Opinión
Las puertas del campo: Viaje por la ruta del vino de Rueda
Las vendimias nocturnas se han convertido en uno de los principales reclamos turísticos de Rueda, La Seca y Serrada, en Castilla y León
Casi todos los viñedos con los que se elabora el vino de Rueda, unas 14.000 hectáreas se encuentran en tres pequeños municipios, la propia Rueda, La Seca y Serrada. Ninguno llega a los 1.500 habitantes. Entre los tres producen más de cien millones de botellas.
En las cercanías del pueblo que da nombre a la zona y en medio de unos viñedos ecológicos, muy bien mantenidos, nos sorprenden seis puertas de ladrillo que no cierran ningún espacio, puesto que los terrenos no están cercados. Parece que por la zona hay un lugareño que ha decidido ponerle puertas al campo, un dicho que tiene que proceder de Castilla donde la vista se cansa de mirar al infinito sin interrupciones.
La inutilidad del trabajo parece que aquí no se ha cumplido. El campo esta ordenado y hasta terrenos que eran considerados inútiles, incluso para el cultivo de la remolacha, son ahora cultivados cariñosamente para ofrecernos las uvas verdejo, de tradición casi milenaria, o la nueva sauvignon con las que se elabora ese vino fresco de Rueda, uno de los blancos más consumidos en toda España.
Las características orográficas y climáticas de la meseta castellana, en la zona de influencia del Duero, el río vinícola de la península, conforman tanto el cultivo como el producto.
El suelo llamado cascajoso está cubierto de guijarros de aluvión – más de un americano ha preguntado por lo costoso que ha debido resultar llevar hasta allí todas esas piedras- ; la meseta, de entre 700 y 800 metros de altitud provoca un clima continental que da carácter a la uva. El calor del verano recomienda la vendimia nocturna, a temperaturas más adecuadas, que se ha convertido en un recurso turístico. Las luces de los tractores en las noches estrelladas provocan sensaciones espaciales.
La mayor parte de las viñas se cultivan en espaldera, es decir elevadas para permitir el paso de la maquina vendimiadora y evitar el trabajo ingrato de agacharse para cortar el racimo, lo que aún se sigue haciendo en las cultivadas en vaso, es decir a ras de tierra. La reducción de costes ha sido enorme y ha permitido colocar en el mercado vinos de buena calidad a precios imbatibles, especialmente en los mercados internacionales.
El vino se produce en esa tierra desde hace siglos. Ya en el XVI era afamado y valioso el “dorado”, que exige al menos ocho años de crianza en las clásicas damajuanas rellenas en sus tres cuartos y expuestas al sol. El resultado es una bebida llena de matices, más propios del Jerez que de Castilla, tanto en el sabor como en la graduación. Algunas bodegas lo siguen produciendo hoy día.
Históricamente la tierra producía vinos generosos que se vendían precisamente en esas damajuanas de unos 16 litros. En los años ochenta, coincidiendo con el establecimiento de la denominación de origen Rueda, empiezan a dominar los caldos ligeros y alegres, gracias al trabajo de gente como el Marqués de Griñón o Javier Sanz.
Pero la innovación ha continuado y ahora ya se atreven con vinos de crianza en barrica y hasta con el “vino de hielo”, desconocido en España, elaborado con uvas que se han dejado secar al frio del invierno y que producen un vino dulce sin sabor a pasa de alto precio. Se produce y consume en Canadá y Alemania, entre otros lugares. También producen vino tinto como en las vecinas Toro y Ribera del Duero.
La creación en 2013 de la Ruta del Vino de Rueda va a ayudar a la zona para aprovecharse del impulso que en tantas partes del mundo está teniendo el turismo enológico. Constituida por 120 socios de 19 municipios en las provincias de Valladolid, Segovia y Ávila, con claro predominio de la primera. De las más de setenta bodegas que existen en la zona unas treinta están abiertas al público, la mayor parte cuentan con galerías subterráneas.Algunas han abierto restaurantes con notable éxito. También pueden visitarse algunas queserías que elaboran queso de oveja.
La ruta esta señalizada para que pueda visitarse a caballo a pie o en bicicleta aprovechando al máximo el paisaje de pinos y viñedos.
La parte cultural está bien cubierta con el importante conjunto histórico de Madrigal de las Altas Torres, de fama Isabelina, o el Castillo de La Mota.
El Parador de Tordesillas es un buen lugar para alojarse, aunque hay que destacar el reciente esfuerzo para abrir posadas de calidad como la de Isabel de Castilla en Madrigal.
La zona cuenta con par de balnearios en Medina y en Olmedo.
El ave conecta Madrid con Valladolid en una hora y Medina en algo menos. Por carretera el viaje se puede hacer en hora y media.
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