Opinión
Así hablaba Matthew Perry
La gran diferencia entre los países en los que está extendido un decente conocimiento del inglés está en el doblaje de las películas y los programas de televisión
El pasado 28 de octubre falleció Matthew Perry a la temprana edad de 54 años. El día siguiente la cadena SER daba la noticia. La locutora resaltaba su peculiar forma de hablar indicando: “Así hablaba Matthew Perry”, para ponernos a continuación la voz de su doblador. Me sentí estafado. Quien hablaba era un imitador y en otro idioma. Es como si fuera al Prado a ver un cuadro de Velázquez y me encontrara con una reproducción sin firma.
Resulta que Matthew Perry, como señala The Economist, en su magnífico obituario cambió la forma de hablar de los norteamericanos y eso no hay doblaje que nos lo pueda explicar.
Su interpretación de Chandler Bing en Friends es una de las actuaciones más importantes de la historia de la televisión. A lo largo de 236 capítulos, en 10 temporadas —entre 1994 y 2004—, mantuvo sentados en los sofás de sus casas a millones de americanos e, inmediatamente, a millones de otros países —en España se estrenó ese mismo año—.
Le daba a su voz una entonación original, motivo por el que fue contratado y que fue inmediatamente imitada por millones de jóvenes, al igual que la manera de hablar del resto de los intérpretes de la serie, que se convirtió en una de las más vistas de la historia de la televisión. 22 millones vieron el episodio piloto y más de 50 un capítulo de la segunda temporada.
Su entonación enfática era la que provocaba la risa cuando soltaba una frase, que podría sonar anodina dicha por otro. Su especialidad eran los artículos y las conjunciones, totalmente diferentes en inglés y en español. Este último, idioma en el que pueden ser femeninos, masculinos o neutros, mientras que en inglés: the, this o that carecen de variaciones y, por lo tanto, se repiten con frecuencia, lo que provocaba la risa cuando las resaltaba.
Desgraciadamente, aquí la gente vio Friends doblada al español, como de costumbre, perdiendo todos esos matices y sin reír cuando le tocaba, o riendo cuando no debía. Desde hace un par de años tienen la posibilidad de ver la serie en versión original, pues Netflix la compró por 100 millones de dólares. Y eso que está a punto de cumplir treinta años.
Esa es la desgracia que tiene lugar en España. A pesar de que la enseñanza del inglés ha mejorado notablemente durante los últimos años, todavía falta mucho para que una mayoría de la población acepte ver los programas ingleses o americanos en versión original, idealmente con los subtítulos también en inglés. En consecuencia, el inglés aprendido en la escuela, o en la academia, se pierde porque no se practica.
La gran diferencia entre los países en los que está extendido un decente conocimiento de ese idioma: los nórdicos, Holanda, Portugal, crecientemente en los bálticos y aquellos más retrasados, como España, Italia o Francia, está en el doblaje de las películas y los programas de televisión.
Es una pena que esto ocurra en un país tan dependiente del turismo. La mayor parte de nuestros clientes, o son nativos en inglés o, al menos, se manejan aceptablemente en el llamado “globish”, el inglés de batalla para andar por el mundo.
Ese es uno de los motivos por los que un tercio de los más de millón y medio de empleados en hostelería, restauración y bares y cafeterías son extranjeros. En los niveles menos pagados proceden de Latinoamérica, Marruecos o Rumania, mientras que en los que más se gana vienen de países en los que se habla el mismo idioma que los clientes. Con frecuencia hablan más de un idioma, como es el caso de holandeses o suecos. Un español que domine el inglés y el alemán trabaja en un despacho en las oficinas centrales de la empresa que sea y no al pie del cañón atendiendo a los clientes.
Si queremos, como no se cansan de repetir empresarios y autoridades del ramo, captar un turismo de “calidad” y ampliar la clientela del turismo cultural, habrá que hacer un esfuerzo para que cada vez un mayor número de personas se pueda expresar en idiomas extranjeros. Señala McKinsey, en un reciente informe sobre el turismo indio, que uno de los motivos en la elección del destino es el conocimiento de la población local del inglés.
El llamado “turismo de experiencias”, que lleva unos años de moda, implica una mayor relación con la población local que el de sol y playa, pero esa comunicación es imposible si unos y otros carecen de un idioma común.
Descanse en paz ese actor al que debemos tantos ratos divertidos y aprovechen los televidentes la oportunidad de escucharle en versión original para saber de verdad cómo hablaba Matthew Perry.
*Ignacio Vasallo es director de Relaciones Internacionales de la Federación de Periodistas y Escritores de Turismo (FEPET).
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