Opinión
Turismofilia
Algunos creemos que oponerse al crecimiento ilimitado no es turismofobia y que el sobreturismo es la amenaza más grave contra el turismo
En el último par de años dos palabras han dominado la discusión turismofobia y sobreturismo. La primera se lanza tanto contra los que se oponen al turismo en general, en realidad muy pocos, como contra los quieren terminar con los excesos del turismo, especialmente en las ciudades más saturadas. No he encontrado una palabra equivalente en otros idiomas. La segunda describe el fenómeno que provoca lo anterior y, en su acepción inglesa: Overtourism ha sido declarada la palabra del año por la revista Skift y seleccionada entre las 12 candidatas por una Fundación del BBVA.
Los que gritan turismofobia suelen ser partidarios del crecimiento ilimitado, como es el caso de VOX en Mallorca que acusa al Govern de hacer políticas contrarias al turismo. El candidato a la Alcaldía de Palma, el general Fulgencio Coll, y el Presidente de Actúa-Vox en Baleares, Jorge Campos, han dejado claro que para ellos el problema no es que haya muchos turistas, sino que hay pocas infraestructuras y que su primera medida será la eliminación del impuesto de pernoctaciones al que, no solo ellos, llaman ecotasa. Sin embargo, a nivel nacional la palabra turismo no se menciona en las cien medidas de su programa.
Algunos creemos que oponerse al crecimiento ilimitado no es turismofobia y que el sobreturismo es la amenaza más grave contra el turismo. Somos los que hemos luchado para que su importancia sea reconocida; los que sabemos que gracias al turismo, España ha mejorado inmensamente económica y socialmente; y que es preciso mantener y mejorar los ingresos de ese sector para la estabilidad económica. Los que pensamos que el modelo español es un éxito y que hay que cuidarlo exquisitamente.
Pero somos también los que hemos estudiado que las playas vírgenes que todos buscamos dejan de serlo en cuanto llegan muchos turistas, que hay que cuidar y mantener nuestro entorno para el disfrute equilibrado de foráneos y locales, que los turistas “de calidad” no van a los destinos saturados, que la capacidad de carga de un sistema cualquiera no debe superarse pues se producen daños difícilmente remediables, que los excesos de las masas de borrachos sin control deben ser reprimidos, que las leyes locales tienen que ser cumplidas por aquellos que sí las cumplen en su lugar de origen.
Somos los que creemos que los turistas que no nos respetan, no deben ser bienvenidos; los que pensamos que sostenibilidad es la palabra clave. Sin sostenibilidad el turismo muere. Los que barruntamos que si se aplicara un programa como el que propone Vox para Baleares, crecería el turismo pero dejarían de venir los que queremos que vengan.
Somos, en fin, los que de verdad amamos el turismo, los que queremos ser acusados de Turismofilia por lo que proponemos, pero sin temor a que algunos digan que eso es Turismofobia.
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