El 26 de julio se cumplieron 65 años desde que la biodramina, la pastilla para el mareo, llegó a España. Fue el doctor catalán Joan Uriach, quien después de escuchar que en Estados Unidos se comercializaba un principio activo, el dimenhidrinato, que evitaba que los soldados se marearan lo trajo en 1952.
Antes del dimenhidrinato, las tropas estadounidenses utilizaban la escopolamina, un alcaloide que aunque evitaba el mareo también producía alucinaciones, dilataba las pupilas, lo que dificultaba el manejo de las armas y podía llegar a ser mortal en altas dosis.
Un investigador dio con el dimenhidrinato mientras buscaba un fármaco que eludiera estas consecuencias. Tras varias pruebas positivas, los soldados comenzaron a utilizarlas con éxito. La primera vez que se utilizó fue durante el Desembarco de Normandía el 6 de junio de 1944.
La llegada del fármaco a España posibilitó el auge del turismo. Según explica Uriach en el libro ‘Memorias del Dr. Biodramina: “La Biodramina nos cambió la vida. Nos avanzamos al turismo de carretera, a la cultura del utilitario y al Seat 600".
Por aquellos entonces comenzaron los viajes en coche y “no estábamos adaptados para ese gran cambio. El turismo de interior empezaba a crecer, pero las carreteras eran una porquería, un desastre total. Estaban llenas de curvas. Los vehículos tampoco estaban preparados. Se llenaban de humo y con frecuencia, olían a gasolina. Viajar en coche era, a menudo, un pequeño calvario. En el coche no podía faltar nunca un tubo de Biodramina”, añade.
Viajar en barco, en coche o en avión no fue lo mismo desde entonces. La biodramina ha salvado miles de trayectos que podrían haber comenzado con un drama. A nadie le gusta experimentar los síntomas del mareo en el camino hacia unas vacaciones que imagina de ensueño. La pastilla mágica se ha convertido en un elemento imprescindible de las vacaciones.