Opinión
¿Qué otra actividad se puede hacer en Mallorca?
Las actividades económicas tradicionales son marginales en Baleares; en Canarias la dependencia del turismo es menor, solo porque el desarrollo turístico masivo se inició más tarde
Los debates sobre la turismofobia, o sobre el exceso de turistas, se enconan porque las partes son incapaces de argumentar con la razón, por lo que la discusión deriva hacia la emoción.
En el caso de las Islas, tanto las Canarias como las Baleares —y especialmente en Mallorca—, el enfrentamiento es evidente. Cuando el Govern da un paso para controlar el crecimiento exagerado, es acusado de desprecio al turismo. Cualquier oportunidad es aprovechada por los ecologistas y sus aliados para reclamar el fin de la “destrucción del medio ambiente”.
En este contexto, un conocido personaje del mundo turístico mallorquín ha conseguido con una sola frase sacar el debate de espacio de las tripas para colocarlo en el del cerebro. Cuando tuvo que dar su opinión sobre el asunto, se limitó a efectuar una pregunta que anula toda la discusión irracional: ¿qué otra actividad se puede hacer en Mallorca?
Como es obvio, la pregunta vale para todas las islas.
Como buen conocedor de Mallorca, Toni Munar hablará claro cuando piense que el turismo está poniendo en riesgo el equilibrio social y ambiental o cuando crea que la excesiva protección medioambiental hace peligrar la estabilidad económica y el futuro de los mallorquines.
Las grandes cifras de Mallorca y del resto de las Islas Balears nos indican que el sector servicios representa más del 88% del PIB (Fundación Impulsa Baleares). Se trata de un sector dependiente del turismo que, según el profesor Figuerola, representaría la mitad de esa cifra. El segundo dato relevante es que la densidad de población es casi 4 veces superior a la media nacional.
Las actividades económicas tradicionales son marginales. Algo más del 1 % del PIB la agricultura, aún menos la pesca; pequeña, aunque floreciente, la del calzado; y anecdótica, la textil, la joyería o la de la alimentación, aun cuando tengan visibilidad.
En Canarias la dependencia del turismo es menor, pero sencillamente porque el proceso de desarrollo turístico masivo se inició más tarde y por la tradición agrícola y, en menor medida, pesquera, en ocasiones subvencionadas.
El futuro de todas esas actividades no turísticas es aún más incierto que su presente.
Tanto los que usan la cabeza para pensar como los que la utilizan par embestir saben que la respuesta a la pregunta de Munar es que esas “otras actividades” estarán necesariamente relacionadas con el turismo, que debe ser más verde y eficiente para que todos puedan controlar mejor sus emociones.
*Ignacio Vasallo es director de Relaciones Internacionales de la Federación de Periodistas y Escritores de Turismo (FEPET).
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