Hace unos días, mi mujer y yo decidimos irnos de vacaciones con los niños mientras yo aprovechaba algunos días para avanzar en algunos proyectos de trabajo.

Como profesional del sector y del diseño de espacios de hospitality, tenía ganas de experimentar un hotel que se promocionaba como el lugar perfecto para el Bleisure (business + leisure).

Me vendieron que podría combinar trabajo y ocio de manera impecable. Eso prometían.

La realidad de un mal diseño


Desde el momento en que llegamos, quedó claro que lo que parecía ser una solución ideal en papel, en la práctica no lo era. El “espacio de trabajo” del hotel era un área pequeña y pobremente iluminada, ubicada cerca del lobby, donde el ruido era constante y la privacidad inexistente. La conexión wifi, crucial para prácticamente cualquier profesional, resultó ser inestable.

Resultado: Me dejó colgado en más de una videollamada importante.

Intenté trabajar desde la habitación, pero me encontré con una mesa demasiado baja, lo que la convertía en un escritorio incómodo, sin enchufes accesibles y sin la ergonomía necesaria para largas jornadas de trabajo.

Reflexiones sobre el verdadero Bleisure y el diseño


Este viaje me ha dejado claro que un buen diseño es más que estética. Se trata de diseñar espacios que realmente funcionen para las necesidades de sus usuarios. A priori no parece difícil, pero en la práctica sí que lo es.

Entiendo que un espacio que ofrezca estos servicios o venda estas características debe ser cuidadosamente diseñado para equilibrar trabajo y descanso. Y más especialmente cuando se trata de familias.

¿Cómo lo haría yo? Concepto de Bleisure y creando comunidad


Los viajes siempre me hacen reflexionar. Intento pensar cómo podría mejoraría los espacios.

En el caso de este hotel, le falta enganche. Parece que los que estábamos alojados no teníamos nada en común con la marca ni entre nosotros. No se consigue crear un vínculo entre las partes.

Últimamente, he estado pensando mucho sobre cómo el diseño de espacios pueden ir más allá de la funcionalidad y convertirse en una herramienta para crear comunidad.

Un espacio bien diseñado puede facilitar conexiones entre los huéspedes, y pasar de un simple viaje a una experiencia diferente. Donde el viaje comience mucho antes de llegar y se prolongue durante mucho tiempo después de marchar. Donde te sientas vinculado, donde sientas que eres parte.

Un hotel orientado al Bleisure no solo debe proporcionar los medios para trabajar y relajarse, sino también fomentar la interacción social a través de espacios bien pensados.

Áreas comunes que inviten al encuentro, actividades que conecten a las familias y oportunidades para que los huéspedes compartan tiempo juntos. Ese es el tiempo que te llevas en el recuerdo. El tiempo que ha sido diferente al que podrías pasar en cualquier otro hotel.

Este viaje ha reafirmado mi convicción de que el diseño no es solo cuestión de estética, sino de una globalidad. Estuve largo y tendido hablando con el director del hotel. Charlamos amigablemente de su hotel y de mis reflexiones.

Le hice pensar, le hice dudar. Quedamos en seguir hablando cuando acabe la temporada. Mi trabajo consiste en eso. En mover el avispero.

En el futuro, me aseguraré de que mis proyectos no solo cumplan con las necesidades iniciales de mi cliente. Eso es lo fácil. Lo difícil es además cumplir con las necesidades y expectativas de los cientos o miles de clientes que pasarán por ese espacio.

 

*Sergio Pérez Llompart es especialista en proyectos hoteleros