Parece que este año 2024, de repente se ha descubierto que la masificación turística crea graves problemas porque ha comenzado a visualizarse la reacción adversa de las poblaciones o comunidades locales o como antes se llamaban comunidad anfitriona, denominación curiosa, porque rara vez su opinión se había tomado en cuenta.
Hay muchas publicaciones sobre la masificación turística, la saturación, el overtourism, crisis, etc. en las que destaca un común denominador como respuesta: la eliminación de la masificación o la prevención de esta para así evitar los graves problemas sociales, ya que los ambientales han pasado a un segundo nivel a pesar de la tendencia marcada sobre la necesidad de destinos turísticos sostenibles.
Me van a permitir decir que más que imposible es muy difícil evitar la masificación, primero porque realmente no se quiere, ya que tanto quien debe regular y ordenar, como muchos negocios, especuladores y los mismos turistas y en general visitantes a los destinos, no lo perciben como su problema. Por lo contrario, se genera beneficios, a pesar de que en realidad es el dicho de ”pan para hoy, hambre para mañana”, pero seguramente no se piensa, aunque esto no cambie el probable futuro.
Solo cuando la comunidad residente en los destinos y sus hinterland reclaman una calidad de vida mejor y achacan su peor situación por el conflicto en tiempo y espacio con los turistas es cuando esa llamada de atención alarma al sector, algo que sin duda con una planificación previa siempre se hubiese evitado.
Siendo muy realista o pragmático, el volumen de turistas va a seguir creciendo y a un porcentaje elevado y quizás uno de los factores que desvié estos flujos turísticos a otros destinos sean los problemas ambientales. El sector turístico, donde sin duda incluyo a las Administraciones competentes, todavía no entiende la importancia y urgencia de actuar en la adaptación y mitigación de los efectos del cambio climático.
¿Se debería crecer de esta forma? ¿Hay que imponer límites al crecimiento turístico? Y ¿Quién impone estos posibles limites?,¿Quiénes serian los responsables de conseguirlo?
La masificación turística afecta directamente a la población residente porque sufre una competencia injusta con los visitantes debido a la mala gestión de los recursos naturales, sociales y culturales y, sin embargo, apenas influye en los turistas, en las administraciones ni en muchos negocios turísticos y mucho menos aquellas que bordean las normativas existentes.
¿Hay soluciones? Estoy convencido de que sí las hay, pero lo primero sería admitir los problemas y tener la voluntad de encontrar los posibles caminos u hojas de ruta.
Aclaremos, ¿se puede crecer sin límite alguno que no sea el del propio espacio físico? ¿Se debería crecer de esta forma? ¿Hay que imponer límites al crecimiento turístico? Y ¿Quién impone estos posibles límites?, ¿Se puede convencer a la demanda que se reparta de forma equilibrada en los distintos destinos? Y en definitiva, ¿quiénes serían los responsables de conseguirlo?
Hay algo claro y es que la regulación y ordenación de los flujos turísticos y de visitantes (incluyo los excursionistas) la tiene la Administración Pública competente, que o no asume el problema, o no lo entiende. La verdad es que no tengo la respuesta, pero lo cierto es que la solución de inventar tasas turísticas o ecotasas, no resuelve en lo absoluto la masificación ni sustituye la regulación u ordenación turística, aunque sí ayuda a tener una recaudación adicional directa de los consumidores.
Puede y quizás suene algo utópico, sería aplicar una tasa de un importe relevante con la condición sine qua non de que dicho importe fuese destinado en exclusiva a mejorar la calidad de vida social y ambiental de la población local para que puedan recibir y percibir los beneficios de esta actividad económica que actualmente les margina.
Una tasa de un importe relevante con la condición sine qua non de que fuese destinado en exclusiva a mejorar la calidad de vida social y ambiental de la población local
Es hora de que el turismo se transforme en un factor positivo para la población y su entorno natural y cultural; y no es tan difícil, pero requiere no solo tener objetivos claros, sino de que estén consensuados entre el sector público, privado y la comunidad. Es decir, lo que se denomina Gobernanza Turística, de lo que algunos llevamos hablando más de una década.
Por cierto, el reciente fenómeno de masificación turística a nivel global lleva existiendo probablemente hace más de 30 años y, sin embargo, parece que en vez de haber aprendido lecciones para mejorar y cambiar, se ha mantenido dicho modelo. Y para rematar el tema, no se trata realmente de la masificación o saturación, sino de cómo gestionar esos números para conseguir un equilibrio, donde necesariamente habrá que pensar en admitir que debe existir un crecimiento tolerable para poderlo gestionar eficazmente. Esto en definitiva es hablar de sostenibilidad y ahora además de regeneración.
*Arturo Crosby es editor de Natour magazine.