Los hoteles han dejado de ser un lugar pensado exclusivamente para turistas ávidos de descanso o para viajeros de negocios que buscan un lugar agradable donde pasar la noche. La pandemia ha sacado a relucir que en los alojamientos hoteleros tienen cabida otras modalidades como las workation o el coliving. Estas propuestas de alquiler de habitaciones por meses suelen ir enfocadas a un perfil de cliente profesional como los ejecutivos, nómadas digitales, trabajadores remotos, deportistas o empleados que deben desplazarse durante períodos largos a un lugar diferente del de residencia habitual; pero ¿por qué no ampliarlas a los jubilados?
Un nicho que marcará al futuro
Este grupo poblacional tiene un gran peso, que seguirá creciendo con los años. Por ejemplo, en España en 2020 los mayores de 50 años constituían el 39% de la población (con 18,5 millones de personas); en 2060, se estima que ese porcentaje llegará al 48%. Ante ello, muchos destinos están enfocando su estrategia en el turismo silver o grey —como es el caso de las Islas Canarias—. Las principales características de este nicho encajan con dos de las obsesiones actuales del turismo: la sostenibilidad y la desestacionalización. Y es que, pueden viajar en cualquier época del año, alargan sus estancias y eligen destinos que no estén excesivamente masificados, decantándose por alternativas como el turismo de naturaleza, el de aventuras, el de bienestar, el cultural y el gastronómico. Eso sí, requieren de una oferta especializada y adaptada.
Hoteles mejor que residencias de mayores
Pero, más allá del viajero silver, los alojamientos deben adaptarse a otro perfil que está surgiendo: el jubilado que se desprende de su vivienda y que, en lugar de optar por las residencias de mayores, decide vivir su retiro de una manera totalmente alejada de la tradicional.
Ya eran conocidos los casos de los que han decidido vivir a bordo de cruceros de lujo, otros optan por casas rodantes y cambiar constantemente de ubicación —llamados en Australia GreyNomads— e incluso también han surgido nuevos conceptos de viviendas individuales con espacios y servicios comunes así como supervisión sanitaria. Otro fenómeno que ha nacido es el de jubilados que deciden vivir para siempre en el hotel.
El texano que se retiró en un Holiday Inn
Un ejemplo de ello es el de Terry Robison, un texano de 64 años que, en 2019, decidió pasar el resto de su jubilación viviendo en un hotel Holiday Inn (InterContinental Hotels Group) ubicado en Lynchburg (Virginia). Compartió su idea a través de las redes sociales y logró una gran repercusión en medios como ABC o Daily Mail. Desde entonces son muchos los que apoyan este tipo de jubilación y afirman que tienen planes similares.
Y es que los cálculos compartidos por Robison dan buena cuenta de por qué alguien optaría por vivir en un hotel en lugar de una residencia de ancianos. Expuso que el coste promedio de un hogar para la tercera edad era de 188 dólares por día, mientras que la estancia prolongada en el hotel costaba 59,23 dólares por día. "Eso deja $128,77 por día para el almuerzo y la cena en cualquier restaurante que queramos, o servicio a la habitación, lavandería, propinas y películas de televisión de pago", compartió e incidió que, además, ofrecían spa, piscina, sala de ejercicios, salón y una lavadora-secadora, etc.
También destacó que esta opción le permitía evitar las largas colas de espera para lograr plaza en una residencia de jubilados, no estar atado a un único lugar y poder cambiar de un hotel a otro y ser tratado “como un cliente, no como un paciente”. Unos puntos a favor que están convenciendo a muchos y que, a la larga, puede crear una nueva vía de negocio para reposicionar hoteles.