Empresas
"No puede costar lo mismo un café en un pueblo de la península ibérica que en la plaza de San Marcos en Venecia"
Javier Cabrera, propietario de Monkey Beach Club (Tenerife), destaca que "los precios siempre son justos" y es el cliente quien decide si consume o no
En la hostelería y el turismo no es solo importante lo que se toma, sino dónde se toma. Y es que, en el momento en que las experiencias turísticas ganan más peso que nunca, la ubicación y las vistas ganan especial protagonismo, pero esto también se repercute en el precio. Así lo cree Javier Cabrera, propietario de Monkey Beach Club, ubicado en el municipio turístico de Adeje, en la isla de Tenerife.
En una entrevista con Tourinews, destaca que "no es lo mismo tomar un café en un pueblo de la península ibérica que en la plaza de San Marcos en Venecia; y, por lo tanto, no puede costar lo mismo". Subraya que a la hora de encontrar cuál es la tarifa idónea, "cada uno tiene que hacer sus cuentas y ver el entorno, la competencia y los costes en materia prima".
Pregunta: ¿Qué es Monkey Beach Club?
Respuesta: Monkey Beach Club es un espacio multidisciplinar que se ubica en primerísima línea de playa, te diría que casi prácticamente en la arena. A pie de playa se encuentra el Beach Club, se trata de 1.000 metros cuadrados donde ofrecemos restauración, muy buena coctelería y hacemos eventos abiertos al público con actuaciones en directo con DJ internacionales y nacionales, y también hacemos muchísimos eventos privados tales como bodas, presentaciones de marcas, cenas de grupos y hasta primeras comuniones. En la primera planta se encuentra la coctelería que se llama Kong. Es un emplazamiento de unos 200 metros cuadrados que tiene mucho éxito con diferentes espacios —zonas muy cómodas con sofás, otras con mesas altas, con mesas y sillas…— para ver la puesta de sol con vistas a La Gomera o simplemente para tomar un aperitivo antes de almorzar. Y anexo a esta coctelería tenemos un restaurante de arroces, marisco y pescado a la brasa que se llama Bésame Mucho, donde los siete días de la semana se puede disfrutar de un almuerzo o una cena con vistas al mar. Por último, en la segunda planta del edificio tenemos una azotea, con una piscina, tanto para eventos públicos como privados, donde hacemos un concepto de tapas y sushi. Cada planta tiene una oferta gastronómica diferenciada para que el cliente no se vea obligado a repetir durante sus vacaciones.
P: ¿Cuál es el perfil del cliente?
R: Entre semana el grueso de la clientela es extranjera, aunque depende también un poco del mes del año. Aquí en Tenerife nos visitan muchísimas nacionalidades siendo los británicos los más numerosos, pero sin desdeñar a los alemanes o a los belgas, que son de mis clientes favoritos, ya que tienen una cultura gastronómica muy similar a los españoles: saben comer, saben beber y no tienes que estar explicando en demasía los productos que servimos, puesto que tienen un conocimiento gastronómico amplio y son muy buenos clientes. Son exigentes, pero saben pedir y comer. También tenemos italianos, que son como un carrusel, igual puede ser un cliente de poco poder adquisitivo como de altísimo poder adquisitivo que nada más entrar ya pide los champanes y los productos más caros de la carta. Tenemos irlandeses, franceses... por lo que en ese sentido no nos podemos quejar. En fines de semana, se reparte más la tarta y tenemos un 50% de público local y un 50% de extranjeros.
P: ¿Están llegando nuevos perfiles de turista?
R: Gracias a la conectividad que tiene Tenerife con los Estados Unidos con tres vuelos semanales desde Nueva York, estamos recibiendo bastantes clientes del norte del país. Son clientes magníficos, acostumbrados a pagar y dejan propinas bastantes grandes debido a su cultura. Siempre que hay un americano, el personal lo recibe con un poquito más de alegría porque sabe que hay un bote garantizado.
P: ¿La coyuntura actual ha modificado los hábitos de los clientes?
R: Por la guerra hemos perdido un poco de turismo ruso, pero bueno, sigue habiendo algo. También el ruso es un cliente magnífico, aunque un poco anárquico a la hora de pedir, porque uno te pide postre, el otro un entrante, el otro un segundo… y la mesa termina siendo un pequeño popurrí. Pero también son muy buenos clientes que pasan muchísimas horas en el restaurante y no paran de consumir.
P: Estamos dedicando una serie de entrevistas a cómo afectan la ubicación y las vistas del local al precio. ¿Se paga por lo que se toma o por dónde se toma?
R: Ambas partes son correctas. Siempre pagas por lo que tomas ya sea un café, un agua o un solomillo Wellington. Pero también creo que hay que pagar por donde lo tomas, porque, con todos los respetos, no es lo mismo tomar un café en un pueblo de la península ibérica que en la plaza de San Marcos en Venecia; y, por lo tanto, no puede costar lo mismo. Esto aplicado a nuestro mundo turístico aquí en Tenerife, no es lo mismo tomarte una cerveza con unas vistas impresionantes en primera línea de la Playa de Troya que en uno de los barrios populares de esta isla. Los costes no son los mismos, el personal no cobra lo mismo y los alquileres no son los mismos. Creo que esa frase contiene dos partes que para mí son genuinas y son correctas.
P: ¿Cómo sabe un empresario si los precios que aplica son los adecuados al lugar?
R: Yo soy economista y me considero liberal, yo creo que la ley de la oferta y la demanda lo es todo para el mundo del comercio y, en general, para los negocios. Si pones un café a 5 euros y no te lo compra nadie significa que está caro, y si lo pones a un euro y vendes mucho quizás esa demanda te permite subir algo el precio. Es una cuestión de prueba y error. En segundo lugar, en cuanto a restauración y a ocio se refiere, tienes que ver a qué segmento del público te quieres dirigir, si quieres un restaurante de 80 euros por persona o uno algo más popular a 40 euros por persona. En el caso de los restaurantes turísticos como el nuestro influye todo: el perfil del cliente, la zona donde estás, los hoteles que tienes alrededor... Cada uno tiene que hacer sus cuentas y ver el entorno, la competencia y los costes en materia prima. En general, debes hacer un análisis para poner un precio lo más acordes posible a la zona donde estás y al tipo de negocio que quieres extrapolar y comercializar. Para mí, los precios siempre son justos porque el que quiere los paga y si no, no te sientes a tomarte nada.
P: Además de las vistas y la ubicación, has mencionado la ambientación, ¿cuánto influye en el precio?
R: En nuestro caso, la ambientación está separada. Tenemos dos secciones más enfocadas al espectáculo y a tener algo más de movimiento en cuanto a copas y a diversión, y ahí sí imputamos el coste de esos artistas en las consumiciones. Por otro lado, tenemos restauración pura y dura, como es el caso del Beach Club al mediodía y del restaurante donde no imputamos nada de esos costes, ya que no tenemos ese tipo de servicios. En el restaurante pagas el precio de los productos del mar que estás consumiendo; y en las copas sí subimos algo el precio por el coste del DJ, el cantante o el saxofonista que tengamos ese día.
Te recomendamos