El ocio, especialmente el nocturno, forma parte de las experiencias que buscan muchos turistas en destinos como España; sin embargo, esta actividad genera un ruido que afecta al descanso de los residentes y en los casos no controlados "está suponiendo un grave problema de salud".
Para conocer más sobre cómo afecta la contaminación acústica a los residentes de los cascos históricos de muchas ciudades españolas y qué posibles soluciones se pueden encontrar, Tourinews ha entrevistado a Miguel del Pino, presidente de la Federación de Asociaciones contra el Ruido, quien entiende que todo el mundo quiere disfrutar del ocio, pero que defiende que la actividad de los locales nocturnos "no es compatible con la de las zonas residenciales" y se muestra especialmente crítico con la "inacción" de la Administración.
Pregunta (P): ¿Quiénes forman parte de la Federación de Asociaciones contra el Ruido?
Respuesta (R): Se formó hace cerca de tres años, un poco antes de la pandemia, y está conformada por asociaciones de todas las comunidades autónomas de España. Madrid, Cataluña, Andalucía, todo el norte e incluso las Islas Baleares y Canarias. Se trata, principalmente, de asociaciones denominadas contra el ruido, pero también integra a muchas asociaciones de vecinos que se están amparando en nuestra federación por el grave problema que está suponiendo la contaminación acústica, especialmente del ocio nocturno, en nuestras ciudades.
P: Cuando se habla de ruido, siempre se hace referencia al ocio nocturno, ¿no?
R: Sí, tristemente, es nuestro caballo de batalla, porque todos tenemos derecho a disfrutar del ocio, cada uno en su ambiente, pero el ocio nocturno no está, a nuestro entender, bien controlado y no hay conciencia de lo que genera. Está suponiendo un grave problema de salud para las personas residentes en los cascos históricos y el centro de las ciudades, donde se concentran principalmente la mayoría de estos locales.
Quizás hacemos más hincapié en el ruido nocturno porque nos vemos muy desamparados ante la Administración"
P: La recogida de basuras, la limpieza de las vías públicas o el tráfico también generan ruido, pero el ocio nocturno concentra las quejas, ¿no?
R: En nuestra federación somos sensibles a todo lo que respecta al ruido, pero entendemos que todo se puede tratar. En la ciudad donde yo resido, Miranda del Ebro (Burgos), hace unos años comenzaron a utilizar unas máquinas sopladoras para limpiar las hojas en las zonas de parques y el ruido era bestial. Frente a ese problema había una solución: hay sopladoras que emiten el ruido de un secador de pelo y ya están siendo implantadas por diversos ayuntamientos. Entonces, hay medidas, aunque, naturalmente, suponen una inversión y requieren que se tome conciencia del problema. No vale aquello de decir “bueno, es que el ruido es inevitable”; pues no, hay ruidos que se pueden evitar. Quizás hacemos más hincapié en el ruido nocturno porque nos vemos muy desamparados ante la Administración, principalmente, la local. Hay mucha protección hacia estos locales que va en un gravísimo detrimento de las personas que vivimos en estas zonas.
P: ¿Cómo se puede abordar el problema?
R: Quizás la actividad de estos locales de ocio nocturno no es compatible con la de las zonas residenciales, del mismo modo que en muchas ciudades hace 20-30 años las actividades de industria se han sacado a los polígonos. Si la gente quiere estar de fiesta 24 horas, esto no puede ser nunca compatible con el descanso de la ciudadanía que trabajamos, que vivimos y a los que también nos gusta tomar una cerveza o un café en una terraza o salir en la noche. Hay ciertos horarios —a partir de las 23:00 horas—, en los que no puede haber la misma permisividad en cuanto al ruido.
P: España es un país de tradición nocturna y en zonas como Andalucía, muchos no pueden salir a la calle hasta las 20:00 a causa del calor y a partir de esas horas se genera bullicio. ¿Qué solución se propone a esas personas?
R: La educación es fundamental, aunque la idea de que en España somos especialmente ruidosos a mí me rechina un poco. Naturalmente, al que vive en Andalucía y salga a las ocho de la tarde no se le va a pedir que no haga ruido y digamos que hay regiones en las que el tono de voz por costumbre es más elevado, pero esto no conlleva que haya una permisividad. No puede haber una aglomeración de gente a las 24, la 1, las 2 e incluso las 5 de la mañana porque la gente quiere salir. ¿Dónde quedamos las personas que trabajamos al día siguiente y nos tenemos que levantar a las 5? Yo entiendo que es muy complejo, pero las administraciones locales tienen herramientas. Tienen las ordenanzas que están supeditadas a la ley del ruido y otras legislaciones que tienen que cumplir. Hay que hacer mediciones de ruido, que no se hacen porque no hay ninguna voluntad. Si se hiciera, se comprobaría que hay niveles muy por encima de lo permitido y se verían obligados a tomar medidas que no son populares. A los responsables municipales no les gusta y por ello esta inacción.
P: Vecinos de Colònia de Sant Jordi (Mallorca) han llegado a denunciar los tardeos en hoteles, ¿dónde está el punto de equilibrio?
R: En la educación y en la conciencia del problema que se genera. El silencio absoluto no existe, naturalmente, pero los ayuntamientos son quienes tienen que mediar en este caso.
P: ¿Se ha convertido el alquiler vacacional en una nueva fuente de ruido?
R: Sin duda, en San Sebastián, por ejemplo, hay un movimiento muy potente contra esta actividad que está descontrolada y desregulada. La ciudadanía tiene que defenderse, reclamar sus derechos y esto tiene que modificarse.