Empresas
"El gran reto es lograr que las entidades de gestión de Propiedad Intelectual sean más flexibles"
Leandro Núñez, abogado experto en derechos de autor, subraya que las tarifas evitan a los locales de hostelería tener que "negociar uno por uno con cada autor"
“La Propiedad intelectual se creó para que los artistas tuvieran unos ingresos razonables”, señala Leandro Núñez, abogado, socio de Audens experto en derechos de autor y propiedad intelectual, en una entrevista en Tourinews.
Considera que la razón de ser de las tarifas es permitir que las obras protegidas por derechos de Propiedad Intelectual "puedan ser utilizados por parte de los locales de hostelería" porque, en caso contrario, se tendría que "negociar uno por uno con cada autor".
Admite que para muchos empresarios de la restauración y la hotelería las tarifas impuestas por las entidades de gestión de derechos pueden parecer "especialmente elevadas, sobre todo, cuando hablamos de contenidos que son accesorios para el negocio" y hace un llamamiento a "buscar el equilibrio, ser más flexibles y a hacer unas tarifas que se adecúen mejor a la explotación real de los derechos de autor".
Pregunta (P): ¿Qué caracteriza a la legislación española en lo que se refiere a la Propiedad Intelectual? ¿Es parecida a otros países miembros de la Unión Europea o tiene especificidades?
Respuesta (R): En grandes rasgos, las normativas de Propiedad Intelectual a nivel mundial se parecen bastante debido al Convenio de Berna (convenio de Protección de las Obras Literarias y Artísticas), que se aplica prácticamente en todo el mundo. Para ser parte de la Organización Mundial del Comercio tienes que haber firmado ese convenio; en consecuencia, todas las normativas se parecen mucho. Si a eso le unimos que la Unión Europea también ha contribuido a armonizar las normas de los países miembros se parecen bastante. Pero es cierto que cada país tiene sus particularidades y España también las tiene.
P: Muchos hoteleros apuntan a que en otros países de Europa es mucho más sencillo porque es un pago único y no está gestionado por tantas entidades… ¿Existe esa diferencia?
R: Sí que es cierto que, para ciertas cosas, las entidades de gestión en España se han organizado bajo lo que se llama ventanilla única digital, pero para otras muchas no lo han hecho. En todo lo que tiene que ver con relación a los pagos a entidades de gestión por temas como música o televisiones, es cierto que, desde el punto de vista de gestión, es más complejo que en otros países; aunque también es cierto que en otros es aún más complejo que aquí. Al final depende un poco de con quién nos comparemos.
P: ¿Sería factible tener una ventanilla única para este asunto?
R: Existe un sistema de ventanilla única para el canon digital, que es el cargo extra que tenemos que pagar cuando compramos discos duros, teléfonos móviles, etcétera. Sí es cierto que para este tipo de materias no se está aplicando, y sería posible, pero depende de las propias entidades.
P: ¿Y por qué hay tantas entidades?
R: Porque cada una protege un derecho distinto. La normativa de Propiedad Intelectual no protege solo los derechos de los autores, protege también los de los intérpretes, los productores audiovisuales, de los productores de fonogramas… Al final, cada uno de estos participantes en la industria cultural tienen derecho a recibir parte de esas compensaciones que tienen que abonar los negocios cuando explotan contenido protegido. Por ejemplo, una discoteca que pone música debe pagarle al autor, al intérprete y al productor, porque si no la discoteca no podría tener música. Esa es un poco la lógica que hay detrás.
P: La fórmula de recaudar a los locales y de abonar a los autores, ¿la ve adecuada? ¿Cada autor cobra lo que le corresponde?
R: Lo cierto es que las tarifas las fijan las propias entidades de gestión que después realizan los repartos en función de los datos que les facilitan los distintos negocios que utilizan esos contenidos. El reparto depende de lo que se les haya dicho, y hay que decir que de esa cantidad recaudada se quedan una parte para sus propios gastos externos. Esas cantidades las fijan las propias entidades de gestión y, hasta ahora, no existía un procedimiento que permita controlar si son equitativas o no, si tienen unas condiciones adecuadas o no, y hay críticas a los importes, a los porcentajes, porque se duda en ocasiones que sean lo suficientemente equitativas. Actualmente, existe la Sección Primera de Propiedad Intelectual, precisamente el tema de los hoteles nace de una resolución de esta sección.
P: Muchos hoteleros consideran que las tarifas son abusivas y que siempre el empresario paga...
R: Sí es cierto que esto da lugar al pago de una serie de tarifas que pueden parecernos más o menos elevadas. La razón de estas tarifas es permitir que todas estas obras, tanto musicales como audiovisuales, puedan ser utilizados por parte de los locales de hostelería. Los derechos de Propiedad Intelectual lo que le permiten a los autores es un control exclusivo sobre sus obras y estas no pueden ser reproducidas más que con su autorización, y lo que dicta la normativa es que si la quieres emitir dentro de tu local tienes que compensar a los autores de alguna manera. Ya no le tienes que pedir autorización, porque se entiende que la tienes por el hecho de ser un negocio que se dedica a hacer esa actividad, pero tienes que compensarles. En el caso contrario, tendrías que negociar uno por uno con cada autor del que quisieses poner música en tu local, y esa es la idea que hay detrás de la normativa de Propiedad Intelectual. Puede entenderse que a veces estas tarifas son especialmente elevadas, sobre todo, cuando hablamos de contenidos que son accesorios para el negocio. Tenemos que tener claro que una discoteca tiene que tener música, si no la gente no va; sin embargo, cuando hablas de la recepción de un hotel, ahí no hay más dudas y es ahí cuando se generan los conflictos.
P: ¿Qué sucederá cuando la música la produzca la Inteligencia Artificial? ¿Ahí quién tendrá la Propiedad Intelectual?
R: Hoy por hoy la Inteligencia Artificial no genera Propiedad Intelectual y nadie tendría que pagar nada. Evidentemente, todas las empresas que están en el sector de la Inteligencia Artificial están presionando para que eso cambie y poder cobrar por las creaciones.
P: Al final se terminará pagando a los robots y no a los artistas…
R: [Risas] Efectivamente, pero esto todavía se está estudiando. La Propiedad intelectual se creó precisamente para que los artistas tuviesen un modo de vida más allá del poco tiempo que pueden tocar en un día concreto y que de esa forma tuvieran unos ingresos razonables. Es cierto que muchísima gente ha ganado mucho dinero con esto, pero no está pensado para las grandes productoras, sino para el artista normal que puede vivir de esto gracias a que existen los derechos de Propiedad Intelectual. Con la Inteligencia Artificial no ocurre esto, porque no hay nadie al que darle a nadie de comer o que se vaya a quedar sin poder realizar esta actividad porque no tiene dinero. Como la lógica es distinta, seguramente los derechos que se le concedan también serán distintos, menos intensos, y se pagarán menos cuantías. Todo esto habrá que verlo porque se está regulando todavía.
P: Con respecto a los derechos de autor y Propiedad Intelectual, ¿cuál es el gran reto para que el reparto de dinero sea más justo y equitativo?
R: A través de la Sección Primera de Propiedad Intelectual se trató de buscar ese equilibrio y me consta que se está haciendo una buena labor. Aunque no siempre es sencillo porque las entidades de gestión en cierto modo son monopolísticas, no compiten contra nadie y tienen unas tarifas fijadas. Y eso lo que genera es que no tengan ningún incentivo para bajar sus tarifas en casos concretos. Quizás el gran reto es introducir competencia desde el punto de vista de las entidades de gestión, o por lo menos, algún tipo de medida que les invite a ser más flexibles y a hacer unas tarifas que se adecúen mejor a la explotación real de los derechos de autor. Quizás ahora mismo lo que es más injusto es tener una tarifa plana para todo el mundo con independencia de las circunstancias.
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