Opinión
Otro año más
2017 ha sido un magnífico año en lo que se refiere al turismo
Como todos los años por esta época y como consecuencia de la lotería de Navidad, el “síndrome de San Ildefonso”, más contento me pongo cuantos más millones canto, afecta a políticos y periodistas de toda España. Este 2018 está produciendo, en algunos de ellos, fiebres elevadas que les han llevado a decir, en su delirio, que España había sobrepasado a Estados Unidos como segunda potencia mundial turística.
Repasemos brevemente los datos. Lo primero que hay que constatar es que 2017 ha sido un magnífico año en el que han subido el número de viajes de extranjeros -lo menos importante-, los ingresos que van a superar ligeramente los 60.000 millones de euros, el gasto por día, el empleo y la aportación del turismo al PIB nacional hasta llegar al 11.5 %. Según Exceltur, el crecimiento ha sido del 4.4%. El Gobierno, las Autonomías y los empresarios están contentos. También ha subido fuertemente el gasto de los turistas, pero ese es un dato que tiene menos importancia que el de los ingresos, puesto que incluye los gastos en el país de origen y el transporte, en general realizado por una compañía extranjera.
Por el lado negativo, de menor importancia, tenemos la ligera disminución, en términos reales, otro año más, de los ingresos por turista que quedaron entre 723 y 724 euros. Van ya diez años de descensos, la ligera disminución de la estancia y los bajos salarios del sector.
Con esta situación positiva es innecesario hacer comparaciones odiosas y declarar, como ha hecho el presidente del Gobierno, el ministro del ramo, funcionarios de turno y han recogido los medios, que habíamos pasado a Estados Unidos en número de turista extranjeros y nos habíamos convertido en la segunda potencia mundial del sector, sólo por detrás de Francia.
Para empezar, España y Estados Unidos cuentan los turistas de diferente manera. Aquí es turista cualquiera que permanezca al menos una noche -millones de marroquíes que van de vacaciones a su país desde sus lugares de residencia en Francia o Bélgica-, o los portugueses que van en coche a Europa pasando por España, son contados tanto a la ida como a la vuelta. En Estados Unidos son turistas aquellos que han entrado con un visado de turista. Los viajes de negocios o de estudios se contabilizan aparte, aunque en algunas ocasiones se junten estadísticamente. Pero, cuando vamos a lo que importa, descubrimos que los ingresos por turismo extranjero son allí tres veces superiores, debido a estancias más largas, al mayor gasto por turista -es el país donde más gastan- y a la mayor aportación de las compañías aéreas americanas al transporte de viajeros al país.
Sin embargo, por encima de todo eso está el hecho de que en Estados Unidos la mayor parte de los destinos no dan importancia a la distinción entre turismo nacional e internacional; a fin de cuentas, una vez gastados, los dólares no se distinguen. Los ingresos totales son diez veces superiores a los de España, lógico dadas las dimensiones de ambos países. El turismo es la primera, segunda o tercera industria en treinta estados. Emplea directamente a ocho millones de personas, e indirectamente al doble. Tiene la mayor oferta mundial de alojamientos y mueve más de un billón de dólares anuales.
A ver si cuando se pasen los síntomas del “síndrome de San Ildefonso”, los políticos dejan de compararnos con quien no deben y lo hacen con Francia, que en el ranking de ellos ocupa la primera plaza, aun cuando sus datos de ingresos por turismo extranjero y de pernoctaciones son muy inferiores a las de España. Los organismos oficiales se justifican diciendo que son los datos que ofrece la Organización Mundial del Turismo, obviando que ese organismo solo da las cifras que le envían los respectivos gobiernos. Ellos brindan esas estadísticas y cada uno puede interpretarlas a su manera.
¿Volverá a ocurrir lo mismo a comienzos de 2018? Lo cierto es que no soy optimista. Estoy seguro que el año que viene por estas fechas, reaparecerán los síntomas y todos ellos cantarán y contarán que en vez de 82 tenemos 85 millones de turistas y se olvidarán, claro, del descenso en el gasto de cada uno de ellos.
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