Marketing
Revés a la estrategia del entretenimiento en los aviones
Desaparecen las pantallas en los aviones y se prohiben las tablets. ¿Volveremos al papel?
El entretenimiento en vuelo ha sido siempre uno de los aspectos en los que las aerolíneas han puesto su foco de atención. En una época en la que las posibilidades de competir a base de recortes en los precios es más difícil, ofrecer una experiencia única y diferenciadora es una de las mejores bazas para mantener o aumentar la cuota de mercado.
El pasajero es cada vez más exigente y está más habituado a una actividad constante. También en los viajes espera estar 'conectado' y contar con una amplia oferta de entretenimiento durante los desplazamientos. Concretamente en los vuelos de largo radio las compañías aéreas intentan dar respuestas a los nuevos tiempos mediante diferentes soluciones tecnológicas.
El entretenimiento integrado
La opción más habitual hasta hace pocos años era la de integrar pantallas en la cabina que ofreciesen a los pasajeros diferentes largometrajes o programas de televisión, ya sea de forma colectiva o de una manera mucho más individualizada. Los avances tecnológicos han dado a estos sistemas más posibilidades de personalización. Una compañía que continúa apostando por este modelo es Cathay Pacific Airways con su StudioCX que cuenta con más de 100 películas, 400 álbumes de música y 500 programas de TV.
Otras, simplemente ofrecen una conexión mucho más rápida para que los clientes accedan libremente a Internet o puedan seguir trabajando durante el vuelo. Este es el caso de Finnair. Las españolas Air Europa e Iberia también renovaron recientemente su flota para contar con una conexión de alta velocidad. Tampoco es un misterio que gran parte del éxito inicial de Norwegian, más allá de sus precios bajos, fuese su Wifi gratuito.
Llega el streaming
El siguiente paso lógico era implementar servicios de ocio multimedia ofrecidos por la aerolínea vía streaming para que los usuarios descargasen los contenidos en su propio dispositivo portátil.
El pasado mes de marzo, Air Europa anunció la instalación de este sistema en su flota Airbus 330 de largo radio, que mediante la descarga previa de la app On the Air en Apple Store (IOS) o en Google Play Store (Android), da acceso a los usuarios a una gran variedad de contenido.
Una apuesta similar fue la que hizo United Airlines, que en enero reveló que los cien Boeing 737 de su nuevo pedido no tendrán las pantallas incorporadas en los asientos, apostando todo a que los clientes vean las películas a través de sus tablets y portátiles mediante la conexión inalámbrica del avión.
La compañía estadounidense justificó esta decisión con las estadísticas que muestran que el 90% de sus pasajeros lleva su propio dispositivo a bordo y en el ahorro de costes que supone para la empresa, que actualmente invierte 2,8 millones de euros anuales.
Y no sólo están desapareciendo las pantallas de los asientos, ya que KLM ha eliminado los periódicos en papel que suelen ofrecer en los vuelos. La compañía holandesa ha impulsado KLM Media App, un servicio gratuito que permite a los pasajeros leer una gran variedad de periódicos a bordo mediante su teléfono.
¿Qué ocurre con la prohibición?
Todas estas propuestas chocan con las nuevas restricciones en los embarques. Y es que Estados Unidos ha prohibido portar dispositivos electrónicos mayores que un teléfono móvil en los equipajes de mano de vuelos provenientes de El Cairo (Egipto), Estambul (Turquía), Amman (Jordania) Jeddah y Riyadh (Arabia Saudí), Kuwait, Casablanca (Marruecos), Doha (Qatar), Dubái y Abu Dhabi (Emiratos Árabes). Reino Unido también ha seguido sus pasos haciendo lo propio con los viajeros de Turquía, Líbano, Jordania, Egipto, Túnez y Arabia Saudí.
Pese a que ahora parece algo fuera de lo común, esta limitación se puede convertir en un futuro estándar de la industria aérea tanto para los vuelos procedentes de Oriente Próximo como para el resto del mundo. En ese caso, ¿qué ocurriría con las soluciones tecnológicas de entretenimiento?
El streaming y el wifi, habitualmente de pago, quedarían reducidos a su uso en los teléfonos móviles y al restringir la oportunidad de que los pasajeros porten sus propios juegos, películas y programas, la única alternativa se hallaría en el ya mencionado entretenimiento integrado. Se produce una oportunidad muy interesante tanto para las empresas de publicidad, con un público objetivo muy claro; como para las aerolíneas, que podrían cobrar por ello sin ningún sistema que compita contra su oferta.
La liberación que se había producido con los dispositivos personales sufrirá un retroceso, siendo de nuevo los clientes cautivos del entretenimiento a bordo. Cuando el pasajero vuelva al libro de toda la vida ¿también lo prohibirán?
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