Tourinews ha tenido la oportunidad de entrevistar a Juan Miguel Ferrer, CEO de Palma Beach (Mallorca). Palma Beach es una marca de calidad, creada en 2016 por un grupo de empresarios de Playa de Palma, que engloba a las principales empresas turísticas de la zona y que busca regenerar y reposicionar la zona mallorquina como un destino de excelencia que apuesta por un nuevo modelo turístico y sostenible. Palma Beach engloba reconocidas marcas hoteleras, tales como RIU, Iberostar o Hipotels, además de otras importantes empresas dentro de la cadena de valor turística.
Ferrer insta a las instituciones a poner en marcha medidas que ayuden a reactivar la actividad del sector turístico porque ni “España, ni mucho menos las Islas Baleares, se pueden plantear este año sin turismo”. El pasaporte de vacunación es una de ellas. También habla de la efectividad de los corredores turísticos seguros, tal y como se pudo comprobar el pasado verano en Playa de Palma (Mallorca), donde no tuvieron “ningún problema con las infecciones”, aunque, según Ferrer, se vieron perjudicados por la incidencia acumulada en otros municipios de la Isla.
Pregunta (P): ¿Qué es Palma Beach?
Respuesta (R): Palma Beach es la versión 2.0 de la Playa de Palma (Mallorca). Es una versión nueva y reformada, dinero invertido por un grupo de empresarios, que somos como 52 empresas agrupadas, en lo que sería la nueva versión del nuevo modelo turístico para los próximos 20 años en Playa de Palma. Hoteles, restaurantes, ocio… toda la destinación forma parte de esto, lo que viene siendo una experiencia. Desde un chárter de barco hasta un golf, un hotel, un buen restaurante… Incluye todos los servicios y empresas que apuestan por calidad y han reinvertido en la zona.
P: ¿Cómo se ve desde primera línea del sector turístico la vacunación y las medidas sanitarias para la reactivación de la movilidad? ¿Cree que la vacuna es la única solución o piensa que hay que aplicar más medidas?
R: Sería la única solución en un mundo perfecto en el que hubiera suficientes dosis para todo el mundo y estuviéramos vacunando a 11.000 personas diarias. Pero la realidad es que no llegamos ni a 1.000 diarias, por lo que tenemos que acoplar más soluciones a la medida de la vacuna. Estas podrían ser, primero, vacunar a la gente mayor, a todos los sanitarios y las fuerzas del orden; luego, a diferentes personas de riesgo, pero, al mismo tiempo, tenemos que activar una forma que permita que los inmunes o quienes hayan desarrollado defensas viajen y también lo hagan quienes se hacen un PCR. Con estas tres cosas a la vez, yo creo que el sector turístico ya se podría movilizar.
P: Algunos expertos apuntan a que recuperaremos cierta normalidad para viajar a finales de 2021 o principios de 2022, ¿qué sucedería si tenemos que esperar hasta esas fechas?
R: Yo entiendo que se quieran curar en salud y, si fuera por números matemáticos, solo se podría seguir viajando cuando el virus deje de existir. La realidad es otra: el sector no puede aguantar un año más. De hecho, el país no ha sido capaz de desarrollar ayudas para el sector turístico, todos son préstamos y apalancamientos, las ayudas son mínimas, burocráticas, difíciles… Todo es muy complejo. El país no tiene capacidad para aguantar una temporada turística más sin la reactivación del sector. Tenemos que reinventarnos y tienen que dar soluciones reales para que, de alguna forma, haya movilidad y el transporte venga controlado desde los países emisores hacia nuestros destinos. Nosotros, en las islas, somos unos afortunados porque con una buena gestión, tanto en Canarias como en Baleares, tenemos dos vías de entrada controladas: puertos y aeropuertos. En la Península es un poco más complejo debido a las carreteras, pero también hay fronteras porque somos una península, es decir, está cerrada. Con lo cual, creo que hay fórmulas y maneras. El pasaporte sanitario era una de ellas, aunque sigue habiendo un debate burocrático entre los países que tienen que arreglar. Pero ni España, ni mucho menos las Islas Baleares, se pueden plantear este año sin turismo.
P: Mallorca vivió un intento de reactivación en 2020 que tuvo bastante éxito, pero después se desvaneció. ¿Cuál es la lectura de esta experiencia?
R: El destino, el corredor turístico y las medidas de seguridad de los hoteles, restaurantes y playas funcionaron y durante 45 días vivimos un espejismo de lo que podrían ser las futuras temporadas turísticas. No obstante, fracasó en el momento en el que nuestro índice pasó de los 200 infectados por cada 100.000 habitantes, debido a que, en el número total de la estadística, se acumularon zonas y barrios de Palma que nada tenían que ver con las zonas turísticas. Y, a partir de ahí, como no hubo nadie que diera una explicación en alemán e inglés para debatir esa matemática, desde Alemania se decidió declarar Mallorca como zona no segura por el índice de contagio. Y, al no ser segura, no podían venir los turistas.
P: ¿Por qué dice espejismo? ¿Qué sucedió?
R: Fue un espejismo en el sentido de que era algo que estaba funcionando, se estaba demostrando que las zonas turísticas no estaban contagiadas y no había infecciones, al ser zonas al aire libre, en verano y con todo el mundo con mascarillas y respetando las medidas de seguridad. Pero nos vimos afectados por cifras de dos barrios muy concretos de Palma, que perjudicaron al total de las cifras de infectados. Una media matemática afectó a toda una zona turística y creo que hay la suficiente inteligencia y tecnología para que no nos vuelva a pasar. Ahora tengo entendido que perimetralmente se puede cerrar. Si se puede cerrar un perímetro concreto de un barrio, hazlo. Pero que no afecte a toda una destinación en una isla o a una zona turística en concreto. Cuando nosotros abrimos, gracias a Dios, no tuvimos ningún problema con infecciones.
P: ¿Cree que el pasaporte de vacunación va a formar parte de la documentación de viaje de los próximos turistas?
R: Creo que no queda más remedio y creo que llegan tarde. Deberían haberlo hecho ya, hay escritos desde el año pasado sobre ese tema. Creo que deberían haber usado la tecnología encriptada para que cada persona tuviera su propio código y no sea manipulable. Que, de alguna forma, refleje si está inmunizado, vacunado o si se ha hecho una PCR. Yo creo que están tardando en ponerlo en marcha.
P: Y, como destino turístico, ¿serían bienvenidas las personas vacunadas y las que no lo están no?
R: No y sí. Una cosa es lo que a mí me gustaría y otra cosa es lo políticamente correcto. Con las vacunas estamos en un cuello de botella enorme, debido a la gran demanda y a los precios desorbitados que están pagando otros países por tenerla. Hay un follón de logística y de dinero increíble. Esto se tiene que regular y la Unión Europea ya ha dado un par de avisos importantes. También hay que pensar que la vacuna de Johnson & Johnson, que sale en abril, es de una toma y no necesita ser almacenada en frío, lo que facilitará la situación y tendremos cuatro vacunas en Europa. Yo creo que esto va a ir evolucionando, pero mientras tanto, en el momento en el que nosotros tengamos a nuestros sanitarios, la gente mayor y de riesgo vacunada y los hospitales vacíos, la gente tiene que poder volar con un PCR.
P: Imagina un escenario realista, ¿cuál es su visión del turismo en Baleares para este año?
R: 15 de abril, prueba piloto con un corredor turístico en alguna zona en concreto. En mayo, arrancar con diferentes colectivos deportivos y empezamos a movilizar diferentes zonas. Y, en junio, business as usual con las medidas sanitarias. A finales de octubre o noviembre, el 60 o 70% de la población vacunada y el año que viene ver qué mutaciones puede haber y estar alerta para que esto pueda pasar a la historia. También es importante remarcar el tema de los medicamentos antivirales. La cuestión no es solo que la enfermedad no me pille, sino que, si me pilla, no me mate, que me cure enseguida como un resfriado. Es como descubrir un gelocatil hace 100 años.