Nintendo ha lanzado su nuevo juego para dispositivos iOS y Android que está revolucionando los foros y las páginas sobre videojuegos y nuevas tecnologías. Pokemon Go, la nueva aplicación para móviles desarrollada por Nintendo y Niantic, hace realidad las ilusiones de una generación que creció viviendo aventuras con Squirtle, Snivy, Cyndaquil o el archiconocido Pikachu, entre los 721 monstruos digitales existentes actualmente.
Su llegada a los mercados de Estados Unidos, Japón, Corea, Nueva Zelanda y Australia ha servido de impulso para las acciones de la compañía nipona. Y ya ha empezado a teñir la red de noticias curiosas respecto a los intentos de captura de Pokémon. Como el caso de Australia donde los 'maestros' se han lanzado armados con su Smartphone a diferentes localizaciones para conseguir los premios que otorga el juego en las Pokeparadas. También ya se están viralizando los primeros hallazgos sorprendentes o los rumores infundados de accidentes por prestar más atención a la caza que al terreno. La llegada al resto de países Europa, y a España, aún no tiene fecha prevista, pero es previsible que sume millones de nuevos usuarios.
La aplicación se vale de tecnología de geolocalización y de la realidad aumentada para ofrecer a los más pequeños y a los más nostálgicos la posibilidad de encontrar a estas criaturas digitales en cualquier espacio que forme parte de su vida cotidiana. Ahora bien, al igual que ocurre en el videojuego original, no es igual de fácil encontrar Pokémon habituales que legendarios (menos comunes y con un papel más relevante en el universo del juego). Muchos jugadores ya han especulado con que Articuno, el legendario de hielo de la primera generación, podría estar 'sobrevolando' el Everest, algo no confirmado por Nintendo.
No obstante, el juego anima a los usuarios a buscar gimnasios que conquistar y mantener, y a viajar por el mundo en busca de nuevos compañeros de viaje. ¿Por qué no potenciarlo como un atractivo turístico? La fiebre Pokémon ha demostrado tener un tirón que pocos podrían haber imaginado en 1998, cuando se publicaron las dos primeras versiones del juego.
Nintendo ha insistido en que los diferentes 'monstruos de bolsillo' van a estar disponibles en diferentes localizaciones para facilitar su captura a los usuarios que no pueden viajar. Aún así, su capacidad de movilización y atracción está más que demostrada. ¿Podría la compañía de videojuegos llegar a pactos con ciertos destinos turísticos para incrementar la presencia de Pokémon en esas localizaciones?
Podría ser una opción a considerar por los destinos familiares. Los niños son nativos digitales que hacen uso de sus dispositivos diariamente. Ofrecer este tipo de alicientes a los más pequeños puede ser un gran aspecto positivo añadido que influya en la decisión de reserva de los adultos.
Puede convertirse también en un vehículo para potenciar el turismo de naturaleza. Asociar ciertos tipos de Pokémon con tu entorno paisajístico puede ser un movimiento muy interesante. Podría ser el caso de regiones volcánicas como las islas del Pacífico o las Islas Canarias, que podrían pactar un aumento en la presencia de criaturas tipo fuego. Estas mismas acciones se podrían reproducir en países nórdicos con los de hielo o en los países con vegetaciones exuberantes con los tipo planta y bicho.
Los videojuegos son un sector que cuenta con aficionados muy participativos y una gran presencia en Internet y las redes sociales. El valor de difusión de ser un lugar con gran gancho entre los 'jugones' podría ser tan elevado como el de la presencia de estrellas del cine o los rodajes de películas.
Obviamente, esta imaginación planteada depende de qué tipo de política comercial va a desarrollar Nintendo con su juego, sin embargo, muestra un camino muy interesante a los promotores turísticos: el uso de la gamificación como atractivo adicional. Es decir, apostar por formas complementarias que hagan más atractivo el destino o, al menos, que contribuyan a distribuir su imagen a nivel internacional.
Habrá que esperar al asentamiento de este nuevo juego para comprobar el impacto real y sus aplicaciones reales en el resto de sectores. ¿Quién sabe? Quizá algún día se pueda ver a viajeros que recorren el mundo con el único objetivo de completar su particular safari virtual.