Opinión
La carrera por la sostenibilidad puede hacer el turismo insostenible
Hablar de neutralidad de carbono, de no dejar huella o impacto cero del turismo en un horizonte a corto plazo, es una temeridad por no decir algo más fuerte
Si se habla de turismo, lo más oído actualmente es sostenibilidad y cambio climático o ¿no estoy en lo cierto?
Destinos, empresas y profesionales turísticos hablan del mismo tema, supuestamente en el mismo lenguaje aunque la realidad dista mucho de lo que se escucha o se lee.
Hace apenas unos días, conversando con un colega portugués en el reciente foro en Evora (A World for Travel-Evora’s Forum) sobre el tema de masificación turística y las soluciones que estaban ofreciéndose, me dijo algo tan evidente que no se hace como es definir la capacidad de carga turística por destinos. Algo que es obvio en las islas a las que se accede por avión: ya viene predeterminado por el número de asientos o el número de camas de la oferta alojativa o pasajeros de cruceros, por ejemplo.
Pero lo cierto es que controlar el número de turistas y visitantes en tiempo y espacio no es algo muy complicado y menos ahora con la tecnología existente, pero se olvida algo fundamental: la voluntad política y empresarial, que van muy ligadas. Si la oferta turística quisiese (Destinos, Empresas y Administraciones Públicas) se podría planificar la gestión turística basándose en unos límites aceptables, sabiendo que los impactos negativos se pueden minimizar, que no evitar, y controlando el número de visitantes y sus actividades en el entorno natural y urbano.
Controlar el número de turistas y visitantes en tiempo y espacio no es algo muy complicado y menos ahora con la tecnología existente, pero se olvida algo fundamental"
Cuando no se tiene claro lo que se quiere obtener —es decir, objetivos concretos y asumibles— es imposible usar herramientas y estrategias que ayuden a conseguirlos, y en muchas ocasiones, llegar a conseguir los beneficios económicos está muy por encima y de lejos en importancia que la conservación de los recursos, del territorio, del entorno natural y social.
No me canso de recordar uno de los mayores errores en la gestión turística que es colocar la sostenibilidad como un objetivo a alcanzar, sin tener respuesta a una pregunta muy simple: ¿Por qué y para qué hay que ser sostenible? ¿Por qué el turismo debe ser sostenible?
Algo similar ocurre con el cambio climático: escucho que hay que reducir o/y hay que ser sostenible para cuidar y conservar el planeta, para que nuestra Tierra no se termine, etc.
Para mí aunque suene muy bien y sea de repente políticamente correcto, la verdad es que las actuaciones o intervenciones negativas humanas le dan igual al Planeta Tierra, porque seguirá su evolución natural, sin embargo, algo que se olvida es precisamente que somos nosotros los humanos y nuestras actividades productivas las que puedan estar en peligro, como el caso del turismo.
Hoy acabo de leer esta noticia: "A partir de esta semana, los hoteles que hayan cumplido las normas de sostenibilidad de determinadas organizaciones independientes, como Green Key o EarthCheck, tendrán un distintivo de certificación ecológica junto a su nombre en las búsquedas realizadas en google.com/travel. ¡Sin comentarios, pero dice mucho!"
La sostenibilidad implica especialmente pensar en el futuro y en el legado o herencia que dejamos a nuestros sucesores. De facto, nuestra situación actual es consecuencia de lo que han hecho nuestros ancestros, con la diferencia de que ahora debido a los procesos de producción y objetivos económicos de rentabilidad, estos cambios son más grandes y mucho más rápidos.
La sostenibilidad implica especialmente pensar en el futuro y en el legado o herencia que dejamos a nuestros sucesores"
Por tanto, se trata de pensar en que si queremos continuar con la actividad turística y que sea competitiva, la mejor solución es que la gestión turística sea sostenible.
Aunque suene muy bien, pero si hablamos de neutralidad de carbono, de no dejar huella o impacto cero del turismo en un horizonte a corto plazo, en mi opinión es una temeridad por no decir algo más fuerte. No me lo creo y me atrevo a decir que es algo casi imposible en la realidad, porque la única forma de conseguirlo sería prohibiendo la actividad y eso no es viable ni deseable.
Se debería ser más honesto y ético a la vez que pragmático y pensar que la mayoría de los beneficios de otros y de nuestro entorno nos van a beneficiar, porque en esta competición de supervivencia no hay competidores sino potenciales beneficiarios, por lo que entiendo también que se debería abandonar la política del green-washing, y de la compensación ambiental y social, tan de moda por muchas grandes empresas incluyendo las turísticas en sus RSC.
La mejor compensación es la que no se necesita.
*Arturo Crosby es editor de Natour magazine.
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