Este año se cumple el centenario de la fundación de la compañía que llevó al principio el nombre de los dos hermanos Disney y después solo el de Walt. Con este motivo, los medios americanos han recordado la frase del fundador: "Espero que nunca olvidemos que todo empezó con un ratón".

Disney ha creado algunos de los personajes más conocidos de la cultura popular como el famoso ratón, su perro Pluto, el pato Donald o el león Simba. Además, integró en su universo otros que habían nacido en la mente y la pluma de los más conocidos “cuentistas" de finales del siglo XIX o comienzos del XX, como Blancanieves y los 7 enanitos o La Cenicienta.

Menos conocidos, sin embargo, son los personajes que hicieron posible el “milagro" de convertir una modesta empresa de animación en el mayor conglomerado mundial del sector del entretenimiento, con tentáculos en el cine, la televisión, los parques temáticos, los cruceros, los campos de golf y los hoteles, entre otros. Por el camino ha ido absorbiendo grandes empresas de esos mundos que ha ido convirtiendo en filiales. Actualmente, Disney vale en bolsa más de 100.000 millones de dólares y da empleo a 225.000 personas.

El primer gran personaje es el propio Walt, un exitoso soñador del que aún quedan puntos obscuros por sacar a la luz como su etapa de informante del siniestro FBI de Hoover o su papel ante el Comité de Actividades Antiamericanas del senador McCarthy, denunciando por “comunistas” a compañeros de Hollywood.

Reimaginación de Blancanieves por Disney

Reimaginación de Blancanieves por Disney

Él es uno de los más egregios representantes de esa ingenuity —ingeniosidad, no ingenuidad— que tan importante ha sido en el desarrollo del capitalismo americano, coetáneo de los "cuentistas”, gracias a la cual el inventor de una salsa o de una sopa de tomate; es decir, Heinz o Campbell crearon imperios.

Disney fue hasta los años 80 una empresa controlada por la familia fundadora. Incluso el proceso de renovación fue también un affaire de familia, cuando en 1984 Roy Disney, hijo del otro fundador del mismo nombre que había dimitido de sus cargos en la empresa unos años antes, regresó para cesar al presidente de la empresa, Ron Miller, casado con su prima Diane, hija de Walt.

En los últimos años, los precios de la acción habían caído en bolsa y los “buitres" querían apoderarse de ella a precio de saldo.

Roy y su socio financiero Stanley Gould, obtuvieron el apoyo de los hermanos Bass, inversores tejanos que adquirieron el 10% de la compañía —luego ampliado al 25%— e impusieron un nuevo equipo ajeno a la empresa: como presidente el ejecutivo de Paramount y amigo de Sid Bass, Michael Eisner; como número dos con dependencia directa del Consejo de Administración, el abogado Frank Wells; al frente de Disney Studios, el productor Jeffrey Katzenberg, también procedente de Paramount y traído por Eisner.

Ni Eisner, ni sobre todo Wells, pertenecían al mundo de la cultura popular. Eisner era un judío neoyorquino de clase alta y buena educación. Wells aún iba más lejos. Pertenencia a la “nobleza americana” como descendiente directo de peregrinos del Mayfower. Había estudiado en Oxford y en la law school de Stanford, en la que obtuvo el título de abogado.

Consiguieron un gran crecimiento tanto orgánico como a través de adquisiciones en los años siguientes —mientras ellos se enriquecían— hasta que la muerte de Wells en un accidente de helicóptero en 1994 desbarató el tinglado. Katzenberg quiso ocupar el puesto de Wells a lo que Eisner se negó. La subsiguiente pugna en los tribunales terminó con una indemnización de 280 millones de dólares para el creativo que inmediatamente fundó Dreamworks con Spielberg.
 

Disney cumple 100 años. Foto: Pixabay

Disney cumple 100 años. Foto: Pixabay

Eisner escogió al representante de algunos de los principales actores de Hollywood, Michael Ovitz, como su segundo. Duró solo un año y se fue con una indemnización en acciones y en metálico de unos 140 millones de dólares.

Habían sido 10 años muy productivos —también para Eisner con uno de los mayores sueldos y compensaciones del establishment americano—, pero el tinglado ya no daba más de sí y Roy Disney volvió a intervenir para echar en dos etapas a Eisner. El sustituto fue el también judío neoyorquino y ejecutivo de cine y televisión, Bob Iger, que en su etapa con todo el poder (2005-2020) convirtió a Disney en la primera empresa mundial de entretenimiento, lo que se reflejó en el valor de la acción que alcanzó máximos históricos.

 

*Ignacio Vasallo es director de Relaciones Internacionales de la Federación de Periodistas y Escritores de Turismo (FEPET).