En este año tan convulso y negativo para el turismo en todo el mundo ha habido una excepción que, si bien en números absolutos puede que no represente mucho en el conjunto de un país turístico, al menos ha contribuido a que negocios que tenían una temporada casi cerrada hayan salido adelante durante este verano del 2020, al contrario que los ubicados en zonas urbanas y del litoral.

Por razones obvias de miedo, muchos consumidores han optado por reservar alojamientos independientes en el campo, en las zonas rurales y naturales, y concretamente en España, aquellos que pudiesen tener piscina privada o lugares de baño próximos con muy poca gente, aunque lo cierto es que muchos ayuntamientos han prohibido dichos lugares.

Hasta aquí la parte más positiva para este turismo que, sin duda, ha demostrado tener una gran ventaja competitiva frente al turismo de ciudad y del ‘sol y playa’, pero que estoy convencido se transformará de nuevo en una ventaja comparativa en cuanto la situación comience a revertir y se haga notar la competitividad.

La no existencia de Destinos Turísticos en las zonas rurales, hace imposible su competitividad turística


Lo digo porque lo que ha pasado y está pasando es una situación coyuntural y parece más un espejismo que una realidad a tenor de que, en vez de analizar y aprender la lección pensando en un futuro cercano y, por tanto, planeando una verdadera estrategia de Destinos Rurales y Verdes que sean no solo sostenibles sino competitivos, lo que está ocurriendo es creer que la demanda va a regalar esta respuesta durante años.

Aunque sé que me repito, en lugares como es el caso de España —y puedo afirmar que en general en Latinoamérica—, la no existencia de Destinos Turísticos en sus zonas rurales hace imposible su competitividad turística, y lo peor es que se sigue sin entender que es una estrategia clave para el éxito.

Hace apenas una semana tuve una conversación con el alcalde de un municipio en Castilla y León y me recordó muchísimo a la que tuve cuando comencé mi negocio en otro municipio de Cáceres con el representante de alojamientos turísticos de la comarca.

Muy resumidamente, cuando le propuse llevar a cabo un plan de marketing y comunicación para la reactivación del turismo, pensando en invierno y especialmente en el 2021, el alcalde me respondió que su pueblo no lo necesitaba, porque ya recibía muchos turistas, que todo el país —dijo el mundo— sabía lo bonito que era y que además ya hacían todo eso, porque tenían una página en el Facebook y una técnica en Turismo (me enteré de que era una estudiante de Turismo, al menos, a la que contrataban mes y medio al año), que hacían folletos (diseño de hace 30 años) y que iban a las ferias (FITUR e INTUR) donde tenían muchas visitas al stand compartido con otros 40 municipios (por decir un número). Claro,  las visitas eran de otros alcaldes y técnicos y políticos de la Región, que está muy bien, pero nada tiene que ver con la demanda turística.

Turismo rural

Hace casi 20 años el representante empresarial turístico, cuando le ofrecí cooperación comercial y técnica, me respondió que su municipio (también de unos 800-900 habitantes) no lo necesitaba porque todo el mundo ya lo conocía y que los que no venían era porque no querían y no se podía hacer nada.

Y, por supuesto, cuando se sentían un poco acomplejados con los datos aparecía el problema del presupuesto, que había que destinarlo a proyectos más relevantes como las fiestas o algunas obras, cosas que sus votantes le diesen importancia y no el turismo.

Es decir, que en estos 20 años la situación no ha cambiado mucho y solo he escogido 2 casos como ejemplo, aunque podría mencionar muchos más, incluyendo también Latinoamérica.

Con esta actitud, y más ahora con esta realidad coyuntural, el futuro no es muy halagüeño porque esta especie de espejismo les va a confundir aún más, y no solo es que no valoren el conocimiento turístico, sino que tampoco los ingresos a su economía local.

Casa Rural la Ribera en Ordesa

Casa Rural la Ribera en Ordesa

Posiblemente si el turismo rural pudiese cambiar su estructura funcional y, entre otras, la población o comunidad local comprendiese y se beneficiase del mismo, se comenzaría a pensar en destinos y en su gobernanza, cosa que hoy en día estamos muy lejos.

Y hay ejemplos en otros países donde sí existe esta percepción de destino, donde las oficinas de turismo municipales tienen su rol y donde existe una animación turística basándose en el territorio y no solo al alojamiento.

Es decir, se puede lograr sin mucho problema, pero hay que comprenderlo y tener la voluntad política, local y regional, para desarrollar una política que dinamice las zonas rurales en su conjunto y así crear Destinos Turísticos Rurales y Verdes.

 

*Arturo Crosby es editor Natour magazine