Estando vetada por sus principales mercados emisores, Canarias comienza dentro de un mes su temporada alta de invierno con la mayor incertidumbre jamás habida. Este post busca diferencias con anteriores crisis turísticas de Canarias, intentando encontrar algún elemento diferenciador positivo que permita dibujar un escenario esperanzador. Para ello se han contemplado tres cuestiones: la previsibilidad, el potencial de dureza y el peso de factores internos en el devenir de la crisis.
1. Incertidumbre & altibajos
En esta crisis la situación puede cambiar rápidamente y en muy poco tiempo se puede pasar de un extremo favorable a todo lo contrario. En mayo, Canarias presentaba índices muy bajos de casos de Covid. Para mantener esa situación estratégica para el Turismo hacía falta cumplir tres premisas: test PCR a todos los viajeros, estrictos protocolos de prevención de contagios en las empresas y alta responsabilidad ciudadana en el seguimiento de las pautas sanitarias. Al vetar Alemania, a mitad de agosto, el turismo a toda España excepto a Canarias, durante unos días nuestros índices de contagio incluso nos permitían pensar en que Reino Unido pudiese hacer lo mismo, lo que nos hubiese convertido en "zona de excepción" para nuestros dos principales mercados emisores. Sin embargo, pocos días después hemos pasado al extremo contrario.
Estamos, por tanto, ante una crisis imprevisible y con potencial de recaídas, lo que hace posible que la recuperación se produzca con curvas en forma de "W" múltiple, es decir, una "montaña rusa económica", que sería un fatal escenario para la estabilidad de empresas y empleos y, por tanto, debe intentar ser evitado a toda costa.
2. Potencial de dureza
Lo que parecía una crisis coyuntural con una rápida recuperación está tomando formas más complejas, pues ahora Canarias se juega la temporada de invierno. ¿Se parece esta crisis a alguna de las crisis turísticas que ha vivido Canarias? Veamos las tres crisis más relevantes, valorando si podemos extraer alguna similitud con la actual en cuanto a su dureza:
Crisis de liberalización de precios (1979-1981)
En el régimen de Franco, las subidas de precios hoteleros estaban reguladas con unos máximos, lo cual se liberalizó en 1978, tres años después de su fallecimiento, y se produjeron aumentos de precios de hasta el 50%. Al año siguiente, los turoperadores desviaron sus capacidades a otros destinos con el fin de contener los aumentos de precios y se inició una recesión importante de visitantes que duró hasta 1981, año en que se volvió a recuperar rápidamente una vez levantado el "boicot”. Es un ejemplo de un desequilibrio coyuntural económico de carácter temporal.
¿Aplicable a la actualidad?: Ojalá la recuperación pudiese ser tan rápida en forma de "V", pero las dimensiones de la actual situación lo hacen difícil, a menos que la búsqueda de la vacuna acertada sea exitosa a corto plazo y la inmunización pretendida sea efectiva rápidamente.
Crisis de desaceleración (1988-1991)
Dicha crisis fue causada básicamente por la entrada masiva de camas en el mercado canario a mitad de los 80, en una franja muy concentrada de tiempo (1985-89: +62% de camas turísticas). A ello le acompañaron otros dos factores: la subida general de precios en España (gastos extras) y la devaluación de la imagen del destino (mayor concienciación ecológica). Las consecuencias fueron una desaceleración del crecimiento con un ligero descenso de visitantes en 1989 (-2,5%), bajada de precios y reestructuraciones en la oferta y demanda. En 1991 se volvieron a alcanzar cifras de altos crecimientos, favorecido por las Guerras del Golfo y de Yugoslavia.
¿Aplicable a la actualidad?: En 1988-91 estuvimos ante un desfase temporal entre oferta y demanda. No obstante, las nuevas camas necesitaron poco tiempo para encontrar su sitio en el mercado, pues Canarias estaba en plena fase de crecimiento (en 1988 hubo 4,5M de visitantes extranjeros; en 2019 fue el triple), mientras que en la actualidad no se puede hablar de un "desfase" sino de un anulador temporal de la demanda, estando la recuperación condicionada a la puesta en el mercado de la vacuna, pero sin olvidar que la pérdida de turistas ahora es mucho mayor.
Crisis de "doble burbuja" (2008)
En 2008 se produjo una explosión simultánea de dos burbujas económicas: una por la moratoria turística, al haberse ejecutado casi todas las licencias hoteleras vigentes desde el 2001, y la otra por la crisis inmobiliaria internacional. La crisis tuvo un fatídico efecto estructural: el paro de un gran volumen de la población, que había sufrido entre 2000 y 2007 el mayor aumento habido en Canarias en tan corto plazo. Este efecto quedaría perpetuado en la economía canaria e incluso con la "primavera árabe", de 2011 a 2017, la tasa de paro "sólo" bajó del 35% al 20%. Se puede decir que el empleo no se recuperó de esta crisis, sino que se creó una situación económica nueva. Además, fue una crisis sobre otra crisis, una económica sobre otra de destino, pues Canarias estaba desde el 2000 en la etapa de madurez con visitantes estancados o en descenso.
¿Aplicable a la actualidad?: Son crisis diferentes en cuanto a la demanda. En la crisis del 2008 solo hubo realmente recesión en la demanda entre 2007 y 2009, registrando el mayor descenso de visitantes extranjeros en el 2009 (-13,4%), mientras que el mayor daño de la crisis estuvo en los importantes efectos estructurales de larga permanencia que provinieron, principalmente, de la pérdida de empleo en el sector de la construcción. Canarias perdió 139.000 empleos en los tres años iniciales (EPAs 3º trim. 2007 – 3º trim.2010), cifra a la que ya nos acercamos ahora tras 3 meses de crisis (contracción de 108.100 personas de la población ocupada, según la 2ª EPA 2020), ello sin tener en cuenta a los trabajadores acogidos a ERTE, que figuran como ocupados.
En el gráfico se aprecia cómo en las dos anteriores crisis la pérdida de turistas fue muy inferior a la actualidad (1989:-2,5%; 2009: -13,4%), lo que aumenta el potencial de dureza a corto plazo de la actual crisis. Además, se puede ver cómo la situación previa al inicio de la crisis del Covid es de descenso de turistas, al haber desaparecido el efecto "primavera árabe".
Estamos, en definitiva, ante una crisis con unas dimensiones muchísimo mayores, en cuanto al potencial de dureza, que cualquiera de las tres crisis habidas en Canarias, las cuales nunca llegaron al escenario de "turismo cero". Sin embargo, a la vez es una crisis que está supeditada a la creación de la deseada vacuna, que podría conllevar una estampida en la demanda de nuestros mercados emisores y un proceso rápido de recuperación.
3. Peso del factor interno
En primera línea de la crisis vemos a un nuevo actor que adquiere un especial protagonismo: el ciudadano. En ninguna de las crisis anteriores el ciudadano como individuo tuvo en sus manos incidir de forma tan directa sobre una crisis, sea hacia el extremo positivo como hacia el negativo. Es más, nunca antes los factores internos del destino (comportamiento individual, tests en origen/destino y estrictos protocolos en empresas) tuvieron tanto peso en el devenir de una crisis. Esto es algo que podemos ver como positivo, pues nunca antes pudimos influir tanto en nuestro propio futuro. José María Mañaricua, presidente de la FEHT, lo explicaba así de claro: "Puede pasar un mes, dos meses o un año. Depende de los canarios que los contagios bajen y esto se reactive o la economía muera" (canarias7.es, 03.09.20).
El trío de seguridad del destino turístico en el PERIODO PRE-VACUNA. Los tres factores van muy unidos uno al otro: mientras los tests en aeropuertos garantizarían que se minimice la importación de contagios, unos estrictos protocolos empresariales y el comportamiento responsable del ciudadano cuidarían de que cualquier caso no tenga propagación. Son las nuevas reglas para el Turismo hasta que llegue la deseada vacuna.
Conclusión
"No hay Plan ‘B’" le decían hace pocos días las patronales turísticas al Parlamento. Así es, sólo hay un Plan "T", que es el Turismo, nuestro policultivo turístico único a nivel mundial, que está, de una manera u otra, detrás de cada empleo en Canarias. Y si todos los empleos dependen del Turismo y la reactivación del mismo sólo está esperando a que nuestras cifras de contagios bajen, tendríamos que ser capaces de mostrar una responsabilidad ciudadana extraordinaria y actuar todos en una sola dirección, incluso dispuestos a un auto-confinamiento voluntario de 1-2 semanas en las zonas más afectadas, si fuese necesario y eso acelerase la recuperación turística. Aún podemos tener una temporada de invierno razonablemente buena de noviembre a marzo, e incluso actuar como "destino-monopolio europeo", pero también podemos estar abocados a pseudo-recuperaciones y marchas-atrás en forma de montaña rusa ("W" múltiple), o incluso permanecer cerrados gran parte de nuestra temporada alta. Más que nunca depende de nosotros.
Artículo publicado originalmente en el blog antoniogarzon.com.