Resulta que firmas un contrato de trabajo como ejecutivo —vamos a llamarle chef ejecutivo, aunque podría ser de cualquier área del turismo— con una empresa muy bien reconocida a nivel internacional, puede ser cualquiera de las que hay en el mercado actualmente, cualquiera.
Fichas por un sueldo anual, trabajas 8 horas al día, 1 día de descanso y 30 días de vacaciones. Lo de las 8 horas es orientativo, somos conscientes de dónde estamos y no hace falta que nadie nos diga cuándo hay que estar más o menos tiempo en circunstancias excepcionales.
Nuevo trabajo, quieres darlo todo y, para conocer la operación, el primer mes no descansas y le dedicas un poco más de tiempo de lo normal a la jornada, de 14 a 15 horas diarias.
Pasan los días, las semanas, esta semana no descansas, ya llevas 8 días seguidos trabajando 15 horas al día; siguen pasando las semanas, no bajas de las 14 horas diarias… Te sientes bien, todo el mundo te anima, te dan palmadas en la espalda… Alguien pensará, ¡qué crack! Y Todos piensan, “es el chef que necesitábamos”.
Ya llevas 2 meses sin descansar nada más que aquel medio día que te fuiste temprano y que, cuando llegaste a casa, después de saludar a tu familia te metiste en la cama.
Enfermas por confundir el compromiso, la lealtad o la pasión con el exceso con hacer más horas que los demás"
El tiempo sigue pasando, llega la propiedad, hay que estar; famtryp que cena a las 22:00, quieres hacerlo aun habiendo llegado a las 7 am; pasado mañana sube la ocupación, no puedo librar en las 2 próximas semanas… La dirección del hotel te dice que te vayas y tú crees que sin ti esto no va a funcionar; incluso hay algunos directores que también apoyan dicha situación y así pueden irse a descansar ellos, sabiendo que su chef si está trabajando. Todo esto pasa en cualquier empresa.
Pasan los meses y un día caes enfermo. Al margen de como esté la ocupación, los grupos que tengas, si tienes subchef o te faltan cocineros, tú no vas a poder estar.
Enfermas por estrés, enfermas por confundir el compromiso, la lealtad o la pasión con el exceso con hacer más horas que los demás y ojo, sin dar los resultados que todos esperarían por ello, dado que los resultados no van a llegar nunca por un nombre propio; y si así lo crees, estás equivocado o piensas que puedes convencer a alguien por ello, aunque todo tiene fecha de caducidad, por un lado, u otro.
Caes enfermo porque no supiste organizarte y enmascaraste la situación con el golpe de efecto equivocado. ¿Quién te va a exigir resultados si están viendo que vives en el hotel?
La empresa o tus superiores no pueden ser tan rastreros exigiéndote los resultados que firmaste en su día, cuando les haces creer que lo estás dando todo y pueden ser muchísimas circunstancias las que provocan que no se llegue a los resultados, pero tú, como ejecutivo, no las estás analizando solo estás desviando la atención y eso no ayuda ni a la empresa, ni por supuesto a tu persona.
Así no funciona esto. Los resultados tienen que llegar por la capacidad del ejecutivo a gestionar y dentro de su gestión también se incluye, la gestión del tiempo. Es más, yo me atrevería a decir que debería penalizarse activamente este tipo de situaciones si queremos cambiar las cosas en el futuro. ¿Estás el primero en TripAdvisor y en cualquier otra plataforma de satisfacción de clientes? ¿No hay ni una sola queja de clientes en tu hotel? ¿Tienes el costo de comida equilibrado con base en los objetivos que te marca la compañía? ¿Cumples con los parámetros que la compañía te marca en seguridad e higiene?
¡NO! Y Entonces… ¿Me quieres contar qué haces en el hotel de sol a sol, sin librar y sin poder cogerte vacaciones en todo el año? ¿Puede ser que como ejecutivo no estés gestionando adecuadamente? ¿Puede ser que no estés delegando correctamente, que no tengas la confianza que deberías en tu equipo operativo? ¿Qué te falta? ¿Mejores profesionales? ¿Más formación para tu gente y poder ser más efectivos? ¿Mejor gestión de los recursos que tienes en la actualidad?
Esta imagen no nos da el ejemplo a seguir con los demás colaboradores, porque puede haber alguien que diga a sus subalternos, —si yo lo hago, tú también lo tienes que hacer—. Y de ahí no vamos a salir nunca.
Se contrata ejecutivos con la capacidad de gestionar sus operaciones, con ellos y sin ellos y en tiempos normales de jornada.
Muchas veces, la falta de capacidad de organización, nos lleva a confundir las situaciones a quienes lo ven desde fuera de la barrera.
Puede ser que determinados ejecutivos contratados en determinadas empresas, por mucha experiencia que tengan, no estén preparados para determinadas operaciones y no pasa nada por ello… ¡Pide ayuda! Puede ser que los buenos, no es que sean tan buenos, sino que los que había eran muy malos y por poco que se haga, se note la diferencia, pero al mismo tiempo, tengan sus puntos débiles, como la gestión que debe reforzarse y eso solo se hace a través de la solicitud de ayuda a través de la formación o de sus propios superiores inmediatos.
¿Te imaginas un médico tratando de convencer a sus compañeros que tiene más compromiso que nadie y que puede hacer 4 cirugías a corazón abierto seguidas y sin descanso? ¿O a un piloto de avión tratar de hacerle creer a su compañía aérea que su lealtad le va a llevar a pilotar sin descanso 24 horas seguidas?
En ninguno de los dos casos, con los nombrados bien preparados en lo que hacen cada uno en su área, se le ocurriría plantear semejante gilipollez, entre otras porque serian despedidos automáticamente y eso es lo que tenemos que aprender de otros sectores.
¿Necesitamos gente preparada? ¡Sí!, pero gente que, hasta el punto de que sean conscientes, que la única manera de ayudar a la empresa que representan, es ser honestos consigo mismos, dejar de lado sus egos y fantasías, ponerse en manos de la formación continua y constante y no de la razón errónea de sus actos, por ellos y por la empresa.
Las empresas tienen que cambiar y darnos cuenta, que como líderes de equipos, tenemos que exigir resultados y uno de ellos es reafirmar filosofías justas en tiempos y formas, como me decía un ejecutivo al cual admiro, el líder se ve y se siente más cuando no está que cuando está, señal que su gestión es la misma para todas las circunstancias.
Hay que reflexionar seriamente en este sentido y llegar a estabilizar la imagen que tanto tiempo ha caracterizado a este oficio y sector para que, poco a poco, podamos hacer de este maravilloso mundo hotelero/gastronómico/turístico un lugar en el que las futuras generaciones deseen formar parte y las empresas sean partícipes de una imagen limpia y sana que solo pierden a través de las malas praxis de sus propios ejecutivos, quienes las practican y quienes por encima de ellos las permiten.
*Víctor Rocha Cocinero/Articulista/Conferenciante/Defensor De Lo Correcto/Apasionado del sector Servicio y el Turismo. Autor del libro “el Humo que todo lo quema” (Gastronomía y turismo)