de la estrategia nacional para la vacunación frente a la Covid con el Ministerio. Quienes estuvimos en representación del sector de la bioética opinamos sobre cuál es la decisión que respondería a los principios y valores éticos, en relación con la distribución y la priorización de la vacuna.

P: ¿Y qué papel juega la bioética en la implantación del ‘Certificado Covid Digital’?

R: Aquí existe un viejo debate. Ya desde el verano pasado se planteó la posibilidad de implantar un certificado para reactivar, en cierta manera, la economía. Ese pasaporte inicialmente presentaba un problema ético de calado, que era la discriminación. Es decir, yo no estoy inmunizado porque no he pasado la enfermedad ni he recibido la vacuna porque no pertenezco a un grupo prioritario. Por tanto, no estoy inmunizado y tampoco se me da el certificado, que sería lo que yo llamo una especie de doble castigo: no vacuna, no certificado. Ese era el principal problema ético, junto a problemas vinculados a la protección de los datos de salud íntimos del portador: en qué medida se está transfiriendo internacionalmente esos datos o quién accede a ellos.



 

P: El hecho de que el ciudadano no pueda decidir cuándo vacunarse hace que exista, de alguna manera, dos categorías de ciudadanos

R: Claro, por eso decía que era un doble castigo. A mí no me vacunan y, además de no ser inoculado, se sigue limitando mi libertad de circulación. Por eso era el principal problema ético que planteaba esta cuestión hace casi un año, cuando surgió el debate por primera vez. Yo creo que es lo que se ha discutido en el ámbito de la Unión Europea.

P: En verano habrá muchísimos padres que estén vacunados, pero sus hijos no, por lo que, para poder obtener el pasaporte Covid e irse de vacaciones, tendrán que hacerles PCR y eso tiene un sobrecoste para la familia. Así también se están generando dos categorías de turistas

R: Claro. Aquí, yo creo que la Unión Europea lo ha hecho bien porque ha salvado esa objeción, permitiendo acceder al certificado por tres vías: ser vacunado, que no depende de las personas, sino de los programas nacionales de vacunación y de la priorización; haber desarrollado anticuerpos por haber tenido la enfermedad; y el someterse a una prueba PCR o un test de antígenos que demuestre que no está infectado. Entonces, con eso salva el problema de la discriminación. El siguiente problema, como bien planteabas, es que las vacunas son gratuitas, pero en cambio las pruebas no son precisamente baratas. De hecho, en el Parlamento, lo que obstaculizó durante unos días la aprobación de este importante reglamento fue el tema de la gratuidad de las otras vías. Yo creo que eso es lo importante, garantizar la gratuidad. A veces se confunde este certificado como algo que impulsa la economía, que es verdad, pero su fin no solo es ese, sino la libertad de circulación. Hay que recordar que la libertad de circulación es un derecho fundamental reconocido en nuestra Constitución y en todos los textos internacionales. Por tanto, este certificado restaura un derecho que conecta mucho con nuestra dignidad.


Federico de Montalvo Jaaskelainen, presidente del Comité de Bioética de España.

P: En una entrevista de este medio con Juan Fernando López Aguilar, señaló que los datos sanitarios del ciudadano están a salvo y no viajan con él ni con el certificado. ¿Coincide con él?

R: Sí, coincido con él. Primero, hay que tener en cuenta que la Unión Europea tiene una muy robusta legislación en materia de protección de datos. El reglamento por el que se crea el Certificado Digital Covid ha tenido muy en cuenta esa regulación y se establecen varias cláusulas que protegen los datos de salud. Uno es la minimización de datos, es decir, el país al que viajo no va a saber el motivo por el cual yo tengo el certificado, solo va a tener un código QR que determina que yo puedo circular. Por ejemplo, en mi caso, tengo dos vías de acceso al certificado: tengo anticuerpos porque tuve la enfermedad en marzo del año pasado y acabo de ser vacunado. En septiembre tengo que viajar a Francia, ¿ese Estado va a saber cuál es mi dato de salud? No. Solamente va a saber si yo, colocando ese código en un lector digital, puedo o no pasar a su país. No cabe tampoco crear bases de datos, por lo tanto, el propio reglamento dice con total acierto que no hay transferencia internacional ni europea de datos.

P: Entonces, más que un pasaporte, es como un visado. Una autorización a viajar

R: Claro, es un visado que, para obtenerlo, tenemos que acreditar algo, pero ninguna persona va a saber qué he acreditado yo. Yo creo que lo bueno de esto es que la Unión Europea está intentando adoptar medidas que restauren derechos, a pesar de la situación de incertidumbre. Y como toda medida que se adopta ahora, tenemos que acostumbrarnos a que no son medidas que no deban ser revaluadas. Es decir, la medida puede ser buena, yo creo que en principio lo es. Pero si dentro de uno o dos meses vemos que no está funcionando bien, que se está utilizando para discriminar o que se está falsificando, el propio reglamento establece unos periodos de revaluación de la medida y, además, ajustándolas en todo momento a las evidencias científicas.

P: ¿Este pasaporte Covid puede llegar a convertirse en un “documento nacional de salud” para viajar?

R: No. El propio reglamento dice que esta es una medida excepcional, en un contexto excepcional. Tiene una vigencia, en principio, de un año. Pero si la situación de la pandemia aconsejara retirarlo antes y, por tanto, garantizar una libertad de circulación sin ningún tipo de documento, el certificado sería un obstáculo injustificado. Esta herramienta encuentra su justificación en el contexto actual. Al margen de este, no tendría justificación. Por lo tanto, no es algo que venga para quedarse y tampoco creo que en el futuro se pueda limitar la libertad de circulación de los ciudadanos por padecer una enfermedad porque, realmente, en una sociedad de innovación y progreso como la nuestra, aceptamos ciertos riesgos. Todos hemos viajado al lado de alguien que podía tener una gripe y nadie le ha impedido viajar. Si empezamos por una génesis tan radical como que a nadie se le permita viajar por tener una mínima enfermedad, esa sociedad a mí, personalmente, no me va a gustar mucho. Prefiero asumir un riesgo, siempre que sea tolerable, y que todos seamos libres.

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