Hasta 2018 no había escuchado mucho sobre qué era la teoría de las banderas y todas sus versiones. Ser un turista nómada o un perpetual traveller suena, a priori, muy atrayente, pero si a eso le sumamos los beneficios que uno puede obtener por optar a este estilo de vida, la cosa se pone mucho más interesante.
A tenor de como discurre la política económica de los estados con el crecimiento desmedido de la presión fiscal para tapar las miserias de nuestra clase política, el boom de las criptomonedas, el teletrabajo y el impulso de una generación con pocas ganas de tener que ir a la oficina a encerrarse entre cuatro paredes a cumplir un horario o aguantar a un jefe o jefa que les hable parafraseando el último libro de coaching que ha leído, el movimiento del viajero perpetuo se ha convertido en una solución reivindicativa contra papá Estado y a favor las libertades más elementales del liberalismo.
Para ser un nómada digital es evidente que necesitamos tener un modo de ganarnos el pan donde nuestro ordenador sea el mejor aliado. Los freelancers entienden esto a la perfección. Si en España, por ejemplo, quieres trabajar por tu cuenta como diseñador web, habrás de facturar tus servicios y darte de alta como autónomo. Es archiconocida la injusticia social que se comete con los autónomos en nuestro país, quienes sufren una de las mayores presiones fiscales de la UE con continuas y cambiantes medidas que esquilman sus arcas y frustran sus ganas de emprender.
Lo anterior, aplicando la ley de banderas, puede cambiar. Además, a nivel turístico nos podemos encontrar con un fenómeno muy interesante para los próximos años. Por ejemplo, durante la pandemia, algunos países vieron la oportunidad de atraer a estos nómadas digitales, facilitando su llegada con menos restricciones y ciertos beneficios para que llevaran a cabo su actividad online. Fue el ejemplo de Costa Rica que abrió sus fronteras tras las primeras oleadas, sin restricciones de movimiento ni mascarillas. ¿Resultado? Nómadas digitales de medio mundo pasaron un tiempo en tierra tica esperando a que la pandemia dejara de ser un problema.
Y no, no estoy hablando de la moda de los espacios coworking donde mucha gente los entiende como la panacea del éxito asegurado por parecer algo fresco e innovador que usaron otros para tener éxito con la startup de turno. Hablo de cambiar de país, de residencia; de tener tu empresa domiciliada en un lugar distinto al que decides pasar los próximos meses… Como dice el leitmotiv de la teoría de las banderas: Ve allá donde te traten mejor.
Si la mayoría hiciéramos esto, los gobiernos empezarían a pensárselo mejor antes de tomar medidas a costa de sus ciudadanos. Sin embargo, tal y como están las cosas, los estados piensan primero en ellos (políticos, funcionarios, burócratas, socios y amistades) y luego en los demás, ante lo cual, los ciudadanos simplemente aguantan pacientemente lo que les echen.
Ahora, la receta es simple: “Planta banderas por todo el mundo para diversificar tu patrimonio y ganar en opciones”.
En la teoría de las banderas se llaman banderas a cada país que ofrece los servicios que buscas, que cubre ciertas necesidades de la manera que quieres o necesitas. Es decir, en un mundo moderno, no se eligen países por una cuestión de patriotismo y nacionalismo trasnochado, ni siquiera por la casualidad del nacimiento (ius sanguinis vs. ius soli), sino que se considera a los estados como lo que realmente son: enormes empresas que nos ofrecen sus servicios y cada una, a su manera.
La cuestión aquí es organizarte personal y financieramente de tal modo que ningún gobierno del mundo pueda acceder a tus bienes y poner en peligro tu forma de vida.
Y esto, te preguntarás, ¿qué tiene que ver con el turismo?
El solo hecho de que la denominación sea perpetual traveller ya nos da una idea de dónde podríamos encontrar un nuevo nicho para el futuro más cercano. Países como la ya comentada Costa Rica, Malta, Nicaragua, Paraguay, Panamá, Singapur, Rumania, Honduras o Estonia están invirtiendo sus recursos en atraer a este tipo de turista que, normalmente suele viajar también en familia, lo hace para estancias más largas que el turista habitual, genera riqueza en el entorno en el que se mueve, viajan con seguro médico internacional y con ganas de establecerse, si las condiciones son atractivas, allá donde le traten mejor.
Interesante, ¿no? Pues imaginad una isla como Fuerteventura. Qué fantástica solución para su irregular turismo podría ser no solo promocionar deporte, naturaleza, clima... sino también, un lugar donde pueden recalar los nómadas digitales. Lo fácil sería decir que ya existe la ZEC como “algo parecido”. No, no se parece mucho porque los requisitos se pensaron hace 20 años. Estamos en otros tiempos, otra era (la digital) y otros protagonistas. Pedir la residencia canaria a quien emprende es absurdo. Los negocios están en la nube. Canarias tiene una oportunidad fantástica de promover este modo de entender la vida. Al eslogan de la “eterna primavera” se le podría unir “para el turista perpetuo”.
* Manuel Rosell Pintos es experto en dirección empresarial, marketing y turismo. Actualmente es CEO de la consultora turística Abbatissa y la start-up hotelera Spot Hotels.