Se nos pudiera tildar de reiterativos y pudieran tener hasta razón, pero es que hay cosas que hay que repetir hasta la saciedad o al menos cada cierto tiempo. Y también con razón se pudiera hablar de oportunismo, pero la ocasión la pintan calva con el circo que se ha montado con el asunto de la residencialización en la zona turística de Maspalomas Costa Canaria (Gran Canaria).
Y es que el tan mediático asunto o affaire ha venido a confirmar lo que tantas veces hemos dicho y que aprovechamos cualquier circunstancia para reiterar: “Los touroperadores y/o grandes holdings de la industria turística no son nuestros amigos”. Y cuando digo “nuestros”, quiero decir que no lo son, ni del capital inversor canario, ni de los pequeños empresarios o propietarios y, diríamos que tampoco de la ciudadanía en general.
Cada vez que hemos tenido una oportunidad, hemos alertado sobre los peligros de la dependencia de agentes externos, pues sabemos que no son nada fieles a destinos turísticos concretos y que no les conviene que el turista se enamore y encariñe de un destino, por ejemplo Maspalomas.
Quedó dicho en nuestra Ponencia de la XX Universidad de Verano de Maspalomas de 2011 y en la Conferencia pronunciada con motivo del 50 aniversario de la zona turística Maspalomas Costa Canaria en 2012, además de otros lugares a los que se nos han invitado.
Es por lo que, aprovechando esta coyuntura que ha venido a servir para poner en entredicho la pretensión de limitar o prohibir el uso de tu propiedad, queremos dejar clara, una vez más, nuestra convicción de que nuestro atractivo turístico será mayor y nuestras promociones serán más efectivas, en la misma medida en que nosotros mismos revaloricemos y pongamos en valor: nuestra Cultura, nuestra Historia; nuestro Patrimonio, nuestra Gastronomía, nuestra Identidad, nuestros Valores, nuestras Tradiciones…
Spas, sol y playas hay en muchos lugares del planeta. Si queremos turistas fieles, que repitan, les tendremos que hacer partícipes de todas estas referencias que nos dan un valor añadido, diferenciándonos cualitativamente de otros destinos competitivos.
No olvidemos nunca que al touroperador no le interesa que el turista conozca las raíces, costumbres y el patrimonio de un pueblo (o de un destino turístico en concreto), lo que realmente le interesa es que el turista se sienta en un lugar impersonal, ya que de esa manera puede jugar con él cuanto le convenga, desviándolo hacia otros destinos similares, según el momento o hacia dónde obtenga mayor provecho.
Los turistas, los millones y millones de turistas, de manera específica y concreta, los que han venido a Maspalomas en los últimos cincuenta años, han regresado a su lugar de procedencia sin tener la menor idea de dónde han estado realmente y cómo son sus gentes. Y con esto no hacemos otra cosa más que hacerle el juego al touroperador.
Y en todo este galimatías, la gran ausente y para no variar, es la cultura. No quiero pensar mal, pero ¿será por eso por lo que Maspalomas, a día de hoy no tenga ni un museo abierto al público?
Y puestos a empecinarnos con el touroperador lo que en verdad menos le interesa es que “su” turista conozca y se encariñe con el pueblo, con la gente canaria que tan acogedores, tan buenos anfitriones, tolerantes y solidarios hemos sido con ellos durante 50 años en Maspalomas y, durante muchísimos más en la isla de Gran Canaria. A la vista está el resultado: 50 años en perfecta armonía y convivencia con gentes procedentes de mil y una culturas diferentes sin el más leve atisbo de intolerancia. A este respecto tampoco quiero pensar mal, pero ¿la proliferación del todo incluído no tendrá que ver algo con esto?¿Es casualidad el que no se quiera, por nada del mundo, que el cliente salga de las instalaciones del hotel?
¿Tendrá algo que ver los oídos sordos a la propuesta que se hacía de convertir el pueblo de San Fernando en una especie de “casco antiguo” al que todo turista debería visitar? A este respecto, nos volvemos a reiterar en lo que dijera Marcio Favilla, Director Ejecutivo de Competitividad, Relaciones Exteriores y Asociaciones de la Organización Mundial de Turismo (OMT):“Un destino turístico es bueno cuando lo es para la población que vive en él” y de todos es sabido que, desde hace cincuenta años, la población maspalomera ha asistido al “boom” y fenómeno turístico como un mero espectador al que todo se le ha dado hecho, con la obviedad más absoluta.
Y es que ya es hora de que se empiecen a tomar medidas para que nosotros, los canarios, seamos lo que cojamos con fuerza el mango de la sartén de nuestra mejor fuente de riqueza, bienestar y supervivencia: el turismo.
Retomamos el asunto por el que en verdad hacíamos esta columna, que no era otro que hacer un llamamiento al ciudadano y pequeño comercio e inversores y emprendedores locales para que, de una vez por todas, nos propongamos luchar y hacernos fuertes, con nuestra cultura como arma.
La Cultura Canaria y la Cultura Atlántica y Africana que nos impregna es lo suficientemente fuerte como para que Gran Canaria –Maspalomas- sea visita obligada de todo turista que se precie; así no tendríamos que depender de los touroperadores y no se montarían circos ridículos como el que se está montando.
Somos conscientes de que es un asunto a largo plazo y de altas miras, pero llegará el día en que se materialice la idea tan anhelada de que nuestro reclamo turístico esté basado en la situación estratégica que disfrutamos: en medio del Atlántico y de paso entre tres continentes. Y no es nada nuevo lo que decimos, Juan de León y Castillo en el Proyecto del Faro de Maspalomas (año 1886), iba aún más allá cuando demandaba un faro de primer orden: “…por ser éste punto, paso obligado del trasiego de vapores entre los continentes de Oceanía, Europa, África y América”.
Sabemos que nuestros mejores momentos de ocupación y bonanza, casualmente casi siempre coinciden con olas de frío polar por el norte de Europa o con conflictos bélicos o de cualquier naturaleza que tengan destinos competitivos.
Salvo estos últimos, que sería de mala gente desear que pasen para nuestro bienestar, el tourperador siempre dominará la situación para poner precios a la baja, para manejar el mercado como se le antoje y para formar “jacarangas” como la que se ha montado con el tema de la ocupación residencial de la zona turística de Maspalomas.
Un ciclo anual de actividades
Para que nuestro destino turístico sea atractivo durante los doce meses del año, ¿quién no ha oído soluciones como “lo que necesita Gran Canaria o Maspalomas es un Carnaval todo los meses" o "una fiesta del Orgullo cada tercer mes"? Nosotros no vamos a proponer tanto, (ni tanta vela al santo que le peguen fuego, ni tampoco que lo dejen apagado); además, Willian Shakespeare dijo que “Si todo el año fuera de alegre vacación, divertirse sería el más enojoso de los trabajos”, frase no atribuible al asunto que nos ocupa, porque el turista nuestro se supone que es distinto cada diez-quince días; pero sí que las consabidas fiestas de Carnaval, el Gay Pride y poco más, deberían complementarse con otras de carácter cultural o histórico (dotándolas, claro está, de la correspondiente parafernalia lúdica) que “obligue” al turista a frecuentar nuestra zona turística de Maspalomas más veces a lo largo del año.
Por ejemplo: ¿Por qué no se teatraliza y se convierte en un relevante espectáculo festivo el desembarco o naufragio de los gallegos con la imagen de Santiago “el Chico”? ¿Por qué no se recrea la Fiesta del “embarbascao” de La Charca, como hacían nuestros antepasados?
¿Por qué no se organizan rutas históricas –teatralizadas-, (tan en boga últimamente), por todo el pueblo de San Fernando y así informar a los residentes y turistas de cómo vivían y qué hacían nuestros antepasados?
¿Por qué no se representa cada año, por el 24/25 de mayo, la aguada de Cristóbal Colón en su cuarto y último viaje a las Américas, con sus carabelas Santa María y Santiago y sus navíos La Gallega y La Vizcaína?
Por cierto, para esta última propuesta, el grancanario mago de la creatividad: Israel Reyes, ya realizó un Proyecto de espectáculo conmemorativo “Maspalomas: 1502/2002”, con motivo del V centenario del cuarto viaje de Colón y su paso por la zona. Para no variar, quedó en “agua de borrajas”, pero ahí queda el magnífico documento que aguarda a que se retome y cobren vida en las inmediaciones de la Charca, las Dunas, el Palmeral y las doradas Playas de un sinfín de tambores, bucios, pintaderas de simbología aborigen, estandartes de la conquista, monjes, navegantes y, por supuesto, el Globo terráqueo, Colón y su hijo Hernando.
Lo dicho, mientras no nos hagamos valer, mientras nuestra única arma sea esperar a que a otros les vaya mal para nosotros sacar cuello, seguiremos a expensas de lo que decidan otros y a que otros (como estamos comprobando día a día) osen hasta de disponer de nuestras propiedades para su antojo y conveniencia. Y es que no nos cabe la menor duda que toda esta música esté orquestada desde otro lugar que se nos escapa a las entendederas.