Lo de demoler este magnífico hotel de Fuerteventura me parece una auténtica atrocidad. Dice la RAE: atrocidad: dicho o hecho muy necio o temerario: disparate, burrada, barbaridad, necedad, bobada, tontería. Esto no lo digo yo, lo dice la Real Academia de la Lengua Española.

Mi pregunta a los responsables de tamaña atrocidad es: ¿A quién se beneficia con esta acción de acoso y derribo de esta infraestructura turística?

Yo, en mi humilde condición de divulgador turístico y después de una carrera de 55 años en el sector (lean mi libro Lo que deberías saber sobre el Turismo), no le encuentro explicación lógica al asunto que estoy comentando, por muchas vueltas que le doy.

¿Beneficia a la imagen turística de Fuerteventura en particular y de Canarias en general? Rotundamente no. ¿Beneficia a las gentes de Fuerteventura? Rotundamente no. ¿Beneficia a la economía de Fuerteventura? Rotundamente no. ¿Beneficia al empleo de Fuerteventura?: Rotundamente no.

Entonces, ¿a quién beneficia? Yo desde luego no lo sé. Lo que sí sé y creo que será fácil de entender es a quien perjudica tamaña atrocidad.

Perjudica a la imagen turística de Canarias y de Fuerteventura en particular. ¿Se imaginan la campaña de comunicación negativa en cuanto se publiquen las imágenes y los sonidos de las tareas de demolición del hotel?

Tengan por seguro que nuestros competidores se encargarán de divulgar esas imágenes demoledoras (valga la redundancia) con la excusa de demostrar lo mal que hacemos las cosas en Canarias. ¿Es necesario esto? ¿A quién beneficia? Repito. Yo no lo sé.

Perjudica a la economía de Canarias y de Fuerteventura en particular. Perjudica al empleo, no solo por la cantidad de puestos de trabajo que se van a perder directamente con esta operación de derribo, sino los inducidos por la perdida de ocupación de la Isla como consecuencia del muy negativo impacto de la noticia del derribo.

De momento, lo que sí creo que sería necesario es que la Administración Pública implicada en el caso se tomara la molestia de repensar el asunto e intentara reconducir el tema hacia una solución menos traumática y más inteligente.

El Hotel Riu Oliva Beach tiene que ser un modelo de gestión hotelera de calidad, debe ser un establecimiento modélico, no solo por su envidiable situación, sino también por la calidad de su servicio y por sus profesionales. La calidad son las personas.

 

*José María Barrientos. Promotor Turismo y Ocio.