Mercados
La doble moral del turista noruego
¿Es razonable estar a favor de la caza de ballenas pero en contra de su uso en atracciones turísticas?
La sostenibilidad y el respeto por el medioambiente son dos temas que generan gran debate y preocupación en torno al sector turístico. En los últimos años, muchos operadores turísticos, cadenas hoteleras y aerolíneas han tomado medidas para reducir la huella ambiental que están generando; sin embargo, más allá de hacerlo llevados por legar un mundo mejor a los que vienen después, lo hacen más bien por contentar a unos clientes que cada vez exigen un mayor respeto por la vida natural.
Si hay un lugar en el mundo al que se le achaca una fuerte conciencia ambiental, es a los países nórdicos. Noruega, por ejemplo, tiene una nota medioambiental de un 9,2 sobre 10 puntos, en el índice Better Life de la OCDE, siendo sólo superado por Islandia. Justamente el país noruego ha protagonizado medidas como:
- El veto a cruceros para conservar sus fiordos.
- La imposición de una tasa por pasajero en los aeropuertos.
- La reciente apertura de un hotel que genera sus propias energías renovables.
El lado oscuro
Sin embargo, Noruega también tiene su propio lado oscuro. Y es que pese a que la nación tiene una fuerte conciencia respecto a la deforestación o la reducción de emisiones a la atmósfera, suspende en lo que se refiere a la explotación animal. El último episodio a este respecto lo ha protagonizado el ministro de Pesca, perteneciente al 'Partido del Progreso o FrP, que recibió el 15,2% de los votos en 2017 siendo la tercera fuerza. Per Sandberg ha anunciado un incremento del 28% en la cuota de captura de ballenas. Así, durante esta temporada, la flota Noruega podrá dar caza a 1.278 ejemplares. En 2017, el gobierno permitió la caza de 999 de estos animales aunque, finalmente, la flota de 11 balleneros sólo capturó 438.
Esta decisión es más chocante si cabe si se tiene en cuenta que contraviene la moratoria impuesta por la Comisión Ballenera Internacional (IWC), de la que la nación noruega forma parte desde 1960. De hecho, sólo este país junto a Japón e Islandia violan dicho tratado, que aseguran no reconocer.
Desde la propia web del Ministerio de Pesca recuerdan que algunas especies de cetáceos, como el rorcual aliblanco, son muy abundantes y diezman determinadas poblaciones de peces. Además, defienden que su carne es muy saludable y es consumida por miles de personas.
El punto de mira en el sector turístico
Mientras por un lado el gobierno noruego incrementa la cuota de caza de ballenas, la industria turística internacional ha tenido que hacer frente a una oleada de críticas que se han centrado especialmente en las atracciones protagonizadas por animales, y más concretamente por los cetáceos.
Esta presión mediática, protagonizada en muchos casos por clientes procedentes del norte de Europa, ha llevado a pesos pesados del sector como Thomas Cook a eliminar dos tercios de las atracciones con animales de sus catálogos o a TripAdvisor, que prohibió la venta de entradas para atracciones en las que los turistas tengan contacto directo con los animales.
El avistamiento
Pero no está puesto el foco sólo en los parques acuáticos, también los avistamientos han sido fruto de polémicas o de decisiones determinantes por parte de touroperadores. Según datos de Greenpeace, el avistamiento de estos grandes mamíferos atrae a 13 millones de personas cada año. Esto genera 2.000 millones de dólares a nivel mundial en 119 países diferentes. Un mercado muy suculento al que es muy difícil que la industria vacacional renuncie.
El sector turístico es cada vez más consciente del impacto que produce su actividad en el medio que les rodea y siempre es positivo que tome medidas al respecto. No obstante, no deja de ser chocante que algunos turistas esperen de los operadores turísticos lo que no exigen a su propio gobierno.
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