Tras analizar el perfil de los recién graduados en Turismo e identificar las principales carencias al llegar a la mercado laboral Turismo e identificar qué perfiles son los más demandados por la industria turística actual, llega el momento de que los profesionales del sector aporten ideas y soluciones que la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC) pueda implementar con el fin de mejorar la oferta formativa y ajustarla a los requisitos del mercado.
En esta pieza se recopilan las conclusiones del encuentro Tourinews Networking organizado por este diario con el que se ha pretendido crear un foro de debate que acerca a los expertos turísticos de diferentes áreas de la cadena de valor y a representantes académicos.
Más prácticas en empresa desde los primeros pasos
A la hora de reseñar las carencias de los recién egresados, uno de los aspectos más destacados fue la laguna existente entre su conocimiento teórico y su capacidad de llevarlo a la acción. “La teoría está muy bien, pero veo falta de práctica”, destacó Mapi Orihuela, directora de hotel en Corallium Dunamar de Lopesan Hotel Group. Para solventar este escollo recomendó que las prácticas se realicen durante los cuatro años que conforman el Grado en Turismo y no solo en el último. María Padilla, responsable de Formación y Desarrollo en Princess Hotels & Resorts, apoyó la propuesta comentando que “se aprende haciendo”.
Iciar Gatell, directora Comercial Meeting Point Spain, puso como ejemplos a escuelas especializadas como la École Hôtelière de Lausana o Les Roches Global Hospitality Education Marbella donde “hay un programa que empieza desde el primer año con prácticas obligatorias en distintos departamentos”. Extrapolándolo, comentó que en el caso del Grado en Turismo de la ULPGC se podrían programar las prácticas para que los alumnos pasen por distintos entes: agencias de viajes, receptivos, etc.
Por su parte, Ignacio Poladura, adjunto a la dirección general y dirección Comercial y de Marketing de Viajes Insular, destacó que si la cuestión es hacer muy práctico el grado, a lo mejor habría que pensar “en hacer un hotel escuela o conseguir sinergias con Hecansa para aquellos que quieran trabajar en hotelería". En su opinión, también habría que crear especializaciones en otras áreas como “la distribución del producto turístico y todo lo que es el destino (desarrollo de productos diversificación de negocios, transporte, etc.)". Al respecto, Juan Manuel Benítez del Rosario, decano de la Facultad de Economía, Empresa y Turismo de la ULPGC, explicó que próximamente estrenarán en la facultad una escuela práctica financiada por Amadeus y auspiciada por el rector para dar “aprendizaje de todo, desde una recepción al resto de áreas del hotel”.
Con respecto a las prácticas, Pablo Guillén, director comercial de Hoteles THe, entonó el mea culpa por parte de los empresarios y admitió que cuando llega un alumno en prácticas durante el verano a veces lo ven más “como un peso” que como “alguien a quien sacar provecho”. No obstante, recalcó que esto se debe a que “te lo mandan durante una semana o dos y es muy poco tiempo”. Coincidió con él Ignacio Moll, CEO de Tourinews, que se lamentó de la poca duración de las prácticas de programas como MENTOUR: “La voluntad de los estudiantes es estar más tiempo”.
A esto replicó el rector de la ULPGC, Rafael Robaina, que al igual que se exige más tiempo de prácticas, cuando el recién graduado se incorpora al mercado laboral, las empresas deberían hacer pruebas de un año en lugar de tres meses “para darles la oportunidad de mostrar cómo se desarrollan”.
Ignacio Poladura remató este capítulo instando a la universidad a que exija “una serie de objetivos a aquellas empresas que quieran acogerse a ciertos programas formativos” para evitar que los estudiantes sean tratados como una carga.
Prácticas para profesores
No solo se habló del abismo existente entre teoría y práctica desde la perspectiva del alumno, sino que en este sentido también se señaló a los profesores que imparten el Grado en Turismo. “En otras universidades extranjeras tienen profesores que son profesionales que están trabajando, que tienen mucho contacto con el profesional, y además cuentan con muchas herramientas que en la ULPGC, por motivos varios, no tiene”, sentenció María Padilla.
Ignacio Moll dio un paso más allá y destacó que muchos profesores “no saben cómo se trabaja en las empresas y están educando/formando a los alumnos”. “Esto es muy revolucionario pero se me acaba de ocurrir: igual hay que cambiar de enfoque, que los profesores hagan también prácticas en la empresa", añadió y se mostró dispuesto a que profesores que imparten comunicación turística puedan acudir a su empresa para ver cómo es el trabajo: “Tendemos la mano a recibirles y colaborar en lo que quieran”.
Estancias en el extranjero
Para resolver las carencias en idiomas, las soluciones propuestas son variadas. Mapi Orihuela, preocupada por el bajo nivel de alemán para atención al cliente, recomendó incentivar desde la universidad que los alumnos pasen un tiempo en Alemania. En este sentido, Iciar Gatell, recordó que Lausana o Les Roches obligan a sus alumnos a “realizar prácticas en el extranjero al menos durante un semestre”.
Por su parte, Ignacio Moll apuntó otra posibilidad: que la ULPGC no entregue la titulación hasta que el graduando no demuestre que cumple unos requisitos mínimos de idiomas, ya sea mediante titulación externa (Escuela de Idiomas o Cambridge) o mediante un examen.
Dobles grados o especializaciones
De cara a crear profesionales más completos para áreas específicas de la industria turística que tienen problemas para cubrir vacantes, como la distribución o la comercialización, Iciar Gatell propuso la creación de dobles grados en los que se combine el Turismo con otras áreas como Marketing, Informática, Recursos Humanos, etc. o el impulso de especializaciones.
Ignacio Poladura explicó que ya se está trabajando desde esta perspectiva en el Máster de Turismo de la ULPGC. Aclaró que “hay cambios metodológicos muy importantes” basándose en proponer a los estudiantes distintos roles y fijarles retos que deben alcanzar mediante una interacción permanente con la empresa.
Trabajos por proyectos
Siguiendo ese mismo modelo es interesante analizar la propuesta de Arjan Kers, director general de TUI Nederland, que explicó que la empresa trabaja mano a mano con las universidades en la implantación de nuevos proyectos de tecnología y sostenibilidad: “Antes, casi todos los proyectos los dejábamos a consultorías externas, esto ha cambiado. Hoy utilizamos grupos de estudiantes de diferentes niveles a los que encargamos un proyecto y les exigimos unos requisitos. Los estudiantes lo entregan en el tiempo asignado y, si vale, lo implementamos en la empresa”. Aclaró, además, que estos proyectos también involucran a sus propios empleados.
En esa misma línea, Poladura recordó el proyecto DEMOLA, impulsado por la Consejería de Economía, Industria, Comercio y Conocimiento del Gobierno de Canarias en 2015 y mediante el que se formaban determinados grupos de alumnos a los que desde la empresa se les planteaban una serie de objetivos. “Los alumnos se reunían periódicamente para dar a conocer cómo iban avanzando en la consecución de los retos determinados. En este caso no es unidireccional, se produce una retroalimentación entre lo que aporta el estudiante y la empresa”, remarcó.
Charlas en la universidad de los profesionales turísticos
De cara a aumentar la relación entre empresa y universidad y, asimismo, motivar a los alumnos para despertar en ellos la ilusión por el turismo, María Padilla propuso que “durante el primer y el segundo año los profesionales de los diferentes sectores turísticos den charlas para que el alumnado entienda la importancia de que si no tienen el nivel, no trabajarán y para que conozcan la diversidad que hay en el sector turístico”. Orihuela respaldó la idea destacando que “la empresa puede ayudar a la universidad para innovar, pero debe haber más comunicación y más colaboración”.
La idea fue descartada por Robaina que aseveró que “esa aproximación informativa al aprendizaje no es productiva, el aprendizaje no es mera comunicación. Solo un 1 o 2% recibe esa impronta”.
Sin embargo, Moll insistió en que se debería crear “una clase del horror” en cada curso en la que se les advierta de lo que les espera, de cómo es la empresa turística y el sacrificio que requiere: “Confrontémosles con la dura realidad: El mundo es como es y nosotros no lo vamos a cambiar”. “Si esto no sucede —añadió—, cuando lleguen al final y se vayan a incorporar al mercado, van a pensar que no es lo que les prometieron”. Por último, incidió en que los profesionales del sector están dispuestos a ayudar a formar a los profesionales para el futuro.
Derribar la barrera existente entre la empresa y el entorno académico
En definitiva, la clave es conseguir que todo el conocimiento que se genera y se comparte en la universidad esté alineado con los requisitos de las empresas y que llegue, finalmente a estas. Y salvar este último escollo cuesta mucho.
Un primer paso es que la tecnología utilizada dé el salto a las empresas. Sergio Moreno, investigador del Instituto Universitario de Turismo y Desarrollo Económico Sostenible (TIDES) de la ULPGC, reveló que actualmente desde la institución están trabajando en un laboratorio de análisis de emociones que, mediante reconocimiento biométrico y facial, permite ver las emociones, la atención y la respuesta de los usuarios. Aclaró que los alumnos van a utilizar esa nueva tecnología y van a poder aplicarla y desarrollarla en las empresas.
Benítez del Rosario reforzó la idea de que “la investigación nos tiene que servir para adaptarla y que se aplique a nuestro sector”. También hizo un llamamiento al sector privado para que acuda a la universidad para pedir estudios: “¿Por qué la empresa no se acerca y toca? Tenemos que transmitir lo que se está haciendo en la universidad a nivel de investigación a todos los colectivos para que no vayan a contratar fuera los estudios que se pueden hacer en casa. Pueden contar con la Universidad. Quiero que la investigación se quede en mi casa, que mi sociedad se adelante mucho”.