Opinión
Los hoteleros tienen la obligación de hacer felices a sus huéspedes
Cuesta poco hacer feliz a una persona y la hotelería se ha olvidado de hacer felices a sus huéspedes
El 8 de junio llegué a Bilbao sobre las 11 de la noche. Estaba cansadísimo. Llevaba dos días viajando y teniendo varias reuniones cada día por lo que mi cerebro, sobre todo a esas horas, estaba frito.
Solo quería llegar y darme una ducha.
Cuando llegué al Hotel Gran Bilbao y entré en la habitación: ¡Pum! Sorpresón.
Me habían dejado en el espejo una nota dándome la bienvenida y, por si fuera poco, el mensaje tenía un código QR que enlazaba a un vídeo de YouTube donde una persona del hotel se dirigía a mí dándome la bienvenida personalmente.
Estuve sonriendo al menos 20 minutos.
De repente dejé de estar cansando y lo que estaba era feliz y contento.
Le mandé el vídeo a toda mi familia.
Y reflexioné sobre lo poco que cuesta hacer feliz a una persona y cómo la hotelería se ha olvidado de hacer felices a sus huéspedes.
Con este tipo de acciones, que al hotel le cuestan 0 €, consiguen varias cosas:
- Hacer felices a sus clientes
- Que sus clientes hablen de ellos
- Convertir en fan a todo el que se aloje aquí.
Su director, Jorge Álvarez, y su equipo forman un tándem magnífico y eso se nota cuando traspasas las puertas del hotel.
*Jesús Romero es cofundador de TuriSCool, escuela online especializada en turismo.
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