La situación política europea está dando más titulares que nunca. Las elecciones nacionales, antes consideradas asuntos propios de los países que no trascendían, se han convertido en eventos de gran relevancia internacional, y es que cada paso que se da en el Viejo Continente, sin importar su dirección, puede definir el futuro de todos los estados que están a su alrededor.
Estados Unidos ya tuvo su turno y sorprendió al mundo, también Austria hizo lo propio y ayer fue Holanda, uno de los países fundadores de la Unión Europea actual, quien acudió a las urnas para elegir su nuevo gobierno. Había dos opciones muy claras: el antieuropeísta y xenófobo, Geer Wilders, y el hasta ahora jefe del gabinete, Mark Rutte, por el que finalmente se han decantado los holandeses.
En las elecciones con mayor participación en los últimos 31 años (82%), Rutte (líder del partido liberal VDD) se hizo con 33 escaños de los 150 que componen el Parlamento imponiéndose a Wilders (PVV), que se queda con 20, uno menos tienen los democristianos (CDA) y la izquierda (D66). Con 14 de situarían los socialistas que empatan con Los Verdes de Izquierda.
Así, las encuestas de los últimos días se equivocaron y el actual Primer Ministro al frente del Gabinete de coalición posiblemente afrontará una nueva legislatura con retos tan difíciles como lidiar con unas relaciones bilaterales con Turquía muy dañadas después de que el presidente Erdogan tachase a los holandeses de fascistas y nazis.
Todo atado
Los expertos turísticos de Holanda le adelantaban a Tourinews que no había lugar para otro Brexit: “No es una cuestión de un candidato u otro, el mundo político en Holanda es de coaliciones”. Y es que los resultados en las urnas requieren como mínimo tres partidos para formar gobierno.
Aunque hubiese ganado Wilders, que incluía en su programa la salida de Holanda de la Unión Europea, su intención “se va a quedar en nada, porque nunca tendría suficiente apoyo para llegar a mayoría simple y nadie, salvo partidos muy pequeños le van a apoyar”, señala este mismo experto que sostiene que “el círculo democrático de los demás partidos le ha encerrado”. Aunque hay un pequeño pero a la permanencia en la UE y es que toda la sociedad está solicitando “ciertos cambios” en las políticas continentales.
Otro profesional holandés consultado por este diario se mostraba tajante: “Holanda es el puerto de Europa, todo el mundo en el país vive directa o indirectamente de este estatus”. De hecho, confía en que se mantendrán dentro de la unión ya que “dependemos mucho de la economía europea”.
Esta más que probable permanencia en el espacio Schengen garantiza el mantenimiento del flujo de turistas holandeses a España, que en 2016 registró 3.371.811 turistas procedentes de este país.
Imagen internacional
Los representantes del sector turístico no creen que el giro a la derecha de ciertos sectores de la población a los que representa Wilders haya proyectado una imagen negativa del país al exterior: “Hay un partido en Holanda, como lo hay en Francia con Le Pen, en Austria y en Alemania; es una tendencia que hay en muchos países por la inseguridad y el constante enfrentamiento entre ciertos sectores”. Unos extremos que tendrán que convivir “hasta la próxima década, hasta que se apacigüe la situación y se imponga la sensatez”.
Las cábalas políticas no han hecho más que empezar, ya que durante este año también se celebrarán comicios en Francia y Alemania, país en el que se vaticina la mayor victoria de los partidos de derechas desde la Segunda Guerra Mundial.