Es común confundir las figuras de jefe y líder, pero son conceptos muy diferentes. Un jefe se apoya en la jerarquía y el poder formal; un líder, en cambio, inspira y moviliza desde la influencia y el ejemplo.
Un jefe puede alcanzar resultados siendo una mala persona: tomando decisiones frías, priorizando metas sobre las personas, e incluso creando entornos de miedo o presión. Mientras cumpla con los objetivos, su rol de jefe se mantiene.
Pero un líder no puede permitirse ser una mala persona. El liderazgo auténtico exige empatía, respeto y valores. Un líder no solo dirige, genera confianza y saca lo mejor de los demás. No se trata solo de alcanzar metas, sino de cómo se alcanzan.
Una mala persona puede imponer, pero nunca inspirar. Puede ordenar, pero no motivar. Puede exigir, pero nunca ganarse la lealtad verdadera.
Recuerda: cualquiera puede ser jefe, pero ser líder requiere humanidad. Porque al final, las personas no siguen títulos; siguen valores.
¿Qué opinas? ¿Te has cruzado con malos jefes que nunca podrían ser líderes? ¿Te suena haber volado con algún sobrecargo así? Los hay a montones.
*Iván Torregrosa Pihlman es profesional de la aviación