“El turista se tiene que enterar de que existes, de lo que le puedes ofrecer y de cuál es el valor adicional”, señala Evelio Acevedo, director de la Fundación Colección Thyssen-Bornemisza, en una entrevista para Tourinews

El Museo Nacional Thyssen-Bornemisza es un espacio con más de 25 años de historia donde se encuentran las exposiciones y obras más importantes. Acevedo destaca que en el Thyssen “hay un segmento de turismo de lujo que busca visitar el museo de otra manera”, por lo que señala que “lo que hay que hacer es acomodarse a lo que buscan los clientes para ofrecérselo y dárselo”. 

Pregunta (P): ¿Qué es el Museo Nacional Thyssen-Bornemisza?

Respuesta (R): El museo nacional Thyssen-Bornemisza es una institución que se constituyó en España en el 1992 como consecuencia de la compra que hizo el estado español al barón Hans Heinrich von Thyssen-Bornemisza de la mayor parte de su colección de pintura. En aquel momento, se consideraba la segunda colección de pintura privada más importante del mundo después de la de la Reina de Inglaterra. Por lo tanto, el barón Thyssen quería asegurarse que, tras su fallecimiento, la colección seguiría unida, bien conservada, expuesta y visitada. Hubo muchas ofertas de diferentes países y España tuvo la suerte de que, al final, lo consiguió con la ayuda de la baronesa Thyssen [Carmen Cervera, que en aquel momento era su esposa. Luego fue una operación de estado en la que intervino desde el Rey Juan Carlos, Felipe González—el Presidente del Gobierno de aquel momento—, sus Ministros de Cultura y Javier Solana. Con las negociaciones en marcha, llegó la colección en el 1992, todavía como un préstamo. Y fue en el año 1993, ya con el museo abierto, cuando se firmó la compra. Se trata de una magnífica y completísima colección de arte occidental, que complementa del XIII al XX y que hizo posible ese triángulo del arte que somos el Museo del Prado, el Thyssen-Bornemisza y el Reina Sofía, y es que complementa perfectamente a nuestros dos compañeros y vecinos, tanto en pintura antigua como en moderna. 

 

Espero que el ataque a obras de arte en museos sea una moda pasajera"

 
Museo Nacional Thyssen-Bornemisza. Foto: Vía Twitter (@MuseoThyssen)

Museo Nacional Thyssen-Bornemisza. Foto: Vía Twitter (@MuseoThyssen)

P: ¿Cuál es el perfil del turista que visita el museo? 

R: Hay de todo. En general, hay más mujeres que hombres. Te puedes encontrar con familias, parejas, edad mediana y adultos. Si atendemos a públicos internacionales, aunque recibimos públicos de todos los países, ahora mismo los visitantes extranjeros que llegan al museo son franceses, italianos, alemanes... Y los norteamericanos, que han sido tradicionalmente el número 1, ahora están un poquito más bajos como consecuencia del Covid y de algunos aspectos que hay que normalizar. Con respecto al entorno nacional somos muy visitados por nuestras comunidades próximas como son Castilla y León, Castilla-La Mancha, Cataluña, Comunidad Valenciana y el Norte del país… en todas ellas hay una tipología de turista normal. También hay un segmento de turismo de lujo que busca visitar el museo Thyssen de otra manera y para el cual hay que buscar esos contenidos y esa forma de ofrecerles el museo tal y como ellos desean. 

Una experiencia de lujo en el museo puede ser de muchos tipos: romántica, familiar o, incluso, de negocios


P: ¿Hay algún tipo de visita VIP o se hace ad hoc?

R: Nosotros somos muy flexibles, pero sí que tenemos de entrada unos parámetros con unos contenidos que ofrecemos para visitas privadas. Cuando hablamos de visitas privadas me refiero desde una persona hasta un máximo de 20, porque cuando son más parece que se pierde un poco de calidad. Pero, evidentemente, si los grupos son mayores, lo que hacemos es dividirlos para que se siga manteniendo esa diferencia y esa calidad. En definitiva, hay una serie de horarios diferentes en los que se les puede recibir, complementos que se pueden ofrecer, cenas privadas, algún detalle de hospitalidad como alguna copa de champán o vino... El propósito con el cual la gente se aproxima al museo a tener una experiencia de lujo puede ser de muchos tipos: románticas, familiares o, incluso, de negocios, de hecho, estas son  bastante frecuentes. Entonces, lo que hay que hacer es acomodarse a lo que buscan esos clientes, esos visitantes, y estaremos encantados de ofrecérselo y de dárselo

 

La digitalización, que es lo que se ofrecía a través de la web, se hacía para estimular esa visita presencial al museo


P: ¿Con la pospandemia ha cambiado el comportamiento de los visitantes? 

R: No, creo que se ha despertado mucho más interés. Además, tuvimos una época de transición que fue muy interesante porque después de estar prácticamente 3 meses cerrados, los museos fuimos de los primeros sitios que se podían visitar. Mientras tanto, los teatros, los cines, y en muchos casos, los restaurantes y los bares permanecían cerrados o tenían muchas limitaciones para abrir. Los museos nos normalizamos antes, con muchas medidas de higiene y de seguridad. Éramos como un resquicio, en ese momento se valoraba mucho cómo la gente necesitaba volver a la normalidad, salir de su casa y, precisamente, aquellos techos de visitantes que teníamos tan extremos, lo que permitía es que la gente que venía al Thyssen, lo hacían con unas condiciones únicas porque eran visitas privadas. Entonces, creo que eso incrementó el valor que una experiencia cultural tenía para la gente en general e incentivó las ganas de volver a la vida disfrutando de lo que los museos les podíamos ofrecer. Ahí los museos hemos intentado en nuestro caso ser diversos, ser muy activos y ofrecer contenidos para todo tipo de públicos. Después, la digitalización, que es lo que se ofrecía a través de la web, se hacía para estimular esa visita presencial al museo. Y, la respuesta que hemos tenido ha sido estupenda por parte del público. 
 

Vista de uno de los pasillos del Museo Thyssen Bornemisza (Madrid) | Foto: Flickr (@emijrp - CC BY-SA 2.0)

Vista de uno de los pasillos del Museo Thyssen Bornemisza (Madrid) | Foto: Flickr (@emijrp - CC BY-SA 2.0)

P: Da la sensación de que los museos están un poco masificados... ¿Después de la pandemia se han dejado de mantener las distancias sociales, es decir, se ha vuelto a lo de antes?

R: La ley nos permitía volver a lo de antes, sin embargo, nosotros antes de la pandemia bajamos intencionadamente los límites de aforo porque para nosotros la calidad de la visita es muy importante. En la colección permanente, que es un espacio mucho más amplio, por lo general se visita muy bien con una privacidad idónea para ese tipo de visita. Entonces, las líneas temporales son muy complicadas, pero aun así nosotros estamos bajando el techo y estamos en el 80% de lo que la ley nos podría permitir. Lo hacemos pensando en esa calidad del visitante, para que cuando salga del museo se vaya con una satisfacción completa. Personalmente, me ha molestado mucho viajar por el mundo, visitar exposiciones y ver que, en algunas que para mí son referencias importantes, las salas estaban abarrotadas de gente. Aquello no se convertía en una experiencia positiva y creo que al final nos estamos haciendo un flaco favor. Por eso, en el Thyssen, siempre hemos aplicado cupos, lo cual es difícil de conseguir porque hay horas punta en las que hay más visitantes.

P: ¿Cómo se consigue?

R: En nuestras exposiciones temporales hay slots, es decir, la gente que compra un ticket sabe a qué hora va a entrar, porque precisamente lo que intentamos es evitar esas aglomeraciones. Lo que ocurre es que calculas que una exposición temporal puede ser vista por una persona en 45 minutos, que es la media normal, y pese a que hay una mayoría de gente que cumple con esas previsiones, hay otros que no. Hay otros que están más tiempo en la sala y tú lo que no puedes es decirle que se vaya porque lleva ahí más de 1 hora. Eso no se puede hacer, pero tampoco le puedes impedir que entre al señor que tiene un ticket diciendo que tiene que entrar a una hora. Eso hace que a veces se nos complique. Por lo tanto, procuramos evitar que haya aglomeraciones de personas, sobre todo, con los grupos. Por ejemplo, los fines de semana no admitimos visitas de grupo porque sabemos que son días donde la afluencia de público es mayor. Entonces, no queremos que la existencia de grupos complique el tránsito por las salas y ese número de personas. No sé si en general en todos los museos, pero sí es verdad que el Louvre es un museo muy masificado. 


P: ¿Cómo se atrae al turista a un museo?

R: El turista se tiene que enterar de que existes, de lo que le puedes ofrecer y de cuál es tu valor adicional. El Thyssen es un museo que por sus dimensiones diría que tiene una visita muy cómoda, muy humana en el sentido que no te agota y para una primera visita creo que con 2 horas para la colección permanente te vas encantado. Después tiene unos espacios muy atractivos como lo son la tienda, los jardines, la cafetería, que te permite también tener un descanso. Creo que el conjunto de la experiencia es muy positiva, hay que dar a conocer todo esto y creo que es lo que hemos hecho a través de todo el sector profesional del turismo. Estamos muy conectados con los touroperadores, con los receptivos, con los hoteles y con todas las instituciones que pueden jugar un papel a la hora de prescribir y de recomendarnos. Además, apostamos mucho por esa experiencia, para que el visitante que ha venido le guste repetir y que cuente que merece la pena visitar este museo. La frase que más se repite en el libro  de visitas es “mi museo favorito”, así que ya la hemos adaptado como un eslogan. Creo que al final como experiencia es el conjunto de lo que has vivido cuando has entrado a la exposición y cómo te vas de satisfecho. 

P: Últimamente se han visto ataques a obras de arte… ¿Cómo puede influir esto en la oferta museística? ¿Qué medidas se pueden tomar?

R: Estamos tomando medidas de seguridad desde hace mucho tiempo y, evidentemente, en el momento actual se han reforzado muchísimo todas las existentes. Creo que es una moda pasajera porque tampoco me parece correcto que, para llamar la atención sobre determinadas causas con las que algunos pueden estar de acuerdo, se tenga que perjudicar o atentar contra la cultura. Me parece que no tiene sentido. Por lo tanto, espero que sea una moda pasajera. Lo que no se puede permitir es que los museos se conviertan en un espacio tan incómodo como lo es un aeropuerto en el que, para poder entrar, se tengan que pasar horas de controles y de molestias. Aun así, tenemos que ser positivos.