Mientras que los aeropuertos europeos luchan por instalar los escáneres llamados a acabar con el límite de 100 ml a los líquidos, uno de los museos más visitados del mundo —3 millones de visitas en 2023— y casa de obras de Durero, Caravaggio, Rembrandt, Rafael, El Bosco, Monet, Degas, Cezane o Goya ha decidido prohibir la entrada de líquidos.
La National Gallery de Londres (Reino Unido) ha comunicado que, a raíz de los recientes incidentes, introducirá nuevas medidas de seguridad. “Lamentablemente, hemos llegado a un punto en el que nos vemos obligados a actuar para proteger a nuestros visitantes, personal y colección”. Desde el pasado viernes 18 de octubre de 2024, no se pueden ingresar líquidos a la pinacoteca, excepto fórmula para bebés, leche materna y medicamentos recetados.
Desde julio de 2022, la National Gallery ha sido víctima de cinco ataques a pinturas icónicas como El carro de heno de John Constable o La Venus del espejo de Velázquez. Las dos últimas tuvieron lugar en las últimas dos semanas: el 27 de septiembre, miembros de Just Stop Oil asaltaron Los Girasoles de Vincent van Gogh (víctima favorita de los ataques) y el pasado 9 de octubre, activistas propalestinas la emprendieron con Maternité de Pablo Picasso.
“El acceso gratuito a la National Gallery permite que todo el mundo se inspire en los mayores logros de la humanidad. La colección que poseemos es irreemplazable y, con cada ataque, nos hemos visto obligados a plantearnos la posibilidad de poner más barreras entre las personas y sus obras de arte para preservar estos frágiles objetos para las generaciones futuras”, se han justificado desde la institución. Advierten que los nuevos controles de seguridad ralentizarán el acceso y recomiendan portar la menor cantidad posible de artículos.
Es de esperar que otras instituciones se sumen, habida cuenta de que muchos han sido víctimas del nuevo modelo de protesta: el Louvre, donde se lanzó tarta contra la Monna Lisa de Da Vinci; el Museo del Prado, donde se pegaron al marco de la Maja vestida; el Museo Barberini de Potsdam, donde arrojaron puré sobre Les meules de Claude Monet o el Museo Leopold de Viena, donde rociaron con pintura negra en Muerte y vida de Gustav Klimt.