La pista de aterrizaje comercial más pequeña del mundo, la del aeropuerto Juancho E.Yrausquin, se encuentra en Saba, una pequeña isla del Caribe que pertenece a Holanda, y es todo un desafío para los pilotos que intentan aterrizar en ella.
La isla cuenta con tan solo 13 kilómetros de extensión y la pista, 400 metros de asfalto. Además de su dificultad por ser ínfima y estrecha, la zona está rodeada de acantilados y altos cerros que dan al mar, lo que hace aún más difíciles las maniobras.
El riesgo es tan grande que los comandantes de los aviones que operan rutas a Saba deben aprobar un curso especial para poder aterrizar en la terminal. Además, no todas las aeronaves pueden llegar a la isla, pues solo los BN-2 y el Caravan son capaces de efectuar las maniobras.
Sin embargo, no todo es negativo. Según una encuesta realizada por PrivateFly, plataforma de alquiler de aviones y jets privados, la llegada a la instalación caribeña es la más emocionante para los viajeros. A pesar de su peligrosidad, desde su inaguración no se ha producido ningún accidente en él.