Ya son más de 10 años los que llevo en la instrucción de tripulantes de cabina (TCP) en escuelas de formación, y algo más en compañías aéreas, por lo que sé muy bien cuáles son las diferencias, porque haberlas, las hay… Y muchas.
Hay escuelas que son honestas, profesionales y con un claro objetivo de formación y éxito del alumnado. Son las menos, pero las hay y tengo el inmenso honor de conocer de cerca a algunos de sus CEO como Bravo19 ATO y ECAL Escuela de TCP Estudios Aeronáuticos de Lugo. Habrá otras, pero nombro a estas dos porque sé bien de lo que hablo.
Sin embargo, hay una cruz en la moneda a la que yo llamo “las máquinas de hacer churros”. Son esas escuelas sin ningún filtro y cuyo único objetivo es hacer matrículas con la ayuda de comerciales sin ninguna vinculación con la aviación y mucha en su afán de cobrar la comisión, aun a costa de incautos alumnos que jamás podrán formar parte de una tripulación por carecer de los requisitos más elementales.
Es triste ver la competencia intestina que todavía ejercen escuelas que ofrecen cursos interminables de muchos meses pera insertar inservibles asignaturas de relleno sumadas a las que estrictamente exige AESA que no son más de 140 horas en total. No hace falta aprender maquillaje, el “curso de aviación ejecutiva” es absurdo y sin la más mínima credibilidad, la defensa personal ya la enseñarán en la compañía aérea y tantos otros agregados innecesarios que se ofrecen para inflar el precio del curso en un afán por simular profesionalidad.
Compañero, futuro TCP, elige el curso más barato, el más corto y donde más claro te dejen todo. El certificado que vas a obtener es el mismo que ese incauto al que “endosaron” un curso de 10 meses por 5.000 €. La única diferencia es que tú vas a volar antes que él.
*Ivan Torregrosa Pihlman es profesional de la aviación