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"En las zonas turísticas, el ruido de bares o restaurantes puede estar dentro de la legislación más fácilmente"

Jerónimo Vida Manzano, experto en acústica y calidad ambiental, explica que la gestión del ruido ha pasado de centrarse en los decibelios a enfocarse en "las personas y su salud"

"En toda la ciudad el ruido del ocio es muy considerable y no está incluido dentro de los mapas estratégicos de ruido", alerta Jerónimo Vida Manzano, profesor de la Universidad de Granada, en el Departamento de Física Aplicada y experto en acústica, calidad ambiental y sostenibilidad urbana.

En una entrevista con Tourinews, este experto destaca que los objetivos de calidad acústica en las zonas turísticas son más permisivos que en las residenciales, favoreciendo que "el ruido de bares o restaurantes puede estar dentro de la legislación más fácilmente".

Pregunta (P): ¿Qué tiene que ver la física aplicada con el ruido?

Respuesta (R): Como tantísimas otras disciplinas, la física aplicada tiene mucho que ver con el ruido y sus efectos. Nosotros aportamos nuestro granito, al final hablamos de sonido, que es un fenómeno ondulatorio.

P: ¿Qué se tiene en cuenta a la hora de valorar el ruido?

R: Yo llevo 20 años con esto y la verdad es que ha experimentado una profunda evolución. Al principio se abordaban estos temas desde el punto de vista de los decibelios, pero desde hace un tiempo se aborda el ruido urbano y cómo nos afecta de una forma que va mucho más allá, enfocándose en la percepción y en cómo puede llegar a afectarnos el ruido en función del contexto. El principal efecto es la molestia, por supuesto; luego viene la disminución de los umbrales auditivos, es decir, que afecte a la capacidad auditiva. Esos son los efectos más evidentes, pero es que actualmente el ruido urbano afecta a todo, incluso al precio de una vivienda, pero sobre todo es una cuestión de salud. 

P: ¿Cómo se calcula?

R: Se calcula en euros y en personas afectadas. Al principio no teníamos legislación y en el año 2002 la Unión Europea puso orden con la directiva que fue el punto de arranque para que todos los países de la UE actuásemos. En España se articuló la ley del ruido y los reales decretos que la desarrollan. Todo esto nos llevó a la obligación de elaborar mapas estratégicos de ruido y sus correspondientes planes de acción. Por decirlo de alguna manera, el mapa me dice cómo está el enfermo y el plan son las medicinas para resolver el problema. Originalmente, todo estaba enfocado a bajar los decibelios, lo cual está bien, pero le faltaba algo muy importante: centrarse en las personas. Entonces, poco a poco, tomó cada vez más protagonismo uno de los datos que tiene que dar el mapa estratégico de ruidos, que es la población expuesta. El año pasado se dio un paso relevante cuando se calculó no solo la población expuesta, sino también la población afectada. Ahí está la clave y hemos llegado a cómo actualmente se gestiona el ruido: vamos a bajar los decibelios, pero el objetivo son las personas y su salud. El Real Decreto 1513/2005 te dice que tienes que calcular la cantidad de personas afectadas, pero no te dice cómo porque en 2005 no se sabía, pero desde el año pasado ya sí y esto es crucial para tener un parámetro para saber cuántas personas se ven afectadas por enfermedad, molestia intensa, alteración grave del sueño, etc. Lógicamente, el siguiente paso es ponerle valor en euros, para afrontar las disputas judiciales y evitar las interpretaciones. Tantos decibelios y tantas personas afectadas equivalen a tanto dinero. Acabamos de ponerle cifra, de valorizar el efecto del ruido.

P: Más allá de las indemnizaciones, lo ideal sería que cesara la actividad que genera la contaminación acústica, ¿no?

R: Cada vez tenemos mejores herramientas para combatir este problema, pero lógicamente la mala educación no se puede combatir con leyes y depende más de las personas y de lo que cada uno viva en su casa. Pero digamos que hay herramientas y están mejorando permanentemente. Los mapas estratégicos sirven para saber dónde están los problemas y poder priorizar dónde actuar primero, pero lo más importante es el plan de acción que recoge las propuestas para resolver los problemas.

P: Con esas herramientas, ¿qué hacen los físicos?

R: Desarrollar mecanismos para saber si esas medidas funcionan o no. Yo tengo que poner números. Si el objetivo es bajar los decibelios, yo tengo que ver si, efectivamente, bajan o no. Eso se llaman indicadores. Dentro de ese trabajo está, por ejemplo, poner un valor económico, porque eso lo entiende todo el mundo, porque que nos toca más. 

P: Siempre nos referimos al ruido hablando del ocio nocturno, pero hay otros aspectos como el tráfico, la recogida de residuos… Todo esto también es ruido, ¿no?

R: En toda la ciudad el ruido del ocio es muy considerable y no está incluido dentro de los mapas estratégicos de ruido, aunque cada vez está más demandado que se incluya. Hay un poco de dificultad, porque si hay una fuente de ruido lo habitual es desconectarla y de esa forma cesa, pero las personas no podemos conectarnos y desconectarnos. Teniendo esto en cuenta, con este tipo de fuentes de ruido la legislación no suele entrar. La zonificación acústica de la ciudad contempla zona residencial, industrial, sanitaria, docente, turística... y hay un pequeño gran problema, y es que el objetivo en el exterior durante el día son 65 decibelios en la zona residencial y de 70 en la turística, hablamos de cinco decibelios más, que es una barbaridad. De noche hablamos de 55 en residencial y 65 en turística. Es un problema y una virtud, depende de cómo lo quieran interpretar las personas, yo no voy a valorarlo. Esos cinco decibelios hacen que donde existe la zona turística un bar o restaurante pueda estar dentro de la legislación más fácilmente.

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