Opinión
Este será un buen año turístico
Los que insisten en que hay que cambiar el modelo de 'sol y playa' al llamado turismo cultural, deberían recordar que hay que tener cuidado con lo que se quiere
En cuanto se publican los resultados turísticos de un año, empiezan los vaticinios para el siguiente. El 2022 fue bueno, pero las previsiones para este 2023 no tanto. El Banco de España, quizás con el mejor departamento de estudios de todo el país, advierte de que el ahorro acumulado durante la pandemia ya se ha gastado y que los factores negativos: inflación y su consiguiente menor renta disponible, el incremento de los precios de los billetes aéreos y de los de alojamiento aún superiores a la inflación general, la falta de personal cualificado en el sector, "el fin de los viajes ultra baratos" y el parón del turismo oriental envían señales negativas.
Sin embargo, parece que las compañías aéreas desafían a la fuerza de la gravedad y suben en bolsa cuando deberían bajar, las empresas hoteleras y las plataformas reciben más reservas, especialmente en las categorías superiores, y todo el sector está convencido de que finalmente superaremos en actividad turística al año de referencia.
¿Qué sabe el sector turístico que ignoran los departamentos de estudios de las grandes instituciones? Pues saben que las estadísticas a veces ocultan más de lo que informan.
Las estadísticas oficiales se basan en las encuestas que realiza el INE. Se publican bajo el nombre de Frontur —número de turistas extranjeros que llegan a España— y Egatur— gasto de estos—. En realidad, Frontur lo que mide es el número de viajes y esa diferencia es básica.
Para simplificar vamos a centrarnos en el turismo británico, el mercado emisor extranjero más importante para España, que a su vez forma parte del mercado regional europeo que nos envía más de dos tercios del turismo que recibimos de fuera.
Según Frontur, en el año 2019 recibimos 18 millones de turistas británicos, un imposible 28% de los 67 millones de habitantes de esas islas o más del 40% de los que realmente viajaron al extranjero que, según la Asociación de agencias de viajes y turoperadores (ABTA), fueron unos 44 millones. De ellos, según la Oficina Nacional de Estadísticas (ONS), algo menos de 9 millones vinieron a España. Justo la mitad. La ONS pregunta dónde viajaron, no cuántas veces viajaron a ese sitio, Frontur pregunta de dónde proceden, no cuántas veces han venido.
Si atendemos a Frontur, debemos concluir que es imposible que un porcentaje tan grande de la población no sufra los aspectos negativos de la situación económica, por lo que deberíamos esperar una contracción en el número de los que nos van a visitar este año. Pero si nos fiamos de ABTA y de la ONS podemos aceptar que casi todos pertenecen al grupo de los que todavía tienen ahorros generados durante la pandemia, esa gente con recursos que realiza varios viajes al año, especialmente los que viajan en avión. Los principales consumidores de turismo no están afectados por lo peor de la crisis.
A este grupo pertenecen los propietarios de casas en España y los que vienen a visitarles o alquilan varias veces cada año. Según esta versión, cada británico que nos visitó en 2019 lo hizo dos veces, pero naturalmente unos vinieron solo una vez y otros más de dos.
Comparando los datos de Frontur con los del resto de los países emisores europeos nos encontramos con datos similares. Franceses, portugueses, holandeses y alemanes vienen repetidamente, pero cada viaje cuenta como un turista.
Hay un caso llamativo: el de Irlanda. En un informe oficial del año 2022 se asegura que “la mitad de la población irlandesa viajó a España en 2022”. Confunde 2 millones de viajes con otras tantas personas. Como por definición más de un tercio de la población no puede viajar por causas económicas o sanitarias, habrían venido a España ese año dos tercios de la población en condiciones de viajar. Para rematar el despropósito, unos párrafos antes aseguraba que 17 millones de irlandeses habían viajado al extranjero, lo que no esta mal para un país de 4 millones. Si la mitad vino a España habrá que averiguar dónde fueron las otras siete mitades.
Con los orientales y los americanos no hay problema estadístico o es menor.
Esto es lo que saben los analistas del sector y lo que ignoran los macroeconomistas. Los que nos visitan no pertenecen solo las a clases trabajadoras, como algunos quieren creer, sino sobre todo a las clases medias y acomodadas que pueden permitirse el lujo de venir repetidamente.
Los que insisten en que hay que cambiar el modelo de 'sol y playa' por ser poco rentable y promover más el llamado turismo cultural, cuyos clientes no repiten en la misma medida, deberían recordar aquello de que hay que tener cuidado con lo que se quiere porque se puede conseguir.
Lo dicho, este año será un buen año turístico.
*Ignacio Vasallo es director de Relaciones Internacionales de la Federación de Periodistas y Escritores de Turismo (FEPET).