Opinión

¿Puede ser el cliente la clave de la conciliación familiar de los profesionales de la hostelería?

El cliente pone entre la espada y la pared al empresario que quiere hacer bien las cosas con sus empleados, pero debe aceptar los deseos del consumidor para llegar a fin de mes

Hace unos días leía un artículo de opinión de un colega de profesión y articulista, Bosi Viña, que titulaba ¡NO SE ENCUENTRAN CAMAREROS! Y dentro de su texto, una frase totalmente acertada (todo el artículo lo es) que me ha hecho reflexionar: Pues ahí está el otro problema de la HOSTELERÍA: La imagen que tiene la sociedad de nosotros, la falta de empatía, la imagen de "estos me sirven", la tontería de "el cliente tiene la razón". Y que me gustaría ampliar en la misma línea.

Como ya he comentado en otros artículos, es obvio que trabajamos en un sector donde nos debemos al ocio y juerga del común de los mortales, las fechas especiales y festivos son los días donde podemos incrementar la felicidad de los demás.

A nadie se le ocurriría abrir una discoteca a las 12 del mediodía un martes, cuando los jóvenes están estudiando y los de mediana edad en sus respectivos trabajos. Pues con los restaurantes es exactamente igual. Somos un sector al servicio del ocio de los demás, al servicio de sus días especiales como, bodas, cumpleaños, bautizos, aniversarios o de la necesidad de celebrar un divorcio y por regla general, se hace y se congregan invitados y amigos, cuando nadie trabaja que suelen ser fines de semana, festivos, carnavales, semana santa o navidades, por mencionar algunas fechas. Hasta ahí, entiendo que estamos de acuerdo.
 

La hostelería es un sector al servicio del ocio de los demás

El problema viene cuando esos miles de personas —banqueros, mecánicos, funcionarios públicos, comerciantes, profesores o políticos, entre otros—, la gran mayoría con horarios de 8 a 16 y ni un minuto más, dan por hecho que nuestro tiempo es infinito para ellos, sin respeto alguno por el oficio, la profesión o, peor aún, hacia las personas que trabajan en el sector servicio, principalmente hostelería.

¿A alguien se le ocurre ir al cine, entrar cuando le dé la gana a la sala y, cuando termine la película, decirle al acomodador que se va a quedar un ratito más y que le pongan otra película? No. Se siguen las reglas. ¿Y por qué te enojas cuando, aun sabiéndolo porque está a la entrada del restaurante en muchos casos o en la página web, a cuando un camarero te dice a las 11 de la noche que a las 23:30 se cierra la cocina o a las 24:00 se cierra el restaurante? ¿Por qué te ofendes y sientes como que te están echando?

¿A alguien se le ocurre entrar en un banco a hacer gestiones a las 3 de la tarde y reclamar a los empleados porque no le atienden? No. Se siguen las reglas. El banco cerró a las 2 pm. ¿Por qué con la hostelería te enojas cuando se te dice que estamos llenos y tienes que esperar o volver otro día?
 

Restaurante lleno de clientes

¿A alguien se le ocurre ir a un partido de fútbol sin comprar la entrada y solicitar que te dejen entrar? No. Se siguen las reglas. ¿Y por qué te cabreas cuando te dicen que no puedes comer sin reserva?

¿A alguien se le ocurre reclamar al funcionario de turno que te dice que te falta un papel para completar tu petición en ventanilla? No. Se siguen las normas. Vas, lo buscas, vuelves otro día y terminas tu trámite. ¿Y por qué te cabreas cuando te dicen que se nos acabó el entrecot y quieres poner una reclamación? El funcionario no te dio opción, nosotros te damos la de cordero, solomillo, pollo, costilla, paticas de cerdo, mollejas, parrillada o conejo.

Podría seguir poniendo ejemplos, pero vamos a dejarlo aquí e intentar ir a la raíz del problema, que al final es una mezcla de cultura y educación.

El restaurante abre a las 18:30 y cierra a las 23:00. Reservamos a las 22:30 y llegamos a las 22:45, sin estrés y sin que nadie nos penalice por el retraso. ¿Pueden ordenar y cenar en 15 minutos? No, pero les importa un carajo, ellos pagan y creen tener el derecho y la moral de no tener ningún tipo de empatía más que con su propio narcisismo.

 

 

Ya está bien de culpar al empresario que está sometido a una sociedad sin principios, ya está bien de maltratar al empleado dando por hecho que “esto es lo que hay” y que está sometido a un sistema de erróneo pensamiento egoísta y en muchos casos sin escrúpulos hacia ellos.

El cliente pone entre la espada y la pared al propio empresario que sí quiere hacer bien las cosas con sus empleados, pero a la vez se ve abocado a aceptar el deseo del cliente sin escrúpulos por la necesidad de llegar a final de mes. La pescadilla que se muerde la cola.

Volviendo al título de mi colega Bosi Viña: ¡NO SE ENCUENTRAN CAMAREROS! Añadiría, ni se van a encontrar cocineros. La vocación que siempre he defendido a capa y espada se va diluyendo en el tiempo cuando el que consume un producto (Cliente) cree que quien se lo entrega (Camarero&Cocinero) es un servil y no un servidor.

¿Puede ser el cliente la clave de la conciliación familiar de los profesionales de la hostelería?

 

*Víctor Rocha Cocinero/Articulista/Conferenciante/Defensor De Lo Correcto/Apasionado del sector Servicio y el Turismo. Autor del libro “el Humo que todo lo quema” (Gastronomía y turismo)

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