A la hora de promocionar un destino parece que todo está inventado. Acciones promocionales en ferias, campañas publicitarias, merchandising, presentaciones, presstrips, famtrips, concursos, etc. Todo vale con tal de hacer que los turistas internacionales se interesen por visitar un lugar que anteriormente no generaba un interés en ellos.
Justamente por un clásico concurso ha apostado Tel Aviv (Israel) para atraer a nuevos visitantes internacionales. La ciudad mediterránea ofrece como premio a las parejas ganadoras una estancia de 4 días. Para participar en la competición, los concursantes sólo tienen que hacerse una foto con vistas a su ciudad natal sosteniendo una señal con la etiqueta del hashtag #TAKEME2TELAVIV" y compartirla en Instagram o Facebook.
¿Dónde está la noticia entonces? En el premio. La pareja ganadora se alojará en una lujosa suite de hotel pop-up (establecimiento efímero) en una torre de socorrista en la playa Frishman, en la capital de Israel. Y es que desde el concurso han diseñado específicamente una caseta salvavidas con todo lujo de comodidades para ofrecer una vivencia única que ningún otro turista podría disfrutar.
Airbnb, un viejo conocido
Pese a su original, no es el primer concurso turístico de estas características. La plataforma de alojamiento compartido fue la primera en optar por lugares poco convencionales para ofrecer experiencias diferentes a sus usuarios. Así, el pasado año lanzó un concurso en el que ofrecía a los participantes la oportunidad de pasar tres noches en el acuario de París. ¿La estancia? Una habitación sumergida con una enorme cama cilíndrica y rodeada de tiburones. ¿El anfitrión? Fred Buyle, plusmarquista mundial de apnea, fotógrafo submarino y amante de los tiburones. Una idea muy original que les llevó a aparecer en muchos medios de comunicación, obteniendo una gran promoción con una inversión pequeña.
Algo similar ocurrió con su rival, HomeAway. La compañía especializada en viviendas vacacionales invitó a sus clientes a alojarse en un apartamento muy especial ubicado en el mismísimo interior de la Torre Eiffel, en París (Francia). Ofreció una competición que permitía a cuatro personas que ganasen (y cinco acompañantes con cada una de ellas) dormir en una habitación con unas vistas impresionantes de la capital gala. ¿Lo mejor? La oportunidad de descansar en un lugar en el que pocos más han tenido la ocasión. Además, se trató de una campaña con gran repercusión, incluso en los medios deportivos, gracias a que fue llevada a cabo durante la celebración de la Eurocopa 2016, el mayor evento futbolístico de Europa.
Hoteles que son una experiencia en sí
Y no sólo los profesionales del marketing están intentando cambiar las reglas. Innovar se está convirtiendo en uno de las obsesiones de los hoteleros, para los que ya no importa sólo el contenido, es decir, los servicios ofrecidos y su calidad, sino el continente, o cuán bonito es el propio edificio que alberga a los huéspedes.
Así se explica el auge de modelos como los hoteles boutique y también se llega a la proliferación de hoteles de diferentes características que no dejan indiferente al visitante y que están dando un nuevo uso a localizaciones que antaño fueron abandonadas.
Este es el caso de los faros hotel, toda una tendencia en Alemania que se ha trasladado a España. De hecho, una compañía germana tiene la intención de reconvertir 11 de estas estructuras en desuso en hoteles con encanto para rescatarlos del olvido y rentabilizarlos.
Otros ejemplos de este tipo de estrategias se pueden encontrar los hoteles de infarto como el Skylodge Adventure Suites, de Perú, que se describe como un refugio colgante completamente transparente y muchos otros establecimientos que están apostando por romper con el aspecto más tradicional.
En la época de la viralidad y de las redes sociales, todo vale para destacar y ser único.